-Vamos mi ángel, levántate que se te está haciendo tarde. - Me gruñe mi abuela entrando a la habitación. - ¿Tarde abuela y para qué? - Le gruño poniéndome mi almohada en la cara. -Son las cuatro de la mañana, ya tienes la maleta echas y aquí está el cafecito, ah y el taxi ya viene. - Me dice, saliendo de la habitación. -Abuela no voy a ir, ya se los dije una y mil veces ayer en el hospital. - Le gruño. -Ya tú abuelo me llamo y me dijo que, si no ibas, que no te quería ver por el hospital, que te va a prohibir la visita. - Me dice pegándome gritos desde la cocina. -Mi abuelo no tiene derecho de prohibirme ir a verlo. - Le gruño a todo pulmón que me oiga. -Tú sabes que, si lo hará, lo conoces y lo que se propone, lo hace. - Es cierto mi abuelo es un mandón y sé que haría eso y mucho