Un encuentro muy accidentado

4436 Words
Capítulo 2 Un encuentro muy accidentado Paulina estaba que echaba chispas del coraje que tenía hacia su padre, puesto que no podía entender el porqué la tenía que hacer pasar por semejante humillación. Susana estaba de acuerdo con que Paulina trabajara, pero le parecía descabellado que Colate la hiciera pasar por tantos sacrificios y más aún cuando tenía que hacerse pasar por una simple empleada. — Colate no te parece que estás exagerando? Está bien que pongas a Paulina a trabajar, pero por qué no puede hacerlo como tú hija que es?— Le dijo Susana preocupada. Colate que no aceptaba que Susana se metiera en sus decisiones y mucho menos si esto tenía que ver con la empresa, le respondió dando un golpe en la mesa: — Tú eres la menos que tiene derecho a opinar en esta casa, el único que sabe manejar las cosas tanto en la empresa como aquí, soy yo. Tú hazme el favor y te vas a fregar platos, que es para lo único que sirves. Susana estaba cansada de tanta humillación por su parte, sentía que prácticamente era un ser nulo en esa casa, pero tenía miedo de rebelarse y poner a Colate de una vez por todas en su puesto. Las lágrimas comenzaron a rodar por su rostro, quería ser más valiente para pegarle cuatro gritos, pero eso sólo estaba en su imaginación, de pronto se dejó llevar y se imaginó haciendo lo que realmente le gustaría hacer. “Sabes una cosa Colate, por mi te puedes ir al mismísimo carajo” Después de quedarse pensando lo que solamente estaba en su mente, Colate le gritó: — Y se puede saber por qué te quedaste viendo el techo? ¿Se puede saber en qué estás pensando? Susana aterrizó y de pronto hasta sintió alivio de que todo lo que había dicho, tan sólo se lo había imaginado. Así que inmediatamente le respondió: — No, nada Colate, tienes razón, mejor me voy a la cocina a lavar los platos. Mientras tanto Paulina había salido de la casa tratando de ver cómo hacía para poder llegar a la empresa sin auto, mientras caminaba iba pensando: “No me parece justo que mi padre me haya quitado el auto, además que no permita ni siquiera que vaya con él a la empresa, es que ni siquiera puedo tomar el auto de mamá que está prácticamente en la casa de adorno. ¿Y ahora cómo voy a llegar a la bendita empresa del carajo?” Siguió caminando y de pronto vio que venía un bus que estaba que se reventaba del gentío que iba como sardinas en latas. Ella lo miró y se quedó con la boca abierta ya que no podía entender cómo la gente podía viajar de esa forma puesto que ella jamás se había montado en un transporte público. Pero no le quedaba de otra, no tenía suficiente dinero para un taxi y era misión imposible irse caminando, puesto que llegaría al día siguiente. Así que se armó de valor, y sacó la mano para detener el bus de pasajeros. Cuando éste se detuvo enfrente de ella y el chofer abrió la puerta para que pasara, ella le dijo? — ¡Buenos días! El chofer le sonrió y le dijo: — Buenos días señorita, suba por favor. Él le había abierto la puerta y ella estaba perpleja sin poder entender, cómo iba a hacer para subir y atravesar toda esa cantidad de gente. En vista de que Paulina no hacía ningún movimiento para subir al bus, el chofer le preguntó: — ¿Va a subir? O se va a quedar mirando el paisaje? Señorita tengo prisa. Paulina lo miró y abrió los ojos sorprendida mientras miraba al montón de personas que casi no podían moverse. Ella le respondió: — Sí señor, voy a subir, pero necesito que me deje en la empresa de arquitectura Dosamante y asociados por favor, tengo prisa. Gracias. El chofer y todos los pasajeros al escuchar la barbaridad que había dicho Marielena, no esperaron mucho tiempo para soltar la carcajada. Paulina no comprendía la burla, ella sólo había hecho una pregunta según ella coherente, además si era un transporte público, este tenía que llevarla a donde ella le dijera. El chofer le respondió: — Mira lindura acaso no te has dado