Leandro Mackenzie Con dinero se logra casi todo, y yo había conseguido tener mi laptop en la celda, comodidades, privacidad, internet, y una serie de privilegios que otros detenidos no podían permitirse. Pero aún me faltaba lo más valioso, lo único que ningún millón podría comprarme: mi libertad. La frustración me consumía. No entendía por qué Antonella deseaba verme entre rejas. Si lo que quería era dinero, habría podido ofrecerle una cantidad generosa. Intenté contactarla una y otra vez, proponerle un acuerdo, pero ella era la mujer más obstinada que había conocido. Desapareció de mi vida sin dejar rastro alguno. Por lo visto, no volvería a saber de ella hasta el día del juicio. Sentí un nudo en la garganta al imaginar ese día, el miedo de no tener pruebas que demostraran que lo nues