Margaret El sol se filtraba por la ventana de aquella imponente habitación, acariciando mi piel desnuda mientras suspiraba profundamente. El calor envolvía el aire, denso, seductor, una delicia embriagante que me envolvía por completo. Estaba tumbada sobre la cama, con el pecho hundido en el colchón, sintiendo cada fibra de mi ser rendida a la sensación de libertad, de deseo. Mis labios se apretaron cuando el placer me recorrió con un estremecimiento lento, casi delicioso. Escuché sus pasos. Killian se acercó, y mi cuerpo lo sintió antes de que lo viera. Un escalofrío recorrió mi espalda cuando dejó caer sobre mi piel un aceite tibio y erótico, el Tuche chocolate arábico, su esencia envolvente me hizo suspirar con ansias. Sus manos expertas se deslizaron suavemente sobre mis hombros,