17La sorpresa de la señora Dashwood al verlo duró sólo un momento; la venida de Edward a Barton era, en su opinión, la cosa más natural del mundo. Su alegría y manifestaciones de afecto sobrepasaron en mucho el asombro que pudo haber sentido. Recibió el joven la más gentil de las bienvenidas de parte de ella; su timidez, frialdad, reserva, no pudieron resistir tal recibimiento. Ya habían comenzado a abandonarlo antes de entrar a la casa, y el encanto del trato de la señora Dashwood terminó por vencerlas. En verdad un hombre no podía enamorarse de ninguna de sus hijas sin hacerla a ella también partícipe de su amor; y Elinor tuvo la satisfacción de ver cómo muy pronto volvía a comportarse como en realidad era. Su cariño hacia ellas y su interés por el bienestar de todas parecieron cobrar nu