Anna Sophie.
Aprieto mis manos juntas mientras Dereck conduce el auto a través de la ciudad. Ninguno dice nada, creo que ambos estamos igual de anonadados y perplejos sobre lo que acaba de pasar. Y es que ese lugar parecía un circo repleto de animales salvajes.
Después de varios minutos conduciendo, Dereck estaciona el auto a un lado de la autopista y me mira, sus cejas fruncidas con preocupación.
— ¿Estás bien? — Pregunta, las manos apoyadas en el volante.
Me impacta por un momento verlo allí, conduciendo mi auto. Es a la única persona que he dejado que lo conduzca. Este auto era de mi padre y él lo amaba. El coche tiene gran valor sentimental para mí por lo importante que era para papá. Ni siquiera a mi hermano lo he dejado conducirlo. Entonces, ¿por qué se lo permití a este casi desconocido? Recuerdo lo que sentí en el caos de esa fiesta y encuentro mi respuesta.
Estaba desesperada y, maldición, por mucho que me moleste, confío un poco en él. Es decir, estoy segura de que Dereck no sería capaz de hacerme daño. Ahora falta que mis pensamientos vengan a morderme el culo y mañana amanezca muerta en una zanja por culpa de este sujeto.
Me río de mi propia histérica mente y lo miro.
No, creo que él es inofensivo.
— ¿Estás bien? — Pregunta de nuevo, mirándome aún más preocupado que antes.
— ¿Qué fue eso de allí?
— No tengo la menor idea — niega y se ve como si estuviera intentando salir de un shock —. Pero eso fue una locura.
Nos miramos fijamente por varios segundos y, como un par de desquiciados, empezamos a reírnos con todas nuestras fuerzas. La verdad no tengo idea por qué reímos si ambos pasamos un susto de muerte, pero aquí estamos, incluso yo estoy llorando lágrimas de lo fuerte que es mi risa.
Detengo mis carcajadas cuando él, casi con temor, acerca su mano a mi rostro y remueve con su pulgar las dos lágrimas que se han escapado. Me mira a los ojos como para medir mi reacción, pero al ver que no me alejo, sigue acariciando mi mejilla más tiempo del necesario.
Aclaro mi garganta y aparto mi mirada hacia el paisaje que se ve por la ventana. Él aleja su tacto y cuando vuelvo a mirarlo, creo encontrar algo de vergüenza en su semblante.
— ¿De dónde conoces a Lizzy? — Pregunta cuando el silencio se ha prolongado demasiado.
Apoyo mi mejilla en la cabecera del asiento y me giro a mirarlo, mis piernas subidas sobre la silla y dobladas en una posición que no revela nada.
— Trabajamos en el mismo bar.
Levanta sus cejas, sorprendido.
— Trabajas en el bar de Adam — susurra —. ¿Cómo es que no te he visto antes?
— No tengo idea, ¿vas muy seguido?
— He ido a recoger a Lizzy de allí — él adquiere mi misma posición y, a los pocos segundos, su mirada cae en mis piernas desnudas. Casi espero que diga algo travieso, ya un poco acostumbrada a su humor, pero, en cambio, hace algo que me sorprende —. Debes tener frío — y se quita su chaqueta para dejarla sobre mis muslos, cubriéndolos.
— Gracias — digo con sinceridad.
Ambos nos miramos fijamente por varios segundos, hasta que una sonrisa se estira en sus labios.
— Rojita — dice casi cariñosamente y se estira para darle un rápido y suave tirón a un mechón de cabello.
— Sophie — le digo, devolviendo su sonrisa.
— Rojita te queda bien — entrecierra sus ojos y dice casi inaudiblemente —: mi rojita.
— Copia barata de Zac Efron — le digo burlonamente.
Él se ríe a carcajadas.
— Joder, eso dolió. ¿Sabes que las amigas de mi hermana, de tan sólo ocho años, me obligan a jugar con ellas y siempre tengo que fingir ser Troy Bolton?
— No lo dices enserio.
— Completamente — asiente —. La verdad, no encuentro el parecido, yo soy más guapo que él.
— Por supuesto — digo sarcásticamente, aun cuando es cierto —. Debe ser el cabello castaño y los ojos azules.
— No me digas, Sherlock — me devuelve el sarcasmo, lo que me hace rodarle los ojos con fastidio.
El sonido de su teléfono con mensajes entrando repetidamente nos hace sobresaltarnos. Aparto la mirada y le doy la privacidad que puedo dentro del pequeño espacio del auto para que pueda responder tranquilamente.
— Mierda — murmura.
— ¿Ha pasado algo?
— Sí — me mira casi lívido —. Quien empezó la pelea en la fiesta fue Jared.
Maldita sea.
***
Ambos nos bajamos rápidamente cuando estaciona de nuevo el auto en la casa en donde fue la fiesta. Sólo que ya no hay fiesta. Ahora hay un desastre. Todo está destruido, no importa hacia dónde miremos. Hay bebidas, basura, incluso prendas de ropa regadas por todo el lugar.
— ¿Qué ha pasado? — Dereck pregunta cuando, al entrar, nos recibe un chico de cabello n***o y ojos azules pero cansados.
— No lo sé — murmura —. Jade está arriba con él. Creo que fue una discusión con Lizzy. Ella se marchó en algún momento de la noche y él lo perdió. Se emborrachó y empezó una pelea sin sentido. No tengo idea por qué.
