Katherine Olson
Ya eran casi las once de la mañana, y el lado derecho de mi cama, aún seguía vacío. Sentí que mi corazón se encogió por la ausencia de Valentino y suspiré. Tome las pantuflas y me fui hacia la sala de la mansión, posiblemente él estaba abajo esperándome.
—Señorita, ¿Quiere tomar el café de la mañana?
—Si Amelia, por favor —respondí a mi empleada, la única persona que se preocupaba últimamente por mí. Despues de cuatro años de matrimonio y una vida aparentemente solemne, me abrazo a mi misma y lamento el no tener el amor correspondido.
—¡Aquí tiene mi niña! —Amelia me miró fijamente— ¿Segura que no debe ir al médico? — Amelia preguntó con preocupación, pues mi rostro marcado por la furia de mi esposo, era una señal de inminente sufrimiento. Tragué el duro nudo que atravesaba mi garganta y simplemente negué con la cabeza
—No Amelia, ¡Está bien! —Atesore la taza de café, como si el calor de la porcelana diera consuelo a mi amarga existencia y bebi un sorbo. La noche anterior Valentino no había venido a dormir, una noche más sumada al olvido de su ausencia.
Me quede viendo por la ventana de la gran mansión, hace unos años esto era lo que más anhelaba en mi vida, me case enamorada y llena de ilusión. Una completa fantasía. Mis padres me heredaron un pequeño imperio al morir, pero mi esposo se apoderó de mi dinero para invertirlo en un negocio, me hizo creer que lo hacía por mí.
Le di el último sorbo a la taza de café caliente, cuando de repente por el gran sendero de la casa entró el carro de mi esposo; el precioso Ferrari con el que me llevaba a la playa… han pasado semanas desde la última vez.
Arregle mi bata de seda, y me asegure de que mi cabello estuviera en su lugar, solo quería que Valentino me amara y me hiciera su mujer, solamente deseaba con el alma que yo volviera a ser la mujer que juró amar en el altar.
La puerta se abrió de repente y ahí estaba él. Mi esposo era un hombre un par de años mayor que yo, ingeniero de una gran empresa de telecomunicaciones, tenía un buen cargo, con el cual ganaba una cantidad de más de 6 cifras al mes. ¡Era todo un genio! Además de eso, era un hombre demasiado guapo, elegante y superior. Todo lo que una mujer quisiera para ella.
Valentino cerró bruscamente la puerta a sus espaldas y me observó con desprecio.
—¿Qué haces sin ducharte a esta hora? —Él me miró de arriba abajo con desdén. Sus ojos marrones recorrieron mi cuerpo sin un ápice de humanidad.
—Me desperté hace poco tiempo, no pude dormir en toda la noche ¿En donde estabas?
Valentino arqueó una ceja y me miró con burla en su sonrisa.
—A ti que te importa en donde estaba mujer, báñate que hueles terrible —Eso lo dijo solo con el ánimo de hacerme sentir fatal, pues ni siquiera se acercó a mi para darme un beso.
—Valentino, no podemos seguir en esta situación, los rumores dicen que me estás siendo infiel, me siento fatal, mi amor por favor, busquemos terapia de pareja, por favor— Le suplique con angustia.
—¿Terapia de pareja? No me he divorciado de ti por las cláusulas de nuestros bienes, no entiendes que ya no te amo Katherine, debes aceptarlo.
Sentí como sus palabras se clavaron directo en mi corazón e hicieron trizas por completo mi interior.
—Pero… tengo algo que decirte, no me puedes hacer esto en este momento, justo ahora cuando más te necesito…—Las lagrimas comenzaron a rodar por mis mejillas sin ningun control. Valentino actuaba como mi verdugo, y uno muy cruel y despiadado.
—¿De que hablas mujer? No me quites más tiempo porque debo ir a trabajar
—Valentino, por favor —Quise desfallecer —Mi amor, la noticia que tengo para darte puede mejorar nuestro matrimonio.
Valentín se apretó el entrecejo y gruñó como un lobo herido.
—¡Maldita sea Katherine! Espero que lo que tengas para decirme sea importante o te juro…
—Valentino por favor—Me acerque lentamente hacia él, sintiendo como lo tibio de mis lagrimas recorrían mis mejillas, no me importó que hace dos días él hubiera marcado mi rostro con un golpe, porque la solución a todos nuestros problemas estaba creciendo en mi vientre.
—Ahora ¿Con que estupidez vas a salir Katherine?
Sonreí ilusionada —¡¡Estoy embarazada mi amor, vamos a ser padres!!.
El semblante de Valentino cambió, su expresión era malévola, sus ojos ardían producto de la ira, y su rostro enrojecido se fruncia con las expresiones de violencia que mostraba.
—¿Qué Katherine? Hace días que no me acuesto contigo, no soy el padre de ese bastardo, perra ¿Me engañaste?
Valentino empuño las manos, y se irguió quedando más alto de lo acostumbrado, mis manos comenzaron a temblar y las palabras no salían de mi boca.
—Yo… yo….—palidecí
—Dime Katherine, ¿Quién es el padre? ¡Eres una perra asolapada!
—No. No Valentino por favor tengo dos meses, en ese tiempo aun me hacías el amor, por favor cálmate, estoy embarazada y …
—Te embarazaste para atraparme —Valentino estaba demasiado enojado, a tal punto que me hizo sentir un pavor terrible, mis nervios me estaban jugando una mala pasada, y mi corazón latía violento en mi pecho, sentía que se me iba a salir.
—Yo… yo
—Tu ¿Qué? ¡Eres una loca! Manipuladora, pero ese hijo no puede nacer. —Valentino gritó furioso
Al escuchar eso, me aleje de él y tape mi vientre con mis manos para proteger a mi amado tesoro.
—No me digas eso, nuestro hijo es la salvación a nuestro matrimonio, siempre quisiste ser padre. Por favor
Él se me acercó furioso, empuño sus manos, y sin mediar palabra, asestó un golpe en mi rostro, el primero de una avalancha de muchos.
—¡No! ¡No! Por favor, no me lastimes, ¡No! —Suplique desesperada, trate de ver a los lados que encontraba para poder defenderme, pero parecía que el universo había borrado todo lo que había a mi alrededor, y me dejó a la merced de un hombre oscuro y sanguinario.
Me empujó con fuerza, haciendo que yo cayera en el suelo, y en ese momento, llegó lo nefasto, nunca me golpeó de esa manera, sus fuertes patadas se asestaron en mi vientre y sobre mis manos que lo protegían, causando en mi ser un profundo dolor, no solo físico, sino que mi corazón y mi alma, se estaban quebrando por dentro.
—¡No! ¡Ayuda! —fue lo único que pude musitar, mientras sentía como cada golpe me causaba mucho dolor, y era inmanejable
—Ese hijo tuyo no puede nacer perra —Sus crudas palabras salían por su boca como si fueran afilados cuchillos. Mis lagrimas caían al mismo tiempo que sentía que todo a mi alrededor se desvanecía, le rogué al cielo para que protegiera a mi pequeño retoño, pero supe que todo estaba perdido cuando el dolor que invadió mi vientre bajo era incontenible.
A pesar de que trate defenderme, mi menudo cuerpo no resistió la fuerza imponente de aquel hombre violento y desgraciado. Valentino Briston, estaba acabando con mi humanidad y la de mi pequeño.
Mi visión se lleno de sangre y un ultimo golpe me dejo inconsciente.