cuenta de que esto no es Uber? Si quieres quedarte en la fulana empresa, anda y busca un taxi, así que yo arranco, adiós. Paulina al ver que el bus la iba a dejar allí plantada, le dijo: — Señor espere no se vaya, está bien yo me voy a subir, pero no me deje aquí por favor. Paulina subió al bus, inmediatamente al entrar puso una expresión de desagrado al sentir los malos olores de algunas personas que tenía ahí de cerquita y con los brazos arriba agarrándose de la baranda del autobús. Ella trataba de no respirar, echaba la cabeza para atrás, pero la gente igual se le pegaba. Enseguida pensó para sí: “Diossssss pero qué diversidad de olores hay en este bus. Siento que me los pegaron todos. Dígame este señor que llevo a mi lado, parece que se hubiera bañado en una tina de cebollas, iuuuuuuukkkkk!” Luego de 25 minutos aproximadamente de viaje en ese bus que para ella fue una de las experiencias más aterradoras de su vida, por fin estaba llegando a su destino aunque le iba a tocar caminar unas cuantas calles más. Comenzó a pedirle al chofer que se parara, pero este entre la música y el bullicio de la gente no la escuchaba. Tuvo que pasar por encima del montón de gente, mientras sentía que unos la llenaban de sudor y otros estaban a punto de hacerle devolver con su mal olor, lo poco que se había comido en el desayuno. Hasta que por fin llegó a donde estaba el chofer y le gritó: — ¡Mire usted! Deténgase, tengo rato diciéndole que se pare y usted como si nada. ¿No se da cuenta que me bajo aquí? El chofer la miró y le dijo: — Ay sí la princesita quiere que le tiendan la alfombra roja. Aquí está su majestad en su parada. Paulina bajó dándose codazos con todo el mundo, cuando por fin salió del autobús, comenzó a olerse ya que sentía que todos los olores se le habían pegado de su ropa. Estaba realmente hecha un desastre, la blusa arrugada, el cabello como un alambre, se le había roto la tira de la cartera, en fin , era como si se hubiera metido en medio de un huracán. Y pensar que todavía le faltaba caminar unas cuantas calles para poder llegar a la famosa entrevista de trabajo, que para ironías de la vida, era en la empresa de su propio padre. Paulina estaba llegando a la empresa, eran las 8:30 am. Y la entrevista la tenía pautada para las 8:00 am. Entró con toda la calma, puesto que tuvo que caminar cuatro calles bastante largas desde donde la había dejado el autobús. Al entrar al empresa llegó a la recepción y estaba una joven hablando por teléfono de lo más entretenida, Paulina se acercó y le dijo: — Buenos días, me está esperando el Lic. López, le podría decir que Paulina.. — en ese momento se quedó en silencio y recordó que su padre le había dicho que no quería que nadie en la empresa se enterara que ella era su hija, así que se puso a pensar “y ahora qué digo? Porque no puedo decir que soy una Dosamante, entonces qué apellido me pongo? ¡Dios! Mi papá y sus ocurrencias, bueno ya sé, me voy a identificar con el apellido de mi madre” — Soy Paulina De la fuente. — Le dijo. La recepcionista la miró y le hizo señas con la mano de que se esperara, ella estaba instaladísima y además comodísima hablando por teléfono y Paulina impaciente porque de por sí ya estaba retrasada. Al ver que pasaban los minutos y la recepcionista aún seguía con su charla telefónica, Paulina metió su brazo por encima del mueble de recepción y le agarró la bocina y le colgó la llamada mientras le decía molesta: — ¡Mira ésta niña! ¿Más o menos cuánto tiempo tengo que seguir esperando a que termines tu visita telefónica? Te dije hace exactamente 5 minutos con 18 segundos, que tengo una cita con el Lic. López, y ya estoy retrasada, será que puedes tener la amabilidad de avisarle, ¡Gracias! La recepcionista la miró y se quedó perpleja al ver la reacción de la joven, así que enseguida molesta le dijo: — Señorita hágame el favor y respete, yo ni siquiera sé quién es usted, además el Lic. López