Baúl de mensajes de Summer Cooper a Dominic Pauls:
Nic, Hallstatt es el pueblo más mágico que he conocido. Quisiera traer a mamá y a papá, traerte también a ti. El tranquilo oleaje del lago me recuerda a ti, ojalá vieras todo lo que mis ojos ven.
Amorosamente, una feliz Summer.
6. Lluvia, diferente lluvia.
Dominic.
— ¿Directo a casa, señor? — Dallas pregunta cuando me subo al coche.
Son las nueve de la noche, no es tan tarde, pero lo único que deseo ahora es la cama.
— Sí, por favor.
El auto hace ese suave ronroneo al arrancar y todo es absoluta paz mientras Dallas nos conduce por las calles transitadas de Londres. Afuera está lloviendo, no a cántaros, pero sí a una considerable intensidad. Aun así, la noche no está tan fría, no como se acostumbra para estas épocas.
Saco mi teléfono y miro nuevamente las fotos que mi madre me envió hoy en su crucero. Mis padres se ven felices y, para la edad que tienen, siguen viéndose bien juntos. Ahora mismo están en las Islas Galapagos, así que allí todavía es de día. Estoy tentado de enviarles videollamada, pero no quiero una retahíla de mi madre recordándome que debo comer y dormir bien. Tengo suficiente con Summer.
— ¿Señor? — Dallas me llama.
— ¿Mmm? — Levanto mi mirada para encontrar sus ojos en el espejo retrovisor.
— ¿Esa no es la señorita Summer?
Frunzo mis cejas y miro hacia donde él me señala.
— Mierda.
— ¿Sí es ella?
— Te apuesto a que sí — me estiro por mi chaqueta —, estaciona a un lado.
Tan pronto Dallas hace lo que le pido, abro la puerta y salgo sosteniendo la chaqueta sobre mi cabeza. Es casi inútil, la lluvia viene con brisa, así que termino mojándome.
— ¡Summer! — La grito, agilizando mi paso hacia donde ella está, parada en medio del parque, mirando hacia el cielo, sus brazos extendidos como si se estuviera ofreciendo como sacrifico en un ritual —. ¡Summer! — Gruño, irritado.
Ella gira su rostro en mi dirección, su cabello mojado golpea su rostro y la alegría con la que me mira es ridícula. ¿Qué demonios está haciendo?
— ¡Nic!
— ¿Estás borracha? — Continúo gritando, el sonido de la lluvia es un poco ensordecedor.
— ¿Borracha? — Summer hace un gesto que podría ser gracioso si no estuviéramos en esta posición, en medio de un parque, recibiendo la lluvia, con muchas probabilidades de enfermar de hipotermia.
— ¿A quién pretendo engañar? — Gruño otra vez, esa parece ser la única forma en que consigo hablar cuando ella está presente —. Eres perfectamente capaz de actuar así sin la influencia de nada.
Cuando intento poner mi chaqueta en sus hombros, ella se echa hacia atrás. El cardigán blanco que lleva puesto baila con ella, con su cabello y su risa musical.
— ¡Summer!
Me acerco de nuevo, pero ella vuelve a brincar hacia atrás, riéndose como si esto fuera un juego.
— ¡No seas infantil, carajo!
— ¡Deja de ser tan cascarrabias!
— ¡Perdón por no querer que nos enfermemos!
— ¡Entonces vuelve a casa, yo estaré bien!
Da una vuelta entera con su cuerpo, sus brazos extendidos y su rostro hacia el cielo. La luz de la luna alumbrando sus facciones la hacen lucir mística… y desquiciada.
Paso una mano por mis ojos, alejando el agua.
Joder.
— ¡Vámonos, Summer!
Ella me ignora, dando más vueltas y vueltas y vueltas, entonces me fijo por primera vez en sus pies y allí, lo veo.
Va descalza.
A la mierda.
