September recostó la espalda en el asiento del convertible de Ace. Estaba limpio, olía a aromatizante de vainilla y estaba tan masculino como cualquier cosa de hombre. September comía su helado con un cubierto mientras los veía lucir aun más masculino con la mano en la palanca y la otra en el volante. Ace se sentía cómodo con la mujer a su lado, por lo que no evito preguntarle un par de cosas que no tuvo oportunidad en el supermercado. —Cuéntame por qué no tienes celular. September clavó el cubierto en el helado de fresa. —Es una historia graciosa. —Tragó el helado en su boca—. Tengo un pato, Romeo, al que alimento todas las tardes, igual que un cisne precioso. Estaba hablando por teléfono con Heather, mi mejor amiga, cuando el pato enloqueció para buscar al cisne. Me asustó, el celul