está ocupado y no puede atenderla. Paulina que ya estaba perdiendo la paciencia y estaba casi a punto de decirle quién era ella realmente, trató de calmarse y respirar, puesto que pensó: “Paulina cálmate, mira que si dices que eres la hija del dueño, vas a quedar fuera de la herencia” — Dile que vengo de parte del señor Colate Dosamante, ¿será que puedes hacer eso sin que se te parta una uña? La recepcionista al escuchar que la había enviado el señor Colate Dosamante, no le quedó de otra y agarró la bocina de mala gana y marcó a la oficina de recursos humanos y al escuchar la voz del Lic. López le dijo: — Disculpe que lo moleste Lic. López pero aquí en la recepción se encuentra una señorita que dice que viene recomendada del señor Colate Dosamante, ¿Qué quiere que le diga? — Dijo mientras miraba de arriba abajo a Paulina. El Lic. López que ya estaba al tanto de que Paulina iba a entrevistarse con él, al enterarse que ésta se encontraba allí, miró su reloj y le dijo a la recepcionista: — Dígale que suba inmediatamente, aunque llegó retrasada, pero sin embargo la voy a recibir. La recepcionista le dijo: — Dice el Lic. López que a pesar de llegar retrasada te va a recibir, así que puedes seguir adelante, subes al piso 8, en la última oficina a la izquierda. Paulina respondió: — Gracias! Espero que no se te haya fundido el cerebro por tanta información. La recepcionista la miró de arriba abajo y le dijo: — ¡Pero qué igualada eres, ni que fueras la dueña! Paulina quedó mirándola y levantó su mano como en un gesto de decir “Basta yo soy la dueña” pero cada vez que se recordaba de las palabras de su padre y de la posibilidad de quedar fuera de toda su fortuna, se retractaba, además no tenía a dónde ir, porque de ella no aceptar ese empleo en la empresa, tenía que irse de la casa. Lo que le cambiaría la vida por completo, más de lo que ya lo había hecho. Así que prefirió quedarse callada y seguir su camino para llegar a la dichosa entrevista con el tal López. Subió al ascensor y se quedó en el piso 8 donde le había indicado la recepcionista que se encontraba la oficina de recursos humanos. Al llegar allí, se fijó que al final del pasillo, había una puerta con un aviso en la entrada. Se acercó y efectivamente decía: Dpto. De recursos humanos, Lic. López. Respiró profundo y decidió tocar dos veces. Luego escuchó una voz ronca que le dijo: — ¡Adelante! Paulina abrió la puerta y al entrar, se encontró con una oficina llena de humo de cigarrillo, era tanto el humo, que parecía que la oficina estuviera metida en medio de la neblina. Ésta entró y comenzó a toser mientras con la mano trataba de sacudirse el humo. Paulina dijo: — ¡Dios mio! ¿Cómo puede trabajar así? Casi no veo por donde camino. El Lic. López era un hombre mayor, tenía muchísimos años en la empresa al mando del manejo de todo el personal, era un hombre canoso, con barba larga, se vestía chapado a la antigua y le gustaba fumar mucho habanos, de hecho se la pasaba con uno en la boca todo el santo día, era un hombre solitario, con un carácter fuerte, pero en el fondo tenía un buen corazón. Conocía a Paulina desde que esta había nacido, pero después con el pasar del tiempo, ella fue creciendo y perdió todo contacto con la joven, además Paulina jamás se interesó por los asuntos de la empresa, por lo que jamás frecuentó las instalaciones de la misma, es por esa razón que ninguno de los que allí trabajaban la conocían personalmente, sólo se había escuchado su nombre. Así que no la veía desde que era una niña, pero sabía el porqué ella iba a esa entrevista de trabajo con él, ya que Colate el padre de Paulina, le pidió ese favor personalmente a López, porque quería darle una lección a su hija a ver si de una vez por todas, escarmentaba y ponía las riendas en su vida. Colate quería que en un futuro ella como su única hija que era, se hiciera cargo de la empresa cuando ya él no pudiera estar al frente. Colate era