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Había pasado una semana desde su llegada al planeta, y se sentía tan confundida como se había sentido tras esta. Y también igual de frustrada. Tras su captura en el patio del palacio, Creon había cargado con ella de vuelta a sus habitaciones y su madre, Morían, les había preparado algo de comer con mucha paciencia mientras Creon se ocupaba de que Harley le curase la pierna y el brazo. Carmen al principio se había mostrado escéptica, pero al cabo de unos minutos el dolor había desaparecido.
Después de aquello, Morian y Creon le habían ofrecido una breve historia de su mundo y de sus creencias, es decir, de las creencias sobre los compañeros predestinados. Carmen había escuchado, pero le resultaba imposible creer que el hecho de que se fuera pudiese dañar, mucho menos matar, a Creon. En
