Dulce venganza

2047 Words
La mujer y el jefe se apartaron un poco, Antonio tuvo que lidiar con los dos hombres de seguridad, quienes iniciaron mandando a su pecho y cara unos golpes, pero él supo esquivarlos muy bien dándole a cada uno su merecido. Su entrenamiento realmente había sido muy fuerte y él sabía defenderse ante cualquier adversidad, aunque también recibió unos cuantos golpes, no salió del todo librado. El jefe del establecimiento se fue para la parte de atrás de la caja y sacó un arma, cuando Antonio menos pensó, la tenía en la parte de atrás de su cabeza. Le dijo que caminara lentamente hasta la puerta y no regresara jamás, no quería ningún movimiento extraño, de lo contrario dispararía sin compasión. La condición para no actuar era que Carla no podía salir, se tenía que quedar con él y continuar trabajando, a partir de ese momento no podría salir jamás, allá le instalarían su habitación. Antonio inicialmente le hizo caso, empezó a caminar tal y como se lo indicó, pero en un momento determinado volteó rápidamente y con su codo tumbó el arma, acto seguido le proporcionó un puño en la cara, el cual lo dejó inconsciente, tomó el arma del piso y empezó a apuntar a los guardias de seguridad, quienes ya se estaban recuperando de los golpes. Les advirtió que si avanzaban un poco más les iba a disparar, ellos no se acercaron, pero uno tomó a Carla como rehén. Antonio de inmediato le dio un tiro en el hombro, el cual hizo que la soltara, tenía una puntería que jamás fallaba. La tomó del brazo y salieron huyendo del lugar, todos adentro quedaron muy alterados, incluso tuvieron que salir huyendo los clientes que había. Ya no tendrás que volver aquí, le decía Antonio muy satisfecho. Se fueron en el carro hasta su casa, Carla sentía que había cambiado su vida para siempre, por primera vez en mucho tiempo sintió algo de libertad. Al llegar a casa le mostró todos los elementos que tenía para hacer justicia con las malas personas, como ejemplo estaba Luis, quien hace pocos días había robado a una anciana. Su estado era deplorable, sus manos estaban infectadas y se veía muy pálido. Antonio pensó que a Carla le iba a dar lástima, pero contrario a eso, viéndolo así, fue a hacerlo sufrir más, al parecer ella tenía muchas deudas pendientes con los maleantes, solo estaba esperando el momento para cobrarlas. Con eso Antonio confirmó que ella era la persona indicada para ayudarle con su trabajo, era fría y al mismo tiempo pensaba las cosas. Le mostró por medio de la tecnología la manera en que podían ubicar al estadounidense que le había hecho daño, su trabajo a partir de ahora era cuidar de los presos mientras se los llevaban de ese lugar, no sabía cuánto tiempo los iba a mantener ahí, pero sería el suficiente para que desearan estar muertos. La idea era que entendieran que aprovecharse de los demás para conseguir un beneficio individual no era viable, no podían pensar que el daño causado no tenía una consecuencia. Por medio del reconocimiento facial se enteraron de que el tipo estaba en un aeropuerto tratando de viajar a los Estados Unidos, llamó a algunos contactos y amigos que aún tenía dentro de los cuerpos policiales y les dijo que por favor lo retuvieran un segundo, era muy importante lo que tenía que hablar con él. Así lo hicieron, con la excusa de que tenían que revisar su equipaje lo demoraron lo necesario, en cuestión de minutos Antonio llegó, tuvo que andar a paso muy ligero por la ciudad. Ya estando en el aeropuerto se acercó al sujeto y le dijo que tenía una razón muy importante que darle, el tipo estaba desconfiando, pero lo acompañó hasta una de las esquinas. Antonio le dijo que afuera había una persona que aseguraba que él era parte de su familia, estaba pendiente el asunto de una herencia, así que no lo podían dejar ir sin aclarar esa situación. El