Capitulo Cuarenta y Cuatro

1568 Words
Cassandra  Rogert me envía un mensaje avisando que ya está esperando abajo, le respondo que estoy por terminar la reunión que me espere, media hora después ya estoy en el ascensor, estoy a buena hora, espero que no se escandalice por el lugar al que vamos ni por lo que le pediré que haga. No seré tan sádica por el momento con él, no quiero asustarlo, lo primero es encontrar la forma de seducirlo para que elimine las barreras y se deje dominar por mí. No sé cómo ser una chica vainilla, nunca he tenido que seducir a nadie, él será el primero para mí en ese sentido, siempre asisto a clubes donde el dinero es quien habla, no tengo relaciones duraderas con nadie, no hay riesgos de mezclar los sentimientos y lo mejor de todo mi identidad está protegida. —Buenas noches, señorita —saluda abriendo la puerta trasera del auto para que me suba. —El "señorita" esta demás Rogert, sabes bien como te he pedido que me llames —digo con voz imposta— Creo que mereces un castigo —exclamo en el mismo tono. —Lo siento, señora, ¿A dónde la llevo? —pregunta, ¿sumiso? Parece que le gusta jugar. Le paso la dirección en un mensaje a su teléfono, no conozco el lugar, una amiga me lo recomendó diciendo que tenía la misma calidad en el servicio que el the release, espero que no se equivoque. —¿Segura que es a este sitio al que quiere ir, señora? —pregunta con confusión. —Si, muy segura, esperaba que entraras conmigo —digo mirando por el espejo retrovisor. —¿Tiene conocimiento de las prácticas que se llevan a cabo en ese sitio? —insiste. —Si Rogert, y las quiero ejecutar contigo, me gustaría tenerte bajo mi control, quiero saber cuáles son tus límites, cuanto dolor estás dispuesto a sentir hasta alcanzar la liberación total de tu cuerpo —susurro con determinación cerca de su oído al tiempo que lo tomo del cabello y halo con fuerza mientras que con la otra mano hago presión en su cuello cerrando la entrada de oxígeno a sus pulmones, no se queja ni protesta solo mantiene la vista en la carretera disfrutando de la rudeza de mi tacto. Por alguna razón parece conducir más aprisa, está ansioso, me gusta. No tuve que hacer mucho para convencerlo, al fin mataré las ganas de tenerlo como lo he imaginado tantas veces, quiero follarme su boca hacer que se trague todos mis jugos. —Hemos llegado, Señora —anuncia. Le entrego un antifaz antes de bajarnos y yo me coloco el mío, es por razones de privacidad, para proteger nuestras caras. —Vendrás conmigo, ya la administración está informada —señalo caminando por un pasillo que nos lleva hasta la habitación reservada para mí, el pasillo es solitario y las puertas de las habitaciones poseen una distancia considerable una de la otra—. ¿Has hecho esto antes? —preguntó con curiosidad. —Si —responde escueto, su mirada es de deseo, lujuria. —¿Amo o esclavo? —indago. —Ambas, de preferencia esclavo —me complace su respuesta por lo que mis labios esbozan una fina sonrisa. —Es nuestra primera vez juntos, te aclaro, no me gusta que me limiten, conmigo tendrás que soportar todo, no te causaré daños físicos permanentes, si no me complaces te castigaré muy duro, si te portas bien serás recompensado con tu propia liberación tú elegirás el medio a utilizar siempre y cuando sea con mi cuerpo, tienes prohibido tocarte si mi permiso bajo ningún concepto, todos tus fluidos tienen que ser solo para mí, ¿Entendido? —explico con voz imposta. —Si señora —responde complaciente. —Ama, me dirás, ama ¿De acuerdo? —cuestiono autoritaria entrando en mi papel de dominante. —Si ama —dice saboreando la palabra en sus labios. Abro la puerta y entro dejándola abierta para que entre detrás de mí y cierre, no necesitó ordenarle que lo haga, ya que es lo común. —Tienes dos minutos para estar de rodillas con tu frente tocando el suelo y desnudo en ese sitio, de ahí — ordeno señalando un rincón a la derecha de la puerta. Entro al baño para cambiarme de ropa y colocarme la de dominatriz, que consta en este caso de un mini vestido n***o de corte bajo que se ajusta en la cintura y tiene un efecto mojado, con cordones en la parte delantera, una gargantilla con cierre de velcro y un pequeño anillo. Me coloco los botines altos hasta la rodilla y salgo de nuevo a la habitación donde consigo a mi querido Rogert como le he pedido. —Ponte sobre tus rodillas sin mirarme —ordeno. Al tiempo que me acercó a él dejando mi coño a la altura de su cara no hubo necesidad de pronunciar mi deseo, subió mi vestido y deslizo mis bragas por mis piernas hasta las pantorrillas, mete su lengua en mi sexo húmedo ávido de placer me toma de las caderas con fuerza mientras arremete con ferocidad su ataque sobre mi inflamado clítoris. Lo tomo del cabello y alejo su lengua de mi intimidad para ver como su cara está empapada con mis fluidos, me deshago de las bragas y con la punta de la bota lo empujo para que quede tumbado boca arriba, me acuclillo sobre su cara apoyándome de sus brazos para coger impulso y follarme su rostro sin importarme su asfixia, restriego mi coño en sus labios y su nariz mientras su lengua me penetra hasta el fondo. —Si te excitas, tendré que patearte las bolas, se trata de mi placer, no del tuyo —advierto dejando que el placer me domine por completo, me agarro de su nuca para marcar mi propio ritmo, ignorando totalmente su falta de oxígeno frotándome con frenesí hasta que el orgasmo me atraviesa y grito su nombre mientras me vacío en su boca. Sigue lamiendo mi sexo bebiendo todo lo que le doy, siento mis piernas temblar, pero mi deseo aún está intacto, me siento sobre el piso con las piernas abiertas para que él siga chupando y lamiendo cada recoveco de mi coño que me arde por las veces que he gritado su nombre, cansada de su boca lo empujo y me levanto del suelo donde él sigue con la mira gacha, veo con satisfacción que su polla se mantuvo flácida. —Tal parece que mi nuevo esclavo se ha ganado su primera recompensa. Tienes permiso para hablar —digo sintiéndome satisfecha. —Me gustaría vaciarme dentro de mi ama —pide sumiso. —Es justo, pero antes te pondré a tono con algunos latigazos, seis para ser exacta, luego quiero que seas rudo, que me cojas duró, si te corres muy rápido y no quedo satisfecha te castigaré severamente —amenazo viendo la sonrisa de satisfacción de Rogert. Ato sus muñecas a la argolla que pende del techo y las extiendo lo más estiradas posibles hacia arriba, lo que hace que la perfecta musculatura de su espalda se marque exquisitamente, tomo el látigo de trenzas y asesto el primer impacto recibiendo un jadeo satisfactorio por lo que sin esperar mucho asesto el siguiente hasta llegar al sexto que descargo sobre su redondo culo. Tiene la v***a endurecida y apuntalando hacia el frente, su punta brillosa me tienda a probarla, sin embargo, me resisto a ese impulso, algo me indica que esta no será nuestra única vez. —¿Tengo libertad para tomar el control, ama? —pregunta con un matiz de perversión total una vez lo he liberado. —Solo no te olvides quien manda realmente —asiente tomando un látigo de cuatro puntas, me gusta su plan. —Quítate el vestido y te colocas contra la pared con manos y piernas extendidas como si la requisaran, ama. —ordena obedezco exponiendo mi culo a su deleite. Pasa sus manos por mis nalgas, apretándolas y golpeando con la palma de sus manos. De pronto termina el contacto, únicamente escucho su respirando forzada, el silbido del aire siendo cortado por la fusta, me advierte de su movimiento, grito al sentir el impacto en la cadera—. Si flaqueas te cogeré de rodillas en el suelo —brama al tiempo que vuelve a impactar la fusta en mi culo, esta vez no se detiene, lanza uno tras el otro cada uno de sus azotes, grito descontrolada por el placer que despierta en mi cuerpo, pido más a cada estallido del cuero en mi piel estoy a punto de alcanzar la liberación cuando siento que una de las puntas alcanza mi clítoris irritado detonando un orgasmo intenso que me hace caer de rodillas en este punto no me importa ser follada en esta posición sobre el duro piso—. Te lo advertí —anuncia colocándose detrás de mí, me hace pegar el pecho al piso y levanta aún más mi culo, chillo cuando su prominente falo entra en mí de una sola estocada se mueve sin piedad, la fricción del piso en mis rodillas quema, pero no quiero que se detenga, grito desaforada, desinhibida, libre, plena, satisfecha. No me importa si alguien nos escucha, solamente este momento de lujuria es el que importa. No quiero ser cogida por otro que no sea mi esclavo Rogert.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD