Si algo me detuve a considerar de camino a la universidad desde que abandoné la sala de espera fue el hecho de ver a Edward Müller esperando su turno para el interrogatorio con el fiscal de castaño cabello abundante. Edward Müller, joven de algunos 22 años, de largo y lacio cabello n***o rozando sus hombros, pálida tez y cuerpo esquelético; aunque ciertamente tenía aspecto andrógino y muchas veces llegaba a confundirse con una mujer, aún le quedaban vestigios de masculinidad reflejada en su rostro, como la ligera anchura de su barbilla, la manzana de Adán era otro ejemplo y la voz de camino a ser grave. Presencié en varias oportunidades cómo se mostraba afectivo con Tommy las veces que iba de visita a su apartamento, ahora escenario del crimen. Tommy, con inflada hipocresí