Voy directo hacia ella, me agacho, presiono mi hombro en su vientre y la cargo con mis manos agarrando firmemente sus muslos. Jesús, estoy tentado de golpear su culo, algo totalmente irracional y que nunca sentí con nadie, ni siquiera en un ámbito s****l. Y Dios me ayude, no hay nada s****l en esto. Sólo un deseo inhumano de ajustarle las tuercas que tiene flojas.
Ella ríe, dejando escapar un risueño “bájame” que ignoro, hasta que me enredo con mi propia chaqueta y caemos al piso. Summer golpea mi pecho, mientras que mi espalda recibe todo el peso. Por supuesto, termino empapado, el frío colándose hasta mis huesos. Ella me mira risueña en todo momento, como si esta fuera la más grande de las aventuras.
Echo mi cabeza hacia atrás, hacia el cielo, sin importar el agua que cae en mis ojos.
— Dios mío, dame paciencia.
Summer tiene la decencia de girar fuera de mí, ocupando lugar a mi lado, mirando igualmente al cielo, pero con esa alegría que tanto la caracteriza.
— ¿Estás mal de la cabeza? — Le pregunto seriamente.
— No — me mira, sus ojos más azules que nunca, del tamaño de unas redondas esferas —, sólo intentaba lavarme las cosas malas que tengo encima.
Sus palabras golpean en mi pecho con la fuerza de una granada y yo me quedo allí, mirándola, viendo la tristeza que acompaña esa alegría.
¿Qué digo ante eso?
— ¿Y lo lograste?
— No es un camino fácil — vuelve a mirar al cielo, dándome una vista de su perfil —, pero creo que estoy avanzando.
La miro en silencio, de repente no puedo mirar hacia otro lado, y me encuentro preguntando qué más hay debajo de todas esas capas suyas. Summer es más compleja de lo que creía y no tengo la más mínima idea de cómo manejarla, no cuando es tan impredecible.
Summer Cooper es imposible de controlar, ella se sale de toda lógica que yo conozca.
Lamo lentamente mis labios, la humedad en ellos, y me armo de valor para hacer la pregunta que lleva rondando en mi cabeza desde ayer —: ¿Te violaron?
La observo casi minuciosamente, no me quiero perder nada en su reacción, quiero que ella me dé la verdad. ¿Qué haré con esa verdad? No tengo idea, pero de repente nada más importa, sólo conocer esa respuesta.
— Él no me puso un solo dedo encima, si es a lo que te refieres.
Aspiro una bocanada de aire, aliviado, sin saber en qué momento había dejado de respirar, entonces ella añade —: Pero hay más formas en las que una mujer se puede sentir violada… así que supongo que la respuesta es sí.
El silencio se establece y todo lo que se escucha son las gotas caer. Caen, caen y caen... y siguen cayendo mientras yo lucho con la rabia, incluso ira, porque, ¿cómo una persona puede hacer algo así?
Miro hacia el cielo, dejando que el agua me lave, lave la ira y el odio, porque estoy a un serio segundo de hacer algo pedazos.
No me agrada Summer, joder, ni siquiera la entiendo, y aunque no sé con certeza qué fue lo que le pasó, sé qué no importa la magnitud de lo que le haya sucedido, simplemente no debió pasarlo. No debió sentirse violada, ni siquiera por un único segundo de su vida. Punto.
Su risa me saca de mis pensamientos y cuando vuelvo a la realidad, la encuentro girada hacia mí.
— Déjalo ir, Nic — lame sus labios, tragándose unas cuantas gotas de agua —, no vale la pena, él ya está preso.
¿Cómo es que ella es quien me está consolando cuando ese debería ser mi papel en esta jodida situación?
Pero mi garganta tiene algo atorado, del tamaño del mundo entero, y nada consigue salir de mi boca.
Summer vuelve a reír, se pone de pie, y gira otra vez.
Ella gira y gira y gira.
La luna la alumbra.
La lluvia la baña.
