Acerco mi rostro a su cuello, ese olor tan agradable como a fresas vuelve a encontrarse con mis fosas nasales y se siente muy bien, quien iba a imaginarse que podría encontrar en un museo a la desconocida que me sedujo en el baño de un disco bar, me pierdo en mis pensamientos y esos segundos fueron mi perdición, ella levanta su pequeña rodilla y la encaja en la parte baja del cierre de mi pantalón, provocándome un dolor tan grande que hizo que me agache de rodillas en el piso, y es ahí cuando ella aprovecha para salir corriendo y desaparecer entre la gente.
Trato de incorporarme, pero la verdad es que me duele un montón, esta pequeña sí que tiene una fuerza increíble, soy tan tonto que ni siquiera pude averiguar su nombre, pero ahora que la he vuelto a ver y que estoy seguro que fue ella
