CAPÍTULO DOCE El día se sintió pesado por el descubrimiento de esa mañana. Para cuando se hicieron las cuatro de la tarde y los resultados comenzaron a llegar, Avery se sentía como si llevara unas pesas alrededor de sus hombros. Era un peso que sintió al entrar en la sala de conferencias de la A1, un peso que se volvió más pesado con todas las miradas penetrantes de la sala. A lo que tomó asiento frente a Ramírez, sintió la energía en el aire. Sabía que la información estaba llegando poco a poco (en su mayoría cosas que el equipo de ciencias forenses descartaba) y que se confirmó que los aretes eran costosos. Aparte de eso, no había nada concreto. Los susurros alrededor de la mesa y el hecho de que O’Malley estaba tarde la hicieron sentirse bastante segura de que cubrirían muchas cosas e