Dos enormes sabandijas

3815 Words

  Me dediqué a seguirlas no pude con mi curiosidad. Recorrieron el castillo hasta detenerse en una de las alcobas que se hallaban en el ala este. Una tocó a la puerta impacientemente y Esteban salió a su encuentro, pero antes de dejarlas pasar asomó la mirada para estar seguro que nadie las seguía. Me había inclinado en la sombra justo en el lado donde la antorcha no iluminaba. Esa visita explicaba muy bien porque no había ido a molestarme. Se me revolvieron las vísceras al darme cuenta que llevaba mujeres a su habitación condenándome a mí de algo peor. La furia hinchó mi deseo de justicia. Pero tuve que regresar a mi habitación, mientras la idea de matarlo con mis propias manos se apoderaba de mí enteramente. — ¿Hija puedo pasar? Me pareció demasiado inoportuna su visita, pero no

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