Escribe versos en libros antes que cartas, no gastes tiempo escribiendo líneas que no llegarán a un remitente. No llores recordando palabras que nunca se van volver actos.
Vamos, Zaideth, vamos a repetirlo hasta que nos lo podamos creer.
Él en una conversación me dijo “eres la única que me escribe cartas”. Me gustaría preguntarle a alguien qué le parece el hecho de que una persona le escriba cartas, si le parecería algo interesante o bonito.
¡Te escribía cartas porque estabas en otra ciudad, me parecía algo romántico!
A mí me gustaría que me escribieran cartas, sería de las que las guardaría en un cofrecito una a una para leerlas y reírme después con lágrimas en los ojos.
¿Por qué debo pensar en esas cosas ahora? Se supone que estoy quemando el maldito muñeco para poder cerrar ciclo. Y esta estúpida manilla….
Me la quito de la muñeca y la arrojo al fuego frente a mí.
¡Arde, joder, arde de una maldita vez!
Disculpen, es que… esto de ver arder al puto oso que todos los días me recordaba lo tonta que he sido, me emociona.
En fin, ¿por dónde iba? Ah, sí, las cartas. Cada vez que necesitaba decirle algo y no era capaz, escribía una carta. De hecho, una vez tuve la fuerza suficiente para entregarle una, no sé qué habrá hecho con ella, tal vez se le habrá olvidado cuando iba en el avión, tal vez sí la guardó, tal vez la quemó como yo quemo ahora el oso y la pulsera que me regaló.
No lo sé. Ya nada importa porque se supone que lo estoy olvidando.
Lo único que tengo claro es que olvidar más de dos años de romance no es fácil. Fácil es enamorarse de esa persona, cuesta sólo una fracción de minutos para sentir nuestro corazón latir desbocadamente. Pero… olvidar y cerrar ciclo es una cosa jodidamente difícil.
Me corté el cabello para cerrar ciclo y subí una foto y… el ciclo me respondió “qué linda te ves”. Por eso estoy quemando esto después de bloquearlo de todas mis r************* sin previo aviso.
Nada de cartas confesándole cómo me siento. Al final… estoy segura que no las valora. Nunca lo hizo.
Y aquí estoy, cortando todos los lazos sin haberle avisado que me encuentro haciéndolo. Pensando en lo sola que me voy a sentir de ahora en adelante. Teniendo sus palabras frescas en mi mente.
Ese recuerdo del día en la playa, de pie en el atardecer escuchando cómo leía en voz alta la carta y mis mejillas ruborizándose porque me ganaba la vergüenza.
Pero todo eso se esfuma con el recuerdo de esa llamada donde le colgué con miedo de que fuera a terminar la relación. Volvió a marcar y yo contesté con lágrimas en los ojos.
Después, estoy yo debajo de la lluvia, llorando como tonta, teniendo a mi lado la maleta y sintiendo mi cuerpo tiritar por el frío.
Y pasó… él terminó todo. Lo terminó de la manera más horrible posible.
Estúpido romance, ¿por qué me hizo llorar tanto esa noche? Terminé teniendo temblores…
Tal vez el que yo fuera quien terminara la relación me habría hecho sentir mejor, ¿no? Bueno… tal vez… después, cuando lo llamé para hablar las cosas… si hubiera sido yo quien terminara, lo habría perdonado, como siempre hacía.
Porque sí, después de él haberme dejado marchar esa noche en Bogotá, de haberme enfermado de neumonía por el fuerte frío que recibí, después de que mi familia me regañara por haberme marchado así… Yo, Zaideth, cuando estuve recuperada, creí que podría solucionar los problemas con Walter y lo llamé muchas veces, pero nunca me respondió y con eso me dio a entender que terminó todo conmigo.
Así que… podría decir que fue mejor que él diera por finalizada la relación. Sí, claro, fue mejor. Así todo lo que había arreglado para visitarlo… no importa. No, no importa que haya gastado todos mis ahorros para ir a visitarlo y que después me diera neumonía por estar más de dos horas bajo la lluvia.
—Mejor, así no gasto dinero en pasajes visitándolo —balbuceo mientras veo el rostro del oso arder, los botones negros que hacían de ojos comienzan a derretirse, como si quisiera llorar.
Estúpido romance de mierda, me hiciste perder más de dos años en nada. Nada, porque… al final, nunca fuimos algo de verdad.
Eso es lo peor de todo... mierda.
Una relación a distancia no se considera una relación de verdad. Cuando llegas a conocer a la persona con todos los defectos, terminas como yo, con una decepción total y en medio de una relación tóxica.
Mierda. Mierda. Mierda.
Cinco años después:
—Zaideth, hagamos un trío —me dice Carl mientras estamos acostados en un largo sofá en el balcón de su apartamento.
Es una de esas noches calurosas, donde me gusta tomar cerveza mientras contemplo el cielo lleno de estrellas.
—¿De qué hablas? —pregunto mientras me levando y abrazo mis piernas, me siento algo mareada—. Mierda, creo que ya estoy borracha.
—¿No te gustaría hacer un trío con dos hombres? —se arrastra hasta mis piernas y acomoda su cabeza en ellas— ¿Hace cuánto tiempo que no tienes sexo? ¿Dos años?, ¿tres años? Creo que ya te puedes considerar virgen.
—Si no logro follarme a un hombre en la boda de Clara, acepto que hagamos el trío —le digo.
—Pero esa boda es en dos meses.
—Bueno, puedes ir buscando a un hombre bien ricolín en ese tiempo para que nos de a los dos como a rata en balde —llevo una mano a mi boca al sentir las ganas de vomitar.
Carl suelta una carcajada y acepta.
—Hablando de meses, ¿Mateo ya te llamó? —cambia el tema de la nada.
—Tengo meses que no hablo con él, creo que ya casi un año —respondo y suelto un eructo.
—Qué raro, me había comentado que quiere que seas su editora ahora que vuelva.
—¿Cómo que va a volver? —bajo mi mano hasta la boca de mi estómago al ver que las ganas de vomitar se me han aliviado.
—Ya sabes que está por finalizar sus estudios, así que desea pasarse una temporada con nosotros, terminar de escribir su nuevo libro y después se va a vivir a Bogotá.
—¿Se va a casar con esa chica o qué? —pregunto con tono aburrido.
—¿Elissa? No sé, Mateo es tan impredecible.
—Pero llevan tanto tiempo juntos…
—¿Seis meses te parece mucho tiempo? Se nota que no conoces a Mateo, él es capaz de pasar diez años enamorado de la misma chica y nunca decírselo.
Suelto un suspiro y hago que Carl se levante de mis piernas. Todo el tema de Mateo y que vuelva a Santa Marta me impacienta. Es normal, ¿no? Sentirme avergonzada de volver a ver al hombre que estuvo perdidamente enamorado de mí en estas fachas, es terrible. No es algo que pueda arreglar con algo de maquillaje, porque… debería maquillar toda mi vida.
—Ve y trae otras cervezas —le pido—. ¿No vas a comprar nada para comer?
—¿No y que estabas haciendo dieta? —despliega una sonrisa burlona.
—La dieta me la comí —digo mientras me acomodo con desgana en el mueble.
Carl suelta una carcajada y niega con la cabeza mientras se levanta del mueble.
—¿Cuándo comenzarás a ir al gimnasio?
—Ay no sé, no me hables de eso cuando estoy borracha que me da sueño —le pido—. Mejor ve y trae más cervezas que tengo sed.
—Sólo acuérdate que mañana debes llamar a Mateo para que hables con él sobre el trabajo como editora, será una buena oportunidad, con esa plata te puedes pagar la especialización y así no tener que endeudarte con el banco.
Carl se va a buscar las cervezas a la cocina y yo me quedo observando la vista nocturna de la ciudad desde el balcón, meditando sobre mi cobardía de ver a Mateo después de varios años. Ya no hay rastros en mí de esa chica que una vez conoció, la Zaideth estudiosa, inteligente y que tendría un pomposo futuro.
Aunque esté ebria, sé que ni en mis cincos sentidos aceptaré el trabajo de editora literaria, no con Mateo. Él puede pagarse a los mejores editores, ¿por qué escogería a una fracasada como yo?
Cuando Carl regresa, se sienta a mi lado y me pasa una cerveza: la Coronita, siempre nos emborrachamos con esta cerveza, me gusta porque me trae viejos recuerdos; pero esos de los buenos.
—No creo que sea capaz de hablar con Mateo —le confieso, después le doy un trago a la cerveza.
—Sólo intenta bajar un poco de peso y verás que todo estará bien —me dice con voz tranquila—. Deja de desperdiciar oportunidades, ¿sí? Necesitas salir adelante, deja de estancarte. Mateo te va a dar un trabajo que te abrirá muchas puertas.
—Pero no me ha llamado, de hecho, no creo que tenga mi número, sabes que lo cambié.
—No te preocupes, yo hablé por ti y le dije que sí, que necesitabas el trabajo y que hablé contigo y dijiste que sí —toma un trago de su cerveza de lo más casual.
—¡¿Qué?! —abro mis ojos en gran manera.
Me abalanzo a Carl y comienzo a estrangularlo.
—¡Te voy a matar! —grito.
Siento que el vómito sube hasta mi boca y debo alejarme de él para no ensuciarlo de vómito.
—¡Ay, Zaideth, ¿por qué siempre es lo mismo contigo?! —grita mientras sube sus pies al mueble para no ensuciarse de vómito.
—Te dije que necesitaba comida —le digo después de vomitar con una lánguida sonrisa.
—No, estás gorda y necesitas ponerte regia para que dentro de seis meses Mateo venga y decida casarse contigo.