un hombre prepotente, egoísta, misógino, narcisista, pero a pesar de portarse tan mal con Susana, la madre de Paulina, él amaba a su hija y en el fondo quería lo mejor para ella. — ¡Buenas tardes! — le dijo López Paulina al escuchar eso, miró su reloj y pensó que el Lic. Estaba desvariando, atribuyéndolo a la cantidad de humo que había en la oficina, así que pensó: “De seguro que el humo lo hizo perder la noción del tiempo” Paulina le respondió: — Será buenos días que quiso decir, creo que el humo no le deja ver bien el reloj. — dijo mientras tosía. El Lic. Le respondió sacándose el puro de la boca mientras soplaba el humo: — Veo perfectamente mi reloj y por esa razón le digo buenas tardes, porque ha llegado retrasada a la entrevista, 45 minutos, con 15 segundos. Paulina lo miró y le dijo: — Usted no tiene idea todo el horror que fue llegar hasta aquí, primero tener que subirme al autobús del terror, tener que viajar en él durante casi media hora, soportando diversidad de olores exóticos y no conforme con eso, tener que lidiar también con gente que parecía sacada de la jungla, donde me empujaron, me dieron manotazos y además me pegaron todos sus olores espantosos, para de igual forma tener que quedarme a casi cinco calles de la empresa y tener que llegar así como si hubiera salido de un zoológico. Aunque bueno no está muy lejos esa teoría al recordar la gente que se sube al autobús del terror. López observaba a Paulina mientras fumaba su puro, cuando ésta terminó de narrar toda su aventura en el autobús del terror, él le preguntó: — Ya terminó su relato ¿o tengo que soportar un poco más de su gran aventura? Paulina miró y comenzó a toser ya que no soportaba el humo del tabaco, sin embargo ante la pregunta insolente por parte del Lic. López, ella respondió: — Bueno no tiene porqué soportar mi relato, como yo tampoco tengo porqué soportar su horrible olor a tabaco. — Dijo mientras continuaba tosiendo. López la miró a través de sus anteojos y le dijo: — Jovencita usted no tiene idea con quién está hablando ¿No es así? — Claro que sí, usted es el Lic. López y me va a entrevistar para darme un empleo en ésta empresa, ¿No es así? — Exacto, pero ¿sabe usted jovencita cuáles son los requisitos para tener éxito en una entrevista de trabajo? — Nosé porque jamás había estado en una pero por casualidad será algo así como ¿Llegar a la entrevista?— Preguntó Paulina — Mire Paulina, le voy a hablar claro y conciso, porque no me gusta perder el tiempo y sinceramente si usted no fuera quién es, créame que por el sólo hecho de haber llegado tarde a la entrevista, ya la hubiera despachado hace exactamente 8, minutos con 55 segundos, que es el tiempo que lleva aquí narrando su historia de drama y horror en un autobús que toma cualquier ciudadano común y corriente para asistir a su sitio de trabajo y que por lo que veo, usted ve como si fuera un OVNI. Paulina lo escuchaba con atención y sin pestañear, hasta que le dijo: — Usted acaba de decir que sabe quién soy yo? Cuando dice eso, ¿Se refiere a que en realidad sabe quién soy? — Sí señorita Paulina Dosamante De la Fuente, sé perfectamente quién es usted, así que vamos a hablar claro, su padre me encomendó una misión que viéndola ahora en persona, me parece que va a ser una misión imposible de hacer, puesto que su padre quiere que yo la emplee en su propia empresa y sin ningún tipo de privilegios, asignándole un puesto de acuerdo a sus conocimientos y que va a desempeñar por el periodo de un año sin que nadie de la empresa se entere realmente quién es usted. Hasta ahí está todo bien, pero lo que no veo bien es su actitud de prepotencia y de falta de humildad. Y eso mi querida señorita, no puede aplicarlo mientras esté trabajando bajo perfil. ¿Me entiende o no me entiende? — Le preguntó López mientras le echaba el humo del tabaco en la cara. — Bueno pudiera entender mucho mejor si el humo de su tabaco no entrara tanto en mi