Leandro Mackenzie Katherine sonreía como una adolescente encantada por sus primeras emociones, sentada de bruces frente a mi escritorio, irradiando una felicidad contagiosa. —¿Viste la expresión en su rostro? ¡Ese tipo quería desaparecer! Fue… simplemente épico —suspiró Katherine, su voz rebosante de entusiasmo. —Sí, vi su cara. Un verdadero espectáculo de patetismo. —¿Por qué no me dijiste que iba a ocupar su puesto? —Sabía que no lo aceptarías, Katherine. Era obvio. No fue la manera más elegante de deshacernos de él y ponerte en su lugar, pero lo merecía. Estoy deseando ver cómo se las arregla ahora para mantener a mi hermana y al bebé que viene en camino —respondí con una indiferencia calculada. Katherine se enderezó y me observó con un toque de nostalgia en sus ojos. —¿Lo odia