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Creon oyó la voz de Mandra antes de entrar en la sala de conferencias, y a juzgar por el sonido, su hermano mayor estaba de mal humor. Entró justo a tiempo de verlo amenazando con apalear a Zoran.
―¡Has traído a esas mujeres! Debería darte una buena patada por ello ―gruñó Mandra en voz baja.
―¡Lo secundo! ―intervino Creon, entrando y avanzando sin hacer ruido para sentarse a la preciosa mesa de palisandro con el proyector de holovídeo situado en el centro―. Yo te ayudo, Mandra, y lo disfrutaré mucho.
No pudo evitar lanzarles una mirada sombría a Trelon y Kelan cuando se situó en uno de los cómodos asientos de cuero oscuro. Se frotó la frente con una mano cansada antes de reclinarse para observar cómo chocaban sus hermanos mayores. Estaban aferrados el uno al otro, con los músculos te