hombre no creía mucho lo que estaba diciendo Antonio, tenía poca familia y toda vivía los Estados Unidos, no sabía cómo podría aparecer un nuevo integrante justo en México. Como Antonio vio que su plan estaba fracasando optó por mostrarle una supuesta prueba la que tenía, a saber, unas fotos de toda la familia completa. El hombre quedó al pendiente, pero en vez de mostrarle la foto, sacó un polvo que él mismo preparaba, hacía que la persona actuara por inercia, ya no sabía qué era lo que estaba haciendo, simplemente se dejaba llevar. Antonio lo abrazó como si se tratara de un buen amigo y se lo llevó hasta su carro, estando allí lo amarró, le puso una mordaza y se lo llevó hasta su casa. Cuando Carla se percató de que lo tenía se sintió muy a gusto, ya quería infringirle dolor, pero Antonio no se lo permitió, primero tenía que estar en sus cinco sentidos para que fuera consciente de lo que estaba pasando. Lo pusieron al lado del otro preso, la idea era que cuando ellos se lo permitieran, pudieran hablar y tomar una posición racional sobre las cosas que estaban haciendo mal. Necesitaban que reflexionaran rápido para poder dejar ese lugar a otros nuevos malandros, no podían tener muchas personas allí, la idea era irle dando paso a nuevos integrantes. El hombre volvió a tomar conciencia como a la hora, lo primero que vio cuando abrió sus ojos fue a aquella prostituta, la cual pensó que era insignificante. Le dijo que quería su libertad, no tenía nada que estar haciendo ahí, además de eso, era supuestamente un tipo muy importante y no iba a demorar su familia en buscarlo al saber que no llegó en ningún momento a su ciudad de destino. En ese momento pensaba rápidamente en lo paradójica que era la vida, hace pocas horas él la tenía totalmente dominada y a su disposición, podía hacer cualquier cosa con ella, de hecho, lo hizo, su cara aún guardaba los recuerdos de sus puños. Ahora, era él quien dependía de ella y eso era peor, lo que le hizo fue solo porque su deseo lo movilizó de esa manera, pero ella actuaría por venganza, en sus ojos se apreciaba el dolor y la rabia que sentía. Lo mejor que podía hacer era tratar de hacer las paces con ella y meterle un poco de miedo, la mayoría temían llegar hasta una cárcel por sus acciones, pero era un poco claro que a ella eso no le importaba mucho en ese momento, solo quería sentir que valía mucho, nadie ni nada podía quitarle sus deseos tanáticos.   Carla se reía en su cara cuando el hombre le mencionaba los riesgos que corría si su gente se enteraba de lo que le estaban haciendo, le dijo que estaban tan lejos de Estados Unidos que iba a ser muy difícil que dieran con él. Además, la casa era muy segura y el vecindario no sospechaba nada. Antonio la dejó sola para que pudiera cobrar ella misma su venganza, era evidente que, aunque él también quisiera hacerlo, ella tenía motivos más fuertes. No obstante, se lo dejó bien inmóvil con unas esposas, de forma que sus manos quedarán pegadas a un poste que había justo detrás y sus piernas atadas a la silla. Ella trajo una caja grande de cosas que tenía Antonio, allí había todo lo necesario para causarle dolor. Sacó unas tijeras y empezó a cortar toda su ropa hasta que lo dejó totalmente desnudo. Luego de eso, empezó a bailar como lo hubiera hecho en su lugar de trabajo, el hombre no entendía cuál era esa forma de vengarse, parecía más un premio. Irónicamente ella se hizo la que recordó que era cierto, que no le excitaba ver a una mujer bailar, tenía que hacer cosas fuera de lo normal para que pudiera tener su eyaculación. Así que empezó a clavar algunos alfileres sobre su cuerpo, no a término medio, sino profundamente. El hombre lloraba desconsolado, pedía compasión y perdón por lo que había hecho, pero nada de eso convencía la mujer, quien llena de rabia le clavaba más, llegó hasta el punto de tener en todas las partes de su cuerpo, incluso en la cara, la sangre aún estaba atajada por las agujas, pero posteriormente sería muy doloroso arrancarlas. Luego de eso, tomó un poco de alcohol, Antonio realmente tenía todo un equipo de tortura, lo roció sobre su cuerpo por cantidades, el ardor que sentía era increíble, aunque con eso le estaba haciendo un favor, ya no se le iban a infectar las heridas, realmente no todo era negativo. Empezó a mover de manera brusca con su mano los alfileres, haciendo que se cortara un poco más, mientras lo hacía se notaba en su cara el placer, realmente lo estaba disfrutando. Aquel hombre no entendía cómo una mujer tan bonita y supuestamente poco inteligente, podía llegar a hacer eso, aunque era obvio que contaba con la ayuda de un gran experto. A Antonio le dio por entrar a ver qué era lo que estaba haciendo Carla, al ver hasta donde había llegado se sorprendió y optó por darle un mejor contrato, ahora no solo los vigilaría, sino que se los ayudaría a tortura. Se había convertido en su compañera de misión en cuanto a la justicia, era difícil encontrar una persona tan fría con los que no merecían piedad, era evidente que allí la idea de perdón estaba perdida y sepultada, lo importante era hacer que todos pagaran en tierra sus males. Antonio la dejó sola para que se siguiera desquitando, puesto que recibió una visita inesperada. El timbre sonó y era muy extraño porque nadie sabía sobre su nueva dirección, sólo Isaac, pero no habían quedado de verse. El que estaba afuera era un vecino, que al parecer había sido enviado por el jefe de las drogas que había matado a su gato. Le comentó que aquel hombre esperaba que estuvieran en paz, pues él había matado a su hijo, lo que había pasado con su mascota no se comparaba a su parecer, antes sentía que todavía le debía. El jefe no quería más problemas, adicional a eso quería actuar libremente en México, así que pensó que tal vez podía contar con su colaboración. El vecino le dio un número de teléfono para que lo contactara y así trabajar juntos, pero Antonio le cerró la puerta en la cara a ese sujeto, no podía entender cómo aquel hombre podía ser tan descarado de ofrecerle una especie de comunidad teniendo en cuenta que había matado lo único que le daba sentido a su vida. Llegar a su apartamento y ver a su amiguito le llenaba el alma, ahora tenía que liberar sus pulsiones por medio de la violencia. Averiguó todo lo que pudo sobre aquel sujeto, se llamaba Marcos y quería ser el rey del narcotráfico, aunque posiblemente él tenía razón, ya estaban en la paz Antonio sentía la necesidad de hacerlo pagar por lo de su gato. Se refugiaba en la idea de que la muerte de su hijo había sido parte de un operativo, ni siquiera sabía de quién se trataba, no fue con intención. Por el contrario, lo que pasó con su mascota había sido totalmente premeditado y dirigido hacia la parte más sensible de su alma para que sufriera. Tenía ahora un problema, no sabía cómo, pero era evidente que sabía dónde vivía, lo que podía hacerlo un blanco fácil en caso de no colaborar, así que optó por instalar muchísimas cámaras y sistemas de seguridad, las puertas las cambió para que fueran blindadas y puso algunas trampas en partes estratégicas. Eso le daría tiempo de actuar y defenderse. Lo llamó para ver si podían evitarse líos, pero Marcos lo amenazó, le dijo que si no trabajaba con él sería su nuevo enemigo, y estos por lo regular no viven para contarlo. Su nivel de poder estaba tan elevado que tenía gente en casi todos los barrios de Ciudad de México, así que podía encontrarlo en cualquier lado, no era necesario que se cambiara de casa. La incertidumbre quedó en el aire, Antonio tenía que pensar cómo iba a lidiar con su nuevo enemigo.
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