Y se gana mi admiración en medio de su locura.
— ¡Ven conmigo!
Sacudo la cabeza, saliendo del trance en el que ella me tenía, y niego. No me quiero unir a ella, pero, increíblemente, tampoco me muevo de allí. Me quedo ahí, acostado en la fría hierba, mojado y sin ningún sentido, observándola a ella.
Nada de lo que estoy haciendo tiene lógica, tampoco parece tener mi control, evidentemente, el control de esta situación lo tiene ella.
Cuando Summer se cansa de reír con la luna y bailar con la lluvia, vuelve conmigo, apoyándose en sus piernas con las rodillas rozando mi costado.
— Cuéntame una verdad, Nic.
— ¿Qué?
No la entiendo.
— Yo te conté una verdad, es tu turno de cortarme una tuya.
Lo pienso, pero nada se me viene a la cabeza.
— No lo sé, no soy bueno para estas cosas.
Con la ayuda de mis codos, me levanto, y tomo mi chaqueta para dejarla sobre sus hombros. A este punto, mi camiseta blanca casi se transparenta y Summer sonríe coqueta cuando lo nota.
— No empieces — le advierto.
— ¡Pero yo no he dicho nada!
— Te puedo escuchar pensar.
Vuelve a reír, se arrulla en mi chaqueta y toma mi mano cuando se la extiendo para ayudarla a levantarse. Una vez de pie, intento soltarla, pero ella agarra mi mano con las dos suyas, sus pulgares acariciando mis nudillos, sus ojos mirándome tan brillantes como siempre.
— Entonces dime una cosa buena que te haya pasado hoy.
Lo pienso, pero sigue sin ocurrírseme nada, hasta que recuerdo —: Solucioné el problema de publicidad con el equipo de marketing.
La sonrisa de Summer se transforma en una mueca francamente chistosa, como si mi respuesta hubiera sido la peor.
— ¿Es en serio?
— Enserio — replico —, soy muy inteligente, no me tomó mucho tiempo solucionarlo, ahora recuperaremos en un día los millones que perdimos la última semana.
— Eres tan profundo como un charco de agua.
— ¿Qué?
— No tienes remedio, Dominic.
Suelta mi mano, acomoda mi chaqueta en sus hombros para cubrir su cuerpo que se sigue mojando, y luego empieza a caminar, aparentemente indignada.
Suspiro, mirando hacia el cielo.
¿Qué hice mal?
— ¡Ahora dame tu respuesta! — Grito, sacudiendo con cansancio mis brazos a mis lados, gotas de agua salpican de mi pantalón y camisa debido a lo mojado que estoy.
Summer se detiene por mis palabras y se gira entusiasmada, camina los pasos que se había alejado de mí y vuelve a mirarme con alegría.
— ¿De verdad quieres saber?
Me importa una mierda, quiero decirle. En cambio, me encuentro diciendo —: Claro, dime una cosa buena que te haya pasado hoy.
— Oh, son muchas, pero principalmente... — vuelve a reír, dando otra pequeña vueltecita, y cuando queda frente a mí, sostiene mis hombros y dice sin un atisbo de pena —: tú.
— ¿Qué?
— Tú — la lluvia nos llega con más fuerza y ella grita —: Tú siempre serás lo mejor de mi día, Dominic Pauls.
Abro la boca, luego la cierro, y cuando no encuentro nada por decir, ella arruga su pequeña nariz de botón hacia mí, mirándome con ternura.
— Vamos a secarnos, Nic, no quiero soportar tu ira si llegamos a enfermarnos.
Summer vuelve a tomar una de mis manos con las dos suyas y me empuja de vuelta al auto.
Mientras caminamos hacia donde Dallas nos espera dentro de la calidez del coche, miro brevemente hacia atrás, el agua sigue cayendo, la luna sigue brillando, la noche sigue avanzando, sin embargo… nunca volveré a ver la lluvia de la misma forma.