Jennifer Mackenzie La ausencia sórdida de Leandro en la compañía me obligó a seguir asistiendo a PRISM, aunque ni yo misma comprendía del todo qué estaba sucediendo. La confusión me envolvía, sobre todo al descubrir que Valentino se reunía casi a diario con Douglas Lacoste. No solo eso: esos encuentros incluían a desconocidos, posiblemente empresarios, y PRISM, hasta donde yo sabía, no estaba en busca de expansión. Maldecía el no haber seguido los consejos de mi hermano sobre estudiar, lamentando no tener el conocimiento necesario para manejar siquiera una maldita laptop. Frustrada, grité frente al ordenador de mi hermano, sintiendo el peso de la desesperación. ¿Qué demonios iba a hacer? Golpeé el escritorio con mis largas uñas, mi mente se tambaleaba en busca de una solución. Si Leandr