—Josephine —saludé, realmente no me esperaba su visita. Había estado esperándome sentada en uno de los muebles del porche desde que Lucy fue a ponerme al corriente de aquello—. ¿Cómo estás? No sé por qué carajos me había puesto tímida ese momento, así que me regañé a mis adentros y normalicé un poco más mi comportamiento. —Estoy bien —dijo con seguridad, mirándome a los ojos mientras me sentaba en otro mueble casi frente a ella, noté que de momento miraba la cicatriz que seguramente me había quedado en el lado derecho de mi frente, pómulo y labio superior, incluyendo los rasguños en mi mejilla y nariz—. Pero... parece que tú no lo estás tanto —declaró con voz madura y sedosa, como la de una mujer que hace la voz de alguna fragancia rusa. Yo titubeé sin duda y le repetí lo mi