Narra Rocío Estoy en la cocina tomando mi café de la mañana, acabo de terminar de preparar el desayuno de todos y preparar el almuerzo de Adam. Me siento en el borde de la encimera y observo a Adam. Está hojeando un libro. —Come—le digo—. O vas a llegar tarde a la escuela. Él gime pero deja a un lado el cómic. Él muerde su cereal y, entre bocados, me pide que firme un formulario escolar para ello. Lo tomo y lo leo. Toda la clase se va de excursión. ¿El costo? $300. —Está bien si no puedo ir—dice Adam en voz baja, mirándome directamente—.Puedes firmar en la parte de permiso denegado. Pienso en los cinco mil que todavía tengo guardados. También tengo el trabajo de transcripción ahora. Pero estoy embarazada. Ni siquiera sé cuánto cuesta un niño. Al mismo tiempo, Adam nunca ha tenido