Capitulo Dos

2089 Words
Isabella Hace un mes de que me gradué, estuve esperando a mi padre, sin embargo, solo recibí una llamada de él diciendo que no podría asistir, pero que me deseaba toda la suerte del mundo, de seguro anda con su adorada familia de paseo en algún lugar paradisíaco, por lo menos sé que mi mamá sí estuvo presente y que siempre estará presente en mi vida. Después de meter tantos currículums por fin hoy tengo una entrevista para un puesto de asistente ejecutivo, escogí una falda alta tipo lápiz color verde oliva con una blusa blanca de manga, llevo el cabello recogido en una coleta alta y tacones negros altos de punta de aguja, me maquillé muy poco, creo que estoy perfecta. Cuando estoy a una cuadra me detengo en un puesto de pastelitos para comer algo antes de entrar a la empresa donde haré mi entrevista, al salir del puesto de comida veo que un hermoso auto deportivo se detiene en el semáforo lleva los vidrios oscuros arriba, no se puede ver nada del interior, pero siento como si la persona que conduce me observara insistentemente, quizás son los nervios, pero esa sensación me mantiene paralizada en el mismo sitio, los autos detrás del deportivo empiezan a pitar pidiendo que se aparte del camino y veo con pesar como ese hermoso auto se aleja, es extraño que me haya sentido así tal vez si sean los nervios, no le doy más importancia y continuo mi camino, al llegar al edificio me doy cuenta de que es uno muy alto y a simple vista se nota la elegancia, espero encajar en este lugar, voy a recepción donde me entregan un gafete de visitante y me indican el piso al cual debo dirigirme, subo al elevador dónde se encuentra una chica muy guapa, alta rubia y va vestida como modelo de revista ahora siento que no debo ponerme esta ropa, de quedar en el puesto con mi primer sueldo tendré que hacerme de un guardarropa más acorde con la empresa. —Buenos días — saludo a la chica y le ofrezco una sonrisa amable. — Buenos días, ¿Eres nueva? —la rubia es muy amable por lo que se ve. —No, aunque espero poder trabajar en esta empresa, vine a una entrevista de trabajo para el puesto de asistente de la presidencia —explico, pero a medida que hablo la chica abre sus ojos como platos hasta más no poder. —Vas a trabajar con el jefe, te deseo mucha suerte con él si te dan el puesto —me llenan de temor sus palabras, no quiero imaginar que voy a trabajar con el mismo demonio, pero la forma en como me habla ella da mucho en que pensar. —¿A qué te refieres? —pregunto para ver si puedo obtener algo más de información, quizás debí investigar un poco antes de venir. —Soy Kristina Larens, trabajo en el piso siete en el área de diseño —se presenta extendiendo su mano imitó su accionar. —Isabella Turner, un gusto conocerte Kristina —digo sinceramente—. Pero aún no me dices a qué te refieres con lo del jefe —insisto. —Mira aquí todos son muy amables la verdad y el jefe no es que sea un demonio ni nada de eso, no lo quiero satanizar delante de ti, pero él es muy exigente y estricto, es muy difícil seguirle el paso y sus anteriores asistentes todas cometieron el mismo error —su tono de voz baja hasta convertirse en un susurro. —¿Y cuál es ese error? —sé que los chismes de pasillos no son buenos y menos cuando estoy optando por un puesto, pero la curiosidad mato al gato después de todo. —Todas se acostaron con él, realmente yo las entiendo el jefe está buenísimo y tú sabes que es muy difícil resistir caer en la tentación cuando se tiene a un monumento tan impresionante tan cerca casi todo el día —Hace unos gestos muy graciosos—, ah mira ya llegué, tal vez nos veamos luego —dice cuando el ascensor da el aviso de haber llegado a su piso, yo aún debo subir unos cuantos pisos más. —Claro nos vemos, un placer Kristina —le digo mientras las puertas del ascensor se cierran, bueno de quedarme con el empleo quizás tenga más oportunidades que sus antiguas asistentes, en este momento no me interesa enredarme con ningún hombre y mucho menos si es mi jefe, recién me graduó y quiero conocer, viajar desarrollarme profesionalmente, escalar posiciones, salgo de mis pensamientos cuando el ascensor me avisa que he llegado a mi destino. Salgo del ascensor y me dirijo a otra recepción donde me indican la oficina a la que debo ir, a la cual me dirijo a paso seguro al llegar tocó la puerta y espero que me den permiso para entrar. —Adelante. —Buenos días, permiso, vine por lo de la entrevista para el puesto de asistente de presidencia, soy Isabella Turner —extiendo mi mano y una mujer muy hermosa me devuelve el saludo. —Mucho gusto, Kenya Barbera, gerente de recursos humanos, te estaba esperando, pero veo con alegría que llegas con diez minutos de adelanto, eso habla muy bien de ti, en esta empresa la puntualidad es un requisito indispensable —señala con una sonrisa. —Gracias, y cuente con eso de quedar yo en el puesto —digo con firmeza. —Eso me parece bien, ¿Has traído tu documentación? —es muy profesional así que adopto una postura igual a la de ella para quedar a la altura del momento. —Si, aquí la tengo, tome —le extiendo una carpeta con todos los documentos solicitados, la toma y checa en silencio hoja por hoja. —Parece estar todo en orden, ¿Sabes que la información suministrada será sometida a verificación? —interroga. —Ya lo esperaba, pero no sé preocupe que allí está todo en regla —no tengo nada que ocultar, por lo tanto, pueden verificar todo lo que les plazca. —Así parece, bueno ahora te explico yo te haré la entrevista y si me convence lo que me digas pasarás a una segunda opinión con el que será tu posible jefe —informa. Asiento aún más nerviosa que antes, no imaginé que tendría que pasar por dos entrevistas, claro que no tengo nada que ocultar, pero los nervios de igual forma me están matando. —Empecemos, ¿Dime por qué te gustaría trabajar con nosotros, que te llevo a solicitar el puesto para asistente gerencial? —pregunta todo a la vez, tardó un segundo en procesar sus preguntas, pero estoy lista. Pase la primera prueba ahora estoy en la espera de que el gerente pueda recibirme para el veredicto final, me encuentro en una pequeña sala de estar ubicada frente al ascensor, tan sumida en mis pensamientos que no me doy cuenta cuando el mismo se abre y sale quien será mi jefe. —Buenos días — escucho que dicen haciendo que levante la vista, las palabras desaparecen de mis labios al ver el adonis que tengo enfrente, es un hombre alto de cabello castaño oscuro al igual que sus ojos, piel morena y se nota por encima del traje que trabaja perfectamente su cuerpo, la boca se me hace agua imaginándolo sin toda esa ropa, Isabella por favor comportarte, me reprendo mentalmente—. Al parecer la educación no es su fuerte señorita —dice al tiempo que curva sus labios en una sonrisa tentadora. —Buenos días —digo levantándome de mi sitio y extendiendo la mano —. Soy Isabella Turner, disculpe, estaba distraída y me ha sorprendido —me disculpo. —Espero que si usted será mi nueva asistente, en el futuro este más atenta a mí en todo momento, no permito las distracciones ni la incompetencia —dice en tono soberbio dejándome totalmente aturdida. —Lo siento yo...no volverá a pasar —trato de hablar, pero mis nervios han hecho presencia una vez más, ahora no sé si quiero este puesto, quiero salir corriendo. — —La quiero en cinco minutos en mi oficina, allí le diré si es apta o no para trabajar directamente conmigo y descuide este hecho no lo tomaré en cuenta —dice dándome la espalda para dirigirse a su oficina mientras yo quedo con la mano extendida, creo que la educación tampoco es el fuerte de este hombre tan engreído, si no fuera porque de verdad necesito este empleo me iba sin ni siquiera darle oportunidad a humillarme una vez más. Voy al baño para tratar de calmarme, siento que en cualquier momento las piernas me dejarán de funcionar, mi futuro jefe es un hombre demasiado atractivo, un atractivo que destruye con su arrogancia, tengo un leve cosquilleo por toda mi piel nunca me había sentido así con ningún hombre, no entiendo qué sucede, recuerdo las palabras de Kristina, todas sus asistentes terminaron despedidas por enredarse con él, por suerte yo no tengo interés en ningún tipo de relación amorosa, mami ayúdame por favor. Solo han pasado cuatro minutos cuando toco su puerta y espero me dé permiso para entrar a la cueva del lobo. —Adelante —di un pequeño brinco del susto, la voz de este hombre me aterra, bueno es hora. —Permiso —digo al entrar y quedo con la boca abierta al ver el lujo y la elegancia de la oficina del señor Castle, ni cuando vivía con mi papá vi tanta elegancia en un único lugar, la oficina está bien iluminada por unas inmensas ventanas de piso a techo totalmente de vidrio y que dan una vista estupenda de toda la ciudad, delante de esta un escritorio de estilo industrial en metal y vidrio, en un extremo una hermosa chimenea a gas en mármol n***o que llega hasta el techo, con muebles empotrados que sirven de biblioteca por lo que logro ver, contrario a esto una pequeña área de descanso con muebles en tonos blancos y grises, más allá dos puertas una supongo será mi oficina y la otra quizás un baño privado. Un aclarar de garganta me trae de vuelta a la realidad indicándome que de nuevo me quede embebecida en mi mundo, esto no me puede estar pasando. —Disculpe, la vista de la ciudad detrás de usted me distrajo —de nuevo yo buscando algo con que justificarme, como si de verdad me fuese a creer. —Sí, es impresionante poder admirar todo desde aquí arriba, tome asiento por favor y empiece por contarme sobre usted, porque desea este trabajo y que puedo esperar de usted —eso último lo dice con un tono distinto, mis alarmas se encienden enseguida gritándome que no baje la guardia o mejor aún, que salga corriendo. —Ante todo, soy Isabella Turner —me presento nuevamente y le extiendo mi mano. —Pensé que ya se había presentado, pero si es su mal gusto hacerlo de nuevo — dice y esta vez estrecha su mano con la mía, siento un corrientazo que sube por mi brazo y se deposita en mi centro. —Alexander Castle, el gusto es todo mío —dice con una sonrisa de don Juan que para nada va conmigo, si supone que seré como sus ex-asistentes está muy equivocado, retiro mi mano bruscamente y me dispongo a continuar. —Profesionalmente, solo cuento con la experiencia de mis pasantías —empiezo mi discurso esperando no muy convencida de poder conseguir el puesto. Alexander Que sorpresa tan maravillosa la que me lleve al llegar y ver a la misma mujer que vi en la calle nada más y nada menos que fuera de mi oficina, se ve que tiene un cuerpo perfecto al que podría moldear a mi gusto, parece ser dócil y se pone nerviosa con facilidad, nada que con una buena disciplina no se pueda solucionar, unos golpes en la puerta me distrae de mis pensamientos. —Adelante —digo y espero pacientemente a que mi nueva asistente entre, ya lo he decidido no quiero a nadie más, la quiero exclusivamente a ella en mi cama. —Permiso —veo que entra y al instante queda muda pasea su vista por toda la estancia, me molesta que lo haga adrede, tendré que enseñarle que no puede simplemente ignorarme cuando se le antoje. Aclaro la garganta para llamar su atención y enseguida la encuentro disculpándose una vez más.
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