Un par de horas después, Atlas y yo estamos sentados en su auto comiendo helado. Ha sido una cita increíble hasta ahora. Me encanta pasar tiempo con Atlas. Nos gastamos bromas mutuamente y a él no le importa mostrar afecto en público. Incluso se sentó en el mismo asiento que yo en el restaurante al que me llevó. El sol se puso hace un rato. Atlas todavía está terminando el último trozo de su cucurucho de helado. Un escalofrío me recorrió. "¿Tienes frío, cariño?" preguntó Atlas. Asentí. "¿Quieres subir al coche? Aún no estoy listo para llevarte a casa", dijo él. Me reí. "De acuerdo, pero... ¿podemos ir en el asiento trasero?" pregunté dulcemente. Le lancé a Atlas mis mejores ojos de cachorro, asegurándome de empujar realmente el acto inocente que le encanta. Atlas me miró por un momen