Al escuchar las palabras del hombre, Selene empujó a Frederick de encima de su cuerpo, pues la vergüenza de ser vista en esa situación con el rey fue abrumadora. Sus mejillas se tornaron enrojecidas y su mirada fue directo a la puerta que había dejado abierta, pero se sintió tranquila al verla cerrada. Frederick miró a Selene, se fijó en la manera que su pecho subía y bajaba sin compás, su propio corazón estaba igual y el deseo seguía ardiendo en su interior, él no deseaba detenerse. —Su Majestad —susurró ella de manera entrecortada. —Le juro que todo lo que deseo en este momento es terminar lo que he empezado —gruñó, sin recuperar el aliento. El cuerpo de Selene se estremeció ante su declaración, sobre todo, por la reacción que había tenido ante los avances del rey, se sentía extraña