Capítulo 11

1092 Words
¿Podía decir que ahora él y yo salíamos? ¿Teníamos una relación acaso? No. Porque nada cambio después de eso. Si, todo gracias a mi tonto orgullo, o al suyo, realmente no lo sabía. ¿Debía perderlo? Él era quien debía decir la palabra, no yo. Aunque ciertamente ahora ya no éramos tan desconocidos y hablábamos regularmente. Nos saludábamos cuando nos encontrábamos por los pasillos. También el había agendado mi número telefónico en su celular y cada noche me llamaba para desearme buenas noches o contarme algo interesante. Luther siempre me cuestionaba sobre mi tipo de relación con Rudolf, pero yo siempre decía que éramos amigos y ya. Tenía que guardar el secreto de que él era quien me ayudaba en los ciclos de calor. Incluso lo había ocultado de Luther, nadie debía saberlo porque aún no sabía cómo controlar la situación. Entonces la gota que derramó el vaso de mi paciencia llegó. Esa chiquilla insolente, la que no lo dejaba en paz desde siempre se le abalanzó y lo abrazo. Leyna gruño, dejando ver su temperamento —¿Que sucede?— pregunto Luther. —Ese idiota— Susurré y no despegue la mirada de él. Luther miró detrás de él y en seguida volvió su vista a mi —¿Rudolf? ¿Qué con él? —Mierda— Susurré cuando ví que Rudolf no la había apartado de él. Me levanté de la silla y camine apresurado a dónde él estaba. Una vez llegue a su lugar lo tome del cuello de su camisa y lo jale —Ven conmigo— comencé a caminar molesto. Todo mundo dentro de la cafetería nos miró, pero centraron su mirada sobre mí. ¿cómo me atrevía a tocar a ese chico? Sencillo, me pertenecía y yo podía hacer lo que quisiera con él. —Oye, oye— dijo tratando de hacerme detener, pero yo no lo hice, solo quería alejarlo lo más que fuera posible de ella y marcar lo que era mío. Hacer lo que debí haber hecho desde el principio. Cuando salimos de la cafetería lo lleve a la habitación, abrí la puerta, lo avente dentro, entre también y cerré la puerta con seguro. —¿Pretendes darme celos?— camine hacia él, mostrando mi temperamento alfa. —Eres mío, Rudolf. No voy a permitir que esa mocosa vuelva a acercarse a ti nunca más. El sonrió y también se acercó a mi —Lo se, cariño— dijo mientras daba pasos lentos —Asi como tú eres mío— me miró y mostró sus colmillos —¿Prefieres que te marque ahora mismo o prefieres que lo haga mientras tú ciclo de calor ocurre?— susurró, con su aliento rozando mi cuello. Yo solo me deje llevar por sus provocaciones. Estaba listo para afrontar las consecuencias de mis actos. Libere mi aroma, provocando e incitando su descontrol. —No podría esperar a mi próximo celo— Susurré cerca de él. Mostré mis colmillos y cedi un poco a la dominancia de Leyna y por ello mis ojos se tiñeron de otro color —Te reclamo como mi pertenencia, Rudolf— lo mire a los ojos y rodeé su cuerpo con mis brazos. —Acepto tu reclamo, Franz— él correspondió a mi abrazo. —Y te reclamo como mi pertenencia— se acerco a mi cuello y lo beso. Yo lo mire, mostré una sonrisa y me acerque a sus labios para depositar un beso. El me cargo de los muslos y yo me aferre a su cuello. —Hazme tuyo, márcame— pedí mirándolo a los ojos. El sonrió —Hare lo que mi alfa quiera— se acercó a mi cuello y encajo sus colmillos en el. Mi cuerpo se erizo por completo, una corriente de energía se paseo por mi piel y mis pupilas se extendieron. Un gemido salió de mis labios. Envolví mi cuerpo en el suyo y también me acerque a su cuello. Mordí su cuello, solidificando con eso, la marca. Ahora ya nadie podía arrebatarme a mi ser destinado y tampoco podrían apartarme de él. Ahora éramos uno solo. La bendición de la diosa luna había caído sobre ambos. Con la marca completa mi loba aulló de felicidad. Leyna por fin estaba tranquila de poder sentir la escencia de nuestro Mate. Sabía que era algo arriesgado lo que acababa de hacer. Pero ya no me daba miedo afrontar las consecuencias. Realmente ahora lo único que me importaba era que mi Mate estuviera a mi lado. —Franz ¿Estás ahí dentro?— Luther preguntó y tocó la puerta. Rudolf camino en dirección a la puerta, conmigo aún aferrado a él. —¿Qué haces?— pregunté. Él removió el seguro de la puerta y la abrió —Eres mío ahora— dijo y salió de la habitación. —Hola, Luther— saludo a mi amigo —Llevaré a mi Franz conmigo, espero que no te moleste— le dió una sonrisa y siguió su camino. Yo mire a Luther, quien se quedó estático, mirando en la dirección a dónde Rudolf me llevaba. Sonrió y luego entro a la habitación. ¿Qué había significado esa sonrisa? —¿A dónde me llevas?— pregunté. —piedo caminar yo solo, no es necesario que me lleves así— estaba avergonzado, ya que la mayoría de alumnos ya nos había mirado. Así que solo oculte mi sonrojo en su cuello. —Es una sorpresa. Solo espera un poco— dijo y continuo su camino hasta donde su auto se encontraba. Me soltó, abrió la puerta y yo subí, en seguida el me ayudó a abrochar el cinturón de seguridad. Luego cerró la puerta y el también entro al auto. —Todos lo saben ahora— mire por la ventana del auto. Todo había ocurrido tan rápido. —¿Eso importa?— Luther tomo mi mano y la sotuvo por todo el camino. —Ahora solo somos tu y yo. Lo mire y sonreí —Si— Susurré. —Muy bien— se detuvo a mitad de la carretera y bajo del auto. Abrió mi puerta y me ayudó a bajar —Creo que hicimos las cosas mal— me miró —Estoy realmemte emocionado de que ahora estemos unidos por una marca que no pensé en hacer esto antes— sonrió, tomo mis dos manos y en seguida se hincó —¿Quieres salir conmigo, Franz?— pregunto. —Por supuesto— sonreí. Estaba emocionado. Estaba feliz. Sencillamente no había nada que pudiera borrar mi felicidad ahora.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD