8. Tenías que dejar que la aruñe

991 Words
Kagome Después de que las clases terminaron nos asignaron un trabajo para mañana en parejas, por supuesto que estaré con Sango. Salimos de la universidad y caminamos hasta la parada del bus, mientras esperamos que el bus pase le cuento todo lo que sucedió en estos días, ella se muestra sorprendida pero no dice nada hasta que termino de hablar. —Pienso que le gustas a Inuyasha—la miro como si estuviera loca. —¿Qué dices? Su novia parece una modelo con una cara y un cuerpo encantador y parece sacada de revistas—le digo, aunque me moleste decirlo, tengo que aceptar la realidad. —Tú tienes un hermoso cuerpo y un rostro angelical, no veo porque la alabas tanto—dice un poco enojada. —Además—juego con mis dedos—creo que soy muy poco para Inuyasha, él merece a alguien de su clase—suspiro pesadamente—solo podría ser un hermoso sueño—ella me mira con comprensión. El bus pasa y ambas nos subimos en él, en el camino hablamos del trabajo que tenemos que hacer, cuando llegamos saludo al guardia de la mansión y entramos. Caminamos hasta que vemos como Ayame sale de la casa de Inuyasha, logra verme y me mira con superioridad, se lanza a Inuyasha y lo besa. Sango que traía unos libros los deja caer y ambos se separan. —Disculpen—me apresuro a decir y ayudo a Sango a parar los libros. —Pero, ¿es que no sabes hacer otra cosa que interrumpir?—me reclama Ayame enojada y con burla. —Se acaba de disculpar y además la culpable soy yo, fui yo quien dejó caer los libros, no Kagome—me defiende Sango y mira de mala manera a Ayame. —Señor Taisho—llamo su atención ignorando lo que dijo Ayame de mi. —Si, Higurashi—responde el casi como un robot. —Ella es mi amiga Sango, quería pedirle permiso para hacer un trabajo de la universidad aquí, es para mañana y cuando culmine mi hora de salida será muy tarde y no podré hacerlo—le explico guardándome todo el nerviosismo que me produce su presencia. —No podrá ser, a ti te pagan para que atiendas a la niña, no para que traigas a tus amiguitas—responde Ayame y veo que Sango tiene intenciones de dejarla sin un pelo en la cabeza por lo que disimuladamente le aprieto un brazo. —Ayame, me preguntaron a mí, no quieras estar respondiendo lo que no te preguntan—habla Inuyasha de mala gana—y respecto a ti Kagome, está bien, solo que tienes que estar pendiente de mi hija, ¿está bien?—me mira esperando una respuesta. —Por mi está más que bien señor Taisho—le sonrío en forma de agradecimiento. —Vámonos Ayame—Ayame nos da una mirada para matarnos, pero la ignoro. —Dios, tenías que dejar que la aruñe por lo menos—dice Sango cuando Inuyasha y Ayame se marchan. —Perdería mi empleo, además, no iba a dejar que mi mejor amiga se rebaje su nivel—ella me sonríe entramos a mansión. —Hola Kagome—Sara aparece por la puerta que da a la sala. —Hola Sara—saludo con un abrazo—te presento a mi mejor amiga, Sango—Sara le sonríe educadamente a Sango—Sango, ella es Sara—se saludan y veo que se llevarán bien. —Que bueno que estas aquí—me dice Sara luego de que Sango la dejará respirar—Yui está preguntando por ti desde que su papá se fue. —Sí, me lo encontré en la entrada acompañado de Ayame—le digo sin ocultar mi desagrado. —Yo detesto esa mujer—se expresa Sara—se cree la reina del universo, no la soporto. —Bueno yo voy a ver a Yui—le aviso—vamos Sango—nos despedimos y subimos a la habitación de Yui que es donde se encuentra, según me dijo Sara. —Oye Kagome—paro el paso para que Sango hable—¿crees que le caiga bien a la niña?—la miro y veo que está muy dudosa, algo poco usual en Sango. —Claro que le vas a caer excelente—la animo y le doy una sonrisa tranquilizadora. —Si, es verdad, soy Sango y a todos le caigo bien—me río de su autoestima y seguimos caminando. —Yui—la llamo cuando abro la puerta de su habitación. —Kagome—la pequeña me toma por sorpresa lanzándose a mis brazos. —¿Cómo estás hermosa?—pregunto dándole un beso en la mejilla. —Ahora bien porque viniste—Dios moriré de amor por esta niña, es que la adoro—¿quién es ella Kagome?—mira detrás de mí a Sango. —Yui ella es Sango, mi mejor amiga—le presento y Yui la estudia con la mirada—Sango, ella es Yui, la niña a quien cuido—Sango la mira y se sorprende al ver a Yui colgando en sus brazos. —Hola Sango—dice Yui cuando se despega del inesperado abrazo. —Hola hermosa—la mira con una sonrisa—Kagome, esta niña es un amor—sonrío al ver que Yui conquistó el corazón de mi mejor amiga. —Bueno mejor vamos a hacer el trabajo, mientras usted jovencita—hablo refiriéndome a Yui—se va a dibujar. —¡Si!—verla feliz me da felicidad a mí. —Kagome—miro a Sango—odio a la tarántula de Ayame, me cae horrible, debiste dejar que por lo menos la deje sin un solo pelo en la cabeza—yo solo me río. —Si dejaba que hicieras eso me iban a despedir—le recuerdo. —Hasta yo quisiera tu trabajo—pone cara pícara y yo me sonrojo. —Mejor comencemos el dichoso trabajo—digo buscando lo necesario mientras que Yui está sentada en su cama haciendo dibujos. —Es verdad, manos a la obra—y así comenzamos el trabajo. Inuyasha No dejo de pensar en el rostro de Kagome, estoy trabajando en mi oficina y desde que llegamos Ayame esta como un chicle en los zapatos, no se quiere despegar de mí y eso me está hartando. Sigo llenando papeles, firmando documentos, la verdad es que, en estos días, me he sentido más vivo que en todo el año, y sé muy bien que se debe a cierta azabache con ojos chocolates, un rostro angelical y un cuerpo estupendo. Al recordar mi sueño me maldigo. —Sal de mi cabeza Higurashi, sal—me digo a mi mismo, pero es que imaginar su cuerpo desnudo. Creo que mejor dejo de pensar cosas que no debo, sigo con mi trabajo hasta que tocan la puerta de mi oficina, la abro y Ayame entra en ella. —Inuyasha, te busca un señor—me avisa ella restregando sus pechos en mi rostro. —¿Quién?—pregunto ignorando lo que hace. —Yo Inuyasha—levanto la vista hacia la persona que está frente a mí. —¿Qué haces aquí?—pregunto neutral, no sé si quiero golpearlo o abrazarlo.
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