Capitulo 4

3777 Words
Melissa. Mis piernas ya no dan mas para caminar rápido, aprieto el bolsito a mi estómago como si eso me fuera a ahuyentar el miedo y pánico que tengo, mierda, encima de golpe empezó a hacer tanto frío que me estoy congelando, pero creo que es mas del miedo que tengo que creo que hace mucho frío porque la mayoría de las chicas en el festival andaban con vestidos. Miro como una loca a mis costado ya que tengo la sensación que me siguen ¿Por qué no le pedí a los papás de Daniel que me acerquen a la casa? O al pueblo ya que les quedaba de pasada y no creo que se hallan negado. —¿Estas loca?. —me giro por el grito y ni siquiera me di cuenta que venia un auto—. Carajo Melissa. —¿Daniel?. —uso mi mano para no encandilarme con la luz. —¿Quién mas?. —levanto las cejas por eso. —Bue. —miro hacia todos lados. —Che. —intento ver quien es el que habla—. ¿Vas a subir o no?. —Por supuesto que va a subir. —camino hacia el auto casi temblando. —Listo. —digo mirándolo—. ¿Contento?. —No te hagas la graciosa y sube de una vez. —me subo y su hermano me sonríe. —Hola Lauti. —Hola hermosa. —arranca y me mira por el espejo—. ¿Me puedes decir que hacías caminando por la ruta y sola?. —Eso... Explica antes que me vuelva loco. —Me volvía a mi casa. —¿Y por qué mierda no me esperaste?. —Lautaro se queda en silencio y mira hacia adelante acelerando mas—. Estabas al lado mío y después corres como una loca ¿Por qué carajo me esquivas?. —No te estaba esquivando Daniel ¿qué dices?. —me muevo mas de lugar así podemos mirarnos mientras tenemos nuestra charlita. —¿Y por qué cada vez que me veías salías corriendo?. —La primera era para buscar a la chica que le gusta a Mario. —Ese hijo de puta te llevó y te dejó sola. —Y la segunda. —digo recalcando que es entre nosotros la charla no de él—. Estabas con tu familia... No quería estar en el medio. —¿En el medio?. —se gira mas y veo a Lautaro que se muerde los dedos—. ¿Me estas hablando en serio?. —Ya llegamos. —me bajo azotando la puerta y miro hacia dentro avergonzada. —Perdón Lauti no me di cuenta. —No hay problema. —¿A dónde crees que vas?. —sigo caminando hacia la casa sin girarme—. MELISSA... TE ESTOY HABLANDO MIERDA. —¿Qué te pasa?. —voy hacia él y lo empujo, pero me arrepiento al ver su cara de dolor—. ¡Ay perdón! Perdón no quise. —hace caras de dolor y eso me carcome—. ¡Ay Jesús! LAUTARO VEN. —No. —se gira cuando él baja y lo apunto—. NO VENGAS. —¿QUÉ PASA?. —ESTAMOS HABLANDO. —me vuelve a mirar—. Mañana vamos hablar. —No... Hablamos ahora. —le agarro la mano—. ¿Qué es lo que quieres?. —Yo... —de golpe agarra mi cara y me besa, solo apoya los labios en los mios y se aleja—. Me voy... Que descanses. —Daniel. —camina hacia el auto rengueando y yo atrás—. Deja que haga algo para tu dolor. —No es nada. —Daniel por favor... Me siento culpable por esto. —Eres culpable. —Déjame hacer algo... No voy a poder dormir sino. —Ya dije que no. Se sube al auto y Lautaro arranca enseguida por los gritos de Daniel que le dice que se vayan de una vez, quedo ahí parada como una estúpida sin saber que hacer mientras los veo irse. Toda la noche me revuelvo en la cama, riendo, llorando y sintiendo muchas emociones por el beso de Daniel, y eso que solo fue una apoyada de labios nada mas. .................... De camino a la granja me siento nerviosa, ¿va a seguir todo igual? Eso no lo sé ya que no tengo idea de que se hace después de algo así. Llego a su casa y esta esperando como siempre en la puerta cruzado de brazos, con una sonrisa de lado, las piernas abiertas y diciéndome que es enorme y sabe que lo es. —Hola. —bajo con mi mochila a cuestas—. ¿Tienes dolor?. —Un poco. —abre la puerta y me hace entrar sin correrse—. Necesito tus manos urgente. —Bien... Vamos a la cama. —Es lo que mas quiero. —aprieto mis labios incómoda—. Sube... Voy detrás tuyo. —Preferiría que subas primero. —¿No quieres que te vea el culo?. —se ríe y subo corriendo primera—. Magnífico... Simplemente magnífico. —Apúrate que tenemos que hacer muchas cosas todavía. —Tranquila... Ya te dije que en una relación las dos partes opinan. —me paro en la cima de la escalera mirándolo. —Pasa amigo... Que esto no es una relación. —¿Cómo que no?. —queda un escalón por debajo mio y nos vemos a la cara donde quedamos de la misma altura—. Yo creo que si. —Si... Doctor paciente. —Ssssss. —se friega el pecho haciendo caras—. Eso dolió. —Dale, sube así empezamos. —me agarra la mano cuando estoy por girarme. —No me saludaste. —Si lo hic... —me da otro beso y pasa por mi lado como si nada. —Al menos es algo. Su cuerpo es una escultura, lo toco con cuidado por sus lesiones pero como daría para enterrar mis uñas en él mientras esta arriba mio enjaulandome con su cuerpo mientras gozamos, niego con fuerza para sacar esos pensamientos porque no es correcto. Se pone boca arriba para empezar por su pierna, cada vez que llego casi a sus parte privadas sonríe o dice algo para incomodarme. —Listo... A caminar. —¿Me ayudas a vestir?. —Ya puedes hacerlo solo Daniel... Me di cuenta hace unos días que puedes hacerlo. —Pero quiero tu ayuda. —refunfuñando lo visto—. ¿Era un sacrificio acaso?. —Apúrate. —bajamos y de verdad que ya esta como para hacer ejercicio suaves, nada de fuerza aun—. Te estas recuperando muy rápido. —le sonrío y el tuerce el gesto—. Es muy bueno eso. —Si. —¿En dos semanas tenemos que ir al control no?. —Si. —Ojala que los músculos estén recuperándose bien. —Cambiemos de tema. —vamos en silencio caminando por todos lados—. ¿Cuándo empiezan los ejercicios?. —Después de que el medico te vea... Si ve que tus músculos están bien vamos a empezar con los ejercicios y ya estoy haciendo el plan que vamos a hacer. —asiente sin mirarme. —¿Extrañas a tu familia?. