Isabella
De nuevo estoy en un avión, Andrew mira asombrado por la ventanilla las algodonosas nubes que se ven, es la primera vez que las veo a pesar de que es mi segunda oportunidad en un avión, la anterior yo venía postrada en la cama de un jet privado cortesía de la amiga de Rogert, ahora llevo a mi hijo a un lado y a mi novio del otro lado, no lo amo, pero si lo aprecio muchísimo. El día que lo conocí fue cuando por fin pude salir a buscar trabajo ya estaba totalmente recuperada, Rogert estuvo viendo de mis gastos durante todo ese tiempo siempre estaré agradecida con él, pero necesitaba valerme por mi misma, no quise que el supiese de mi hijo por lo que debía trabajar para poder darle todo a mi pequeño.
Yo entraba a una empresa para aplicar por el puesto de recepcionista cuando él salía tan distraído como yo, no me había dado tiempo de admirar la arquitectura tan maravillosa de esta nueva ciudad, cuando me tope con una pared que por poco me hace caer, unos fuertes brazos me sujetaron con firmeza y me halaron hacia el cuerpo masculino que confundí con una pared, quede embobada, pero solo fue porque es inevitable no admirar lo guapo que es Fernando, desde ese momento se me pego como un chicle hasta que termine aceptando tener una especie de relación donde el sabe que amo hasta la médula al papá de mi hijo. Prometí intentar sentir algo por él, pero la verdad es que en el amor el corazón es el que manda.
—Mami ¿Etamo cerca de Dios? —las palabras de mi hijo me devuelve a la realidad.
—Si amor, habla con él, junta tus manitas y cuéntale sobre las vacaciones —contesto, adoro la inocencia de su vida.
—¿Estás bien Isa? —pregunta Fernando a mi lado.
—Si, solamente estoy un poco ansiosa. Todo lo que viví hace cinco años aún lo llevo muy presente, las cicatrices que me quedaron me lo recuerdan cada vez que las veo —susurro para que Andrew no nos escuche.
—Todo está bien, yo cuidare de ti —dice, toma mi mano para llevarla a sus labios y depositar un dulce beso.
—Gracias Fernando, sabes que te quiero mucho ¿Verdad? —la desilusión aparece en sus ojos.
—Quisiera que me amaras, pero me conformo con que solo me quieras. Descansa un rato todavía faltan un par de horas para la primera escala —sugiere. me gustaría poder entregarle mi corazón, el es un hombre extraordinario que merece ser amado con la misma intensidad.
—Trataré aunque con Andrew tan emocionado como está por estar tan cerca de Dios no creo que pueda descansar mucho —digo mirando a mi niño pegado al cristal.
Cassandra
He intentado de todo para que Alex salga de la depresión en la que está, sin tan solo hubiese sido como cuando Laura lo engaño, pero no esta vez lo primero fue la amargura les gritaba a todos los empleados sin razón aparente, varios renunciaron alegando que no estaban dispuestos a soportar los insultos injustificados del señor Castle. Luego empezó por tomar a toda hora llegó el punto en el que ni siquiera se aseaba y apestaba a licor rancio, mi hermano jamás había fumado y me tocó verlo encendiendo un cigarrillo Marlboro light. Ahora es una persona irascible, por cualquier cosa por más mínima que sea pierde los estribos por suerte ahora se la pasa encerrado en su habitación y rara vez se asoma a la cocina o al comedor, ha dejado de alimentarse como es debido y estoy segura de que pasa las noches despierto, muchas veces me he parado fuera de su puerta y lo escuchó llorar mientras la llama con gritos ahogados.
Me duele tanto verlo así, pero ya no queda nada por hacer lo último fue planificar su fiesta de cumpleaños y cuando todos estábamos listos esperando solo bajo para echarnos a gritos e insultos a la calle. Isabella se fue sin darle la oportunidad de hablar sin dejar que le explicara que esa mujer lo había drogado nada más para seducirlo y que ella los viera. El día que la tenga enfrente tendrá que darme muchas explicaciones por todo el daño que le ha causado a mi hermano, no merece que él la perdone.
—Señorita Cassandra hemos llegado a la empresa —salgo de mis pensamientos al escuchar la voz de Rogert.
—Rogert creo haberte ordenado que me tutearas en privado, no me gusta ser desobedecida —digo relamiendo mis labios carmín.
desde hace mucho que me gusta el chófer de mi hermano, únicamente que no soy del tipo de mujer que busca de una relación romántica, soy mas de otro tipo de gustos.
—No considero que a la señora Beatriz le agrade tanta confianza —contesta monótono.
Me inclino hacia delante en el asiento trasero y colocó mi mano en su sedoso cabello, la cierro en puño y halo hacia atrás con fuerza al tiempo que paso la lengua por su cuello hasta detrás de su oreja, su piel sabe exquisita.
—Tú solo debes obedecer las órdenes que se te dan sin rechistar. ¿Has entendido? —pregunto con voz impostada. Veo con satisfacción que asiente levemente—. Sabes, ahora se me antoja que me llames señora o ama cuando estemos en privado —exclamo seductora.
—Como diga señora —dice saboreando la palabra: señora, es como si lo disfrutará.
—Te necesitaré a medio día —declaro bajándome del auto sin esperar a que mi querido Rogert me abra la puerta.
Imágenes de él tumbado en el piso boca arriba atado de manos y pies mientras follo su boca con mi sexo se forman en mi mente haciendo que me tambalee cuando camino hacia el ascensor. Necesitó urgentemente tenerlo bajo mis órdenes quiero saber hasta que punto es capaz de ceder el control.
Subo el ascensor a prisa necesito despejar la mente ocuparla en el trabajo o terminaré por tener un orgasmo en plena recepción solo con las imágenes que mi mente recrea sobre Rogert. Una vez llegó a mi piso voy a la oficina de Alex mi oficina hasta que el imbécil de mi hermano supere el despecho.
—Buenos días, Emma, podrías venir a la oficina un momento por favor —pido a la nueva secretaria, mi querido hermano hizo que la anterior saliera corriendo aterrada por sus gritos y de paso no me deja tener una asistente porque no quiere que nadie ocupe la oficina que era de ella. Esa mujer si que le dio con todo, la odio por convertirlo en nada.
—Claro señorita Cassandra ¿Le llevo un café? —ofrece.
—Por favor Emma — digo con amabilidad.
La verdad Emma es muy eficiente no tengo quejas de ella. Entro a la oficina al fin y me pongo a trabajar en unos acuerdos con una empresa, pertenecen al ramo textil, pero requieren que nosotros actualicemos toda la tecnología con la que cuentan. Eso quiere decir conexión a la red, conexión inalámbrica, equipos nuevos en fin esta empresa hace de todo y es por eso el éxito de mi hermano que está a un paso de mandar todo a la mismísima mierda.
Levanto la vista cuando la puerta es abierta por Emma que me trae una taza humeante de café recién hecho y unas galletitas.
—Gracias Emma, toma asiento por favor —digo señalando la silla frente al escritorio.
—Gracias Señorita —Emma me observa de una manera que...
—Emma necesito que me ayudes a revisar muy bien estos documentos por si a mí se me paso algo, allí están mis anotaciones, cuando hayas terminado los discutimos, sabes que este no es mi campo así que hay muchas cosas que no entiendo muy bien —digo pasándole una carpeta con los folios.
—No se preocupe que lo está haciendo muy bien, si no fuese por usted que ha mantenido la empresa funcionando estos dos últimos años muchos de nosotros nos hubiésemos quedado en la calle —comenta.
—Esta empresa nunca cerrará sus puertas, no mientras mi hermano y yo estemos al mando, claro que lo mejor sería que él estuviera ocupando su lugar de siempre. Pero mejor vamos a trabajar, por favor haz lo que te pedí que yo sigo acá con unos asuntos, por cierto avísame cuando sea mediodía tengo un compromiso que no está en agenda, tendrás que cambiar todo lo que tenía para hoy —informo con una sonrisita de disculpa en los labios. Emma se volverá loca conmigo de jefa.
Enarca una ceja en desaprobación.
—Tendré que reagendar por tercera vez —dice en tono cansado—. Señorita si sigue cambiando la agenda sin razón aparente muchos de los que contratan nuestros servicios se van a cansar y se irán con la competencia —balbucea.
—Entonces no cambies nada, yo cambiaré mi compromiso para más tarde, solo dime hasta que hora estaré ocupada —digo al tiempo que ella checa en la agenda.
—Cinco de la tarde, tiene una pequeña junta nada muy importante aquí mismo en la empresa con la gente de diseño.
—Está bien, entonces ve por lo que te dije que yo me encargó de mi compromiso —digo viendo como Emma sale de la oficina.
Llamó al club del anillo azul para cambiar la hora de mi cita a las siete de la tarde, me dicen que a esa hora la persona que pedí no podrá, preguntó si yo puedo llevar a alguien y la respuesta es afirmativa así que agendo esa hora, me dan el número de habitación que he de utilizar y cuelgo para llamar ahora a Rogert y decirle que venga a las cinco por mí.
Hoy él será mío.