— Mierda — Dereck suelta mi mano, que no sé en qué momento las entrelazamos, y empieza a marcar en su teléfono —. Ella no atiende, ni siquiera recibe mis mensajes.
— Lo hubieras visto, Dereck — el ojiazul continúa —. Estaba hecho pedazos.
Nos quedamos en silencio por varios segundos, todos tratando de asimilar lo que acaba de pasar. Entonces el chico me mira, luego mira a Dereck interrogante.
— Ella es Sophie, amiga de Lizzy y Jared, nos la iba a presentar esta noche.
— Cierto — él parece recordar —. Me hablaron algo de ello ayer. Soy Thomas, el mejor amigo de Jared.
Le sonrío y aprieto su mano casi incómodamente debido a la situación tan extraña que estamos viviendo.
Una chica castaña, con los idénticos ojos cafés de Jared, baja las escaleras, viéndose un poco afectada.
— ¿Cómo está?
— Se quedó dormido — ella susurra, mirando a nadie en especifico —. No sé qué pasó con Lizzy para que él actuara así, pero fue algo enorme. Y ella ni siquiera me contesta el teléfono.
Me quedo allí de pie, escuchándolos hablar, pero me siento un poco ajena a ello. Aunque soy amiga de Lizzy y Jared, evidentemente no tengo la cercanía que todos ellos comparten. Me preocupa todo lo que está pasando, pero no tengo idea de qué hacer, no cuando ellos tampoco parecen saber qué hacer con ellos mismos.
De repente, Dereck me mira.
— ¿Te quieres ir ya a casa, rojita?
Miro la hora en mi teléfono, viendo lo tarde que es. Dereck no necesita una respuesta, parece leerla de mi semblante, porque pone una mano en mi espalda baja y me dice —: Vamos, te llevo.
Sus palabras me confunden.
— Pero… tengo coche y…
— No importa, yo te llevo en él y me devuelvo en un Uber — dice fácilmente.
Thomas y Jade miran disimuladamente de Dereck a mí con interés, lo que me hace sentir un poco avergonzada.
— No tienes que hacer eso, Dereck.
Él no responde a ello. Con su mano en mi espalda baja me invita a que salga, no dejando espacio para una discusión. Me despido de los chicos con un movimiento de mi mano y salgo de allí, no queriendo empezar una pelea por algo tan tonto. No después de todo lo que ha pasado con Jared.
— ¿Crees que estará bien? — Pregunto dentro del coche.
— No tengo idea, pero si Lizzy no responde, algo bien feo debió suceder.
Se ve preocupado, realmente preocupado, lo que, siendo sincera, me conmueve.
Él no está resultando ser quien creía sería.
— Hey — toco su brazo cuando estaciona frente a mi casa —. Todo estará bien.
Me regala una pequeña sonrisa, casi perezosa, y asiente.
— ¿Quién iba a decir que terminaríamos esta noche así?
— Nadie — respondo —. Me avisas cualquier cosa que pase con Jared. Si soy de ayuda en algo, si necesitas algo, sólo llámame.
— ¿Me darás tu número?
Ruedo los ojos, pero registro mi número en su teléfono cuando me lo pasa.
— Para emergencias, mi querido Zac, no para flirtear.
— ¿Mi querido Zac?
— Mi querido Zac — asiento, risueña —. ¿O prefieres que te diga copia barata de Zac Efron?
— Joder, no — niega.
— Bueno, anda, llama un Uber — señalo su teléfono —. Ya es tarde.
— Y yo que creía que ibas a seguir tratándome con ternura.
— No te traté con ternura.
— ¿No? — Se burla —. ¿Estás segura de ello?
Niego, riendo.
— Anda, llama antes de que vuelvas a sacar a flote mi temperamento.
— Dios no lo quiera — murmura mientras finalmente contacta con su Uber —. Había disponible un coche a unas pocas calles abajo, ya debe estar por llegar.
Nos bajamos en silencio y cuando estiro mi mano para recibir las llaves de mi coche, él toma esa mano y me tira hacia él.
— Dereck — le advierto, pero no lo detengo cuando me arrincona contra el capó del coche.
— ¿Qué? — Murmura, distraído, tomando los laterales de mi cuello, sus pulgares se mueven por mi boca.
— ¿Qué estás haciendo?
— ¿Qué crees? — Tirito cuando besa la comisura de mi boca, mis ojos se cierran por instinto y su respiración compartida con la mía me causa escalofríos —. Eres tan sensible — susurra, paseando su nariz por mi cuello cuando giro mi rostro para evitar que me bese.
— Creo que ambos hemos bebido demasiado.
— Eres una mentirosa — dice divertido, puedo sentir su sonrisa contra mi piel —. Ambos estamos sobrios — toma mi cintura y aleja su rostro, así que abro mis ojos y lo miro cuando dice —: Acéptalo.
— ¿Aceptar qué?
— Te gusto tanto como tú me gustas a mí, pelirroja.
— Arrogante.
— Realista.
— Vete — le digo cuando su Uber se estaciona frente a nosotros.
— Bien — finalmente cede, sus manos en mi cintura dan un ligero apretón —. Pero tú y yo…
— ¿Tú y yo qué?
Me mira fijamente, sus ojos brillan con picardía, pero también con sincerad.
— Tú y yo, rojita, vamos a suceder.
Y con un ligero y muy rápido picoteo en mis labios, se marcha.