cerebro cada vez que lo suelta. — Ok Paulina, vamos a ser más prácticos, dígame ¿Qué sabe hacer? Paulina comenzó a mirar hacia el techo tratando de pensar qué sabía ella hacer, porque en realidad esa pregunta jamás se la habían hecho, así que muy claramente respondió: — En realidad hasta los momentos todo lo he comprado hecho, si eso le sirve de información. — Señorita Paulina, creo que me está tomando el pelo y sinceramente no tengo tiempo para sus impertinencias. Cuando le pregunté sobre qué sabía hacer, me refería a en qué se destaca más, ¿cuáles son sus habilidades? ¿Ahora sí me expliqué bien? Paulina sonrió y le respondió: — ¡Ah pero haber empezado por ahí! Claro que tengo habilidades, sé cantar muy bien, ¿Quiere que le dé una cantadita? ¿Qué música le gusta? López se agarró la cabeza haciendo un gesto de obstinación y la miró diciéndole: — No, definitivamente no puedo con esta misión, es mejor que hable con su padre y le diga que usted es un caso perdido. No tengo la paciencia para lidiar con este tipo de cosas, además tengo suficiente con el trabajo de la empresa. Así que puede retirarse señorita Paulina. Paulina al imaginarse lo furioso que se iba a poner su padre, saltó de la silla y le dijo al licenciado: — No no no no no no no …. Espere espere espere, no me haga eso, ¿No se da cuenta que si no me da el empleo, me quedo sin herencia? Necesito el trabajo porque además mi padre me amenazó con correrme de la casa ¿Y a dónde voy a ir si además no tengo empleo? López alzó las manos al cielo como haciendo una plegaria puesto que sentía que no sabía cómo manejar esa responsabilidad que le había encomendado Colate. Pero conociendo a Colate como lo conocía, estaba seguro que si no le daba el empleo a Paulina, era muy probable que la desheredara y en realidad le dio mucho pesar ver a la joven suplicándole, porque si bien era cierto que ella no sabía hacer nada, no era menos cierto que los culpables de eso habían sido sus propios padres por haberle dado todo a manos llenas y con mucha facilidad. Así que respiró profundo y le dijo: — Esta bien señorita Paulina, la voy a ayudar, pero no crea que lo estoy haciendo porque me conmovieron sus palabras, por supuesto que no, lo voy a hacer única y exclusivamente para darle una oportunidad de que le demuestre a su padre que sí es capaz de pasar la prueba. Y también es un reto para mí, porque en todos mis años trabajando con empleados, es la primera vez que entrevisto a alguien que no tiene la menor idea de lo que es trabajar. Muy bien señorita Paulina, al parecer usted jamás ha conocido el rico placer que da el poder trabajar pero que ahora está a punto de probar, así que haremos algo, hay una vacante para ser la asistente de uno de los arquitectos nuevos que ha contratado la empresa, en vista de que no tengo otra cosa que ofrecerle hasta los momentos, entonces usted tomará ese cargo a partir de mañana a las 8:00 am en punto ¿Me escuchó? Debe entender que no puede llegar tarde bajo ninguna excusa, usted tiene que estar siempre puntual y por supuesto bien vestida, no puede volver a presentarse en esas fachas como lo ha hecho hoy a la entrevista. Paulina lo escuchaba con los ojos abiertos y con una expresión de asombro, puesto que ella pensaba que era nada más ese día de la entrevista que ella tenía que llegar a las 8:00 am. — ¿Quéeeeeeeeeee? ¿Tengo que volver a madrugar mañana? Nooooo eso no me parece justo. López la miró y le dijo: — Tiene que madrugar como usted misma lo ha dicho, mañana, pasado y todos los días de lunes a viernes, ¿O qué pensó? ¿Qué aquí se trabaja una vez a la semana? — ¡Claro que no! Pero por lo menos pensé que sería un horario justo. — ¿Y según usted, cuál sería un horario justo? — Bueno…por ejemplo para las personas que como yo tenemos que trasladarnos en ese autobús del terror y luego caminar cinco largas calles bajo ese sol inclemente para poder llegar aquí a trabajar como un esclavo, mínimo uno debería entrar a las 11:00 AM y salir a almorzar a las 12:00 luego entrar a las 5:00 PM y salir a las 6:00 PM. Creo que sería un buen plan de trabajo. López, se llevó las manos a la cabeza y le dijo: — Mañana a las 8:00 am en punto, ah y le advierto que el arquitecto Velásquez es un hombre muy exigente, así que de no cumplir bien con su trabajo, le advierto que estaría fuera de la empresa sin ningún tipo de contemplaciones. — ¿Y qué se supone que voy a hacer en ese puesto de trabajo? — Pues el arquitecto Velásquez le indicará lo que usted va a hacer, así que por eso no se preocupe. Ah y otra cosa, recuerde que no puede decirle ni siquiera al arquitecto Velásquez quién es en realidad usted. Y ya veo que el apellido que va a usar es el de su madre, pues bien de ahora en adelante se llamará Paulina De la Fuente a secas. Ahora se puede retirar, creo que ya he tenido suficiente de usted por hoy. Adiós hasta mañana, lárguese ya. — Bueno hasta mañana Lic. López ah y gracias por el empleo. Apenas Paulina salió de la oficina, el Lic. Se quedó pensando: “Dudo mucho que ésta jovencita aguante media hora de trabajo con el arquitecto Velásquez” Paulina había salido del ascensor y luego cuando pasó por la recepción, se quedó mirando a la recepcionista y le dijo: — Bueno nos vemos mañana y acostúmbrate, porque vas a ver mi cara todos los días. La recepcionista la miró con mala cara, sin embargo no le dio importancia y continuó con su trabajo. Mientras Paulina salía de la empresa cuando iba cruzando la puerta de vidrio de la entrada principal, se tropezó con un hombre que venía con un café en la mano y en la otra traía varias hojas enrolladas donde estaban dibujados unos planos. Pero ella venía tan distraída que no se dio cuenta de que tenía al hombre casi enfrente de ella y lo único que alcanzó a ver fue el café encima de su ropa y todos los planos en el piso salpicados de café. Paulina pegó un grito tan fuerte que se escuchó en toda la empresa, se le había manchado la blusa y el pantalón de café. Mientras que el hombre estaba furioso, puesto que los planos se le habían dañado. — Pero idiota ¿Acaso no tienes ojos? ¡Mira cómo me dejaste la ropa! — Oiga! No sea tan grosera, mire como se destruyeron mis planos, todo el trabajo de una semana, destruido en segundos y nada más por culpa de no fijarse por donde camina. Usted lava su ropa y listo, en cambio yo, tengo que comenzar a hacerlo todo de nuevo, lo que implica una semana más de retraso para poder entregar mi proyecto. — ¿Así? ¿Y acaso usted me va a pagar la lavandería? ¿Tiene idea cuánto cuesta ésta blusa que acaba de manchar con su mugroso café? — ¡Vaya! Como se ve que eres una niña mimada y además malcriada. Ah y me faltó maleducada porque ni siquiera una disculpa me has pedido después del desastre que acabas de hacer. — Disculpa? Osea helowwwww! Escuchen al señor, tan creído! Estás como loco si pretendes que yo Paulina hija de……— en ese instante recordó que no podía decir quién era en realidad, así que se retractó y se quedó callada. — ¿La hija de quién? ¿Por qué te quedaste callada malcriada? — Bueno porque a usted no le importa de quién soy hija y ultimadamente, me tengo que ir. Así que espero no verlo más nunca en mi vida, patán. — Pues vaya que en algo estamos de acuerdo, porque espero no verte más nunca yo tampoco, niña malcriada. Paulina salió de la empresa furiosa y el hombre recogió sus planos destruidos por el café y siguió su camino. Lo que ella jamás se imaginó era que ese hombre al cual había llamado patán era nada más y nada menos que el arquitecto José Alberto Velázquez el que a partir de ahora iba a ser su nuevo jefe. Paulina salió de la empresa furiosa y con la ropa hecha un desastre, definitivamente su ida a la entrevista, había comenzado con el pie izquierdo, sólo esperaba que al día siguiente su primer día de trabajo, fuera diferente.
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