CAPÍTULO NUEVE
Media hora más tarde, Avery miró a Adam Wentz a través de un espejo polarizado. Ramírez estaba con ella, al igual que Connelly y O’Malley. O’Malley estaba leyendo los archivos de Wentz, haciendo ruidos cuando leía ciertas cosas.
“Si este cretino es lo suficientemente inteligente como para secuestrar y luego quemar el cuerpo de alguien, entonces bailaré sobre una mesa en este momento”, dijo. “Este tipo es un desperdicio de espacio. Sí, probablemente se merece estar en la cárcel por alguna razón, pero no por la muerte de Keisha Lawrence”.
“No lo sabemos con certeza”, dijo Connelly. “No lo sabremos hasta que lo interroguemos adecuadamente”.
“Sí, buena suerte con eso”, dijo Ramírez. “Es como hablar con una pared de ladrillo... una pared de ladrillo muy tatuada”.
Connelly
