Capítulo 4

1158 Words
—¿No entiendes que solo nos lastimas al seguir rechazando a nuestro Mate?— cuestionó Leyna. —Al fin decides aparecer— aún me encontraba en el suelo, pero ahora mi vista se había perdido en el cielo estrellado —No se que hacer, Leyna. —Bueno, deberías hacerme caso y marcar a nuestro Mate, eso es lo que los alfas hacen ¿No? —Es un humano, Leyna— me levante del suelo y decidí volver a casa, no iba a volver a la habitación en donde el humano seguramente se encontraba. —En la historia de los licántropos que conozco ha habido demasiados alfas que se emparejan con un humano, ¿la especie importa para ti acaso?— se quejo y estoy seguro que se cruzó de brazos —Se que no será fácil porque no podrá saciar tus deseos, pero es nuestro destinado. La diosa nos lo dio por alguna razón. —Si, lo hizo para molestar mi mal genio. La diosa lo sabe todo, ella debió anticipar que odio a los humanos y aún más a los que tienen aires de superioridad. —Solo te recuerdo que antes de conocer que era tu Mate eran amigos. —Silencio— cerré la conexión y continúe mi camino. —Franz, espera— el humano habló detrás de mi. Yo solo seguí caminando, ignorándolo por completo —Que esperes te digo— rápidamente se acercó y me tomó del brazo para impedir mi huida. Yo me solté brutamente de él y lo miré serio —¡Estas cruzando la línea!— dije alterado, si que lo hacía y lo peor era que a Leyna no le molestaba en lo más mínimo. —Yo en verdad me equivoqué— me miró y su expresión en serio demostraba arrepentimiento, aunque no iba a creerle. Estaba seguro que si caía él iba a ser él y me arrastraría a sus locuras. —Me alegra que al fin te des cuenta— rodé la mirada y me solté de su agarre, —Si ya terminaste, me voy— me giré y comencé a caminar. —Me gustas, Franz— dijo y Leyna bailo de emoción al escuchar aquella confesión. Yo me detuve y me quede en mi lugar por algunos segundos, tratando de entender lo que me había confesado. Me giré y lo miré —No digas estupideces— había algo que no lograba comprender y por ello la frustración comenzó a formarse en mi interior. —Se que debí habértelo dicho desde un inicio, pero era cobarde y no me atrevía a hacerlo— dio pequeños pasos en mi dirección. —En verdad estoy arrepentido por lo que te hice. Yo solo retrocedía al mismo tiempo que él avanzaba, quería tratar de entender su confesión, pero Leyna pedía a gritos que me abalanzara y lo marcara como un objeto de mi propiedad. Y cuando menos lo espere, él se abalanzó sobre mí y me rodeó con sus brazos. Su rostro quedó frente al mío y mi rostro se ruborizó, mi corazón comenzó a latir al mil por hora y mi mente quedó bloqueada. Intente zafarme de él, pero me fue inútil, Leyna se sentía protegida con el humano cerca. En un breve tiempo se acercó a mis labios y los besó, sin importarle nada, apasionadamente. Su beso fue correspondido, de nuevo. Su aroma era envolvente, tanto que me hizo perder la razón —Mierda— susurré cuando separamos nuestros labios. Leyna estaba tomando el control de a poco y sino me detenía en ese momento era casi probable que mi ciclo de calor comenzara. Muy tarde, mi cuerpo comenzó a arder cuando él comenzó a pasar su mano por debajo de mi camisa, cada rose que hacía quemaba mi piel. —¿Te gusta?— susurró cerca de mi oído Yo asentí, realmente mi cuerpo estaba quemando y pidiendo que las caricias se intensificaran y satisficieran cada extremo de mi cuerpo. Pedia que sus manos recorrieran mi cuerpo por completo, que sus ojos se suspendieran en los míos. Ansiaba poder tomarlo y marcarlo como mi pertenencia. Insatisfecho lo tomé de la mano y fui con él hasta la habitación. Una vez dentro asegure la puerta y lo lleve hasta su cama, ahí él se sentó y yo me senté sobre sus piernas —No me culpes si esto sale mal— lo miré a los ojos —Tú fuiste quien comenzó todo— susurré y luego me acerqué a sus labios para besarlos. Sus manos comenzaron a moverse mientras el beso ocurría. Comenzó a desabotonar mi pantalón y luego los botones de mi camisa. Cada movimiento que hacía, cada caricia, cada beso, cada mirada; hacía que Leyna se saciara, y también me saciaba a mi. (...) A la mañana siguiente desperté en su cama, junto a él. Yo estaba acurrucado en su pecho, recargando mi cabeza sobre su brazo. Lo miré detalladamente, había algo en el que me atraía, pero aún no sabía decir con certeza si eran sus largas pestañas o sus suaves labios. Cuidadosamente me levante y corrí al baño, ahí me miré al espejo, estaba repleto de marcas hechas por el humano. —Mierda— susurré y salí. Fui a buscar algo de ropa y me cambie, después me acerqué a la cama del humano y lo miré, él aún dormía, como si nada hubiera pasado. Le quite la cobija que lo cubría y mire que su cuerpo también estaba cubierto por marcas que yo había dejado. —Despierta— dije en seguida. El despertó dando un brinco. Al principio estaba desorientado, pero cuando sus ojos se encontraron con los míos mostró una tonta sonrisa —Hola— susurró. —Dejaste mi cuerpo completamente lleno de marcas— reclame, mirándolo seriamente. —Bueno, eso es porque ahora me perteneces— se puso de pie y se acercó a mí rápidamente —Tus labios lo susurraban cada que tenían oportunidad— rodeo mi sintiera con sus besos y acercó sus labios a mi oído —Ahora no hay forma de que puedas escapar de mi— susurro y su aliento rosando mi piel, su voz hizo que mi corazón palpitara. —Tonterías— lo aleje de mi, aunque Leyna; no, yo necesitaba más de eso. —Lo que ocurrió fue un error— lo miré a los ojos —Mi ciclo de calor estaba por comenzar, necesitaba a alguien para saciarlo— me excusé. —Creo que eso debiste pensarlo antes de meterte en mi cama— volvió a acercarse a mi y atrevidamente robó un beso, mismo que fue correspondido. Estos sentimientos no eran tan malos como parecían, aunque aún tenía miedo de confesar lo que sentía y terminar herido. Él era un humano y ellos son un muy mal sabor de boca, juegan con los sentimientos de los demás y usan a los demás. ¡Ahhh! ¿Por que esto debe ser así de complicado?
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