Volver a ver a Zaideth, fue tristemente la cosa más hermosa que me pasó en todo este año. Mi corazón rebotaba de alegría. Detesté a Carl por haberla dejado quedarse en mi cabaña, que la engañara (pero es algo muy normal en él). —Me dijo que podía quedarme aquí —me explicaba Zaideth, cuando se cambió y se sentó en un sillón que estaba en el balcón de la habitación principal. Podíamos escuchar las olas del mar romper en la costa, el viento salado juguetear a nuestro alrededor. Zaideth se veía casualmente un poco más delgada que a las veces cuando llegué a visitar. Sin embargo, sus mejillas seguían siendo redondas, pero curiosamente encantadoras. Llevaba el cabello más largo que antes y con honestidad, me parece que le favorece mucho más. Me sorprendió ver que la estaba elogiando, que