…y si, era Alberto. Salí rápidamente, nos sentamos en una banca que estaba afuera de la casa igual platicamos de todo, y nada, Alberto era muy agradable nunca había conocido a un chico como él nos despedimos y le dije: —Nos vemos mañana. Él me contesto: —No yo solo vengo cada año y mañana ya no voy a poder, sabes tienes el don y te pido un favor. —Claro tu dime. —Dile a doña Reina que la quiero y que estoy bien. Nos despedimos, yo con tristeza pues ya no lo vería, al abrir la puerta para entrar me voltee y ya no estaba solo vi las sombras, esa peregrinación. Entre rápidamente me regrese al sillón y me acosté nuevamente, no me dormí solo pensaba lo que había visto, así me quede dormida, al otro día había muchos preparativos pues el altar tenía que quedar antes de las doce del día