—Luces preciosa —comentó él al entregarle las flores.
—Gracias —respondió ella al sujetarlas.
Ace quedó maravillado por lo hermosa que lucía. No era que no lo fuera antes, sino que, por ser una cita, eventualmente luciría diferente a la mujer que conoció en el aeropuerto y la que encontró en el supermercado. September, aún nerviosa por verlo y dejarlo entrar a su vida, lo invitó a sentarse. Ace limpió las suelas de los zapatos en la alfombra mullida que le dio la bienvenida con letras amarillas, conociendo el rinconcito privado. Los muebles eran naranja, el interior estaba pintado de blanco y tenía muchísimas flores por todas partes. Tenía una lámpara con un trozo de tela azul que cubría la luz, sobre la pequeña mesa junto al sofá, al igual que varios libros clásicos y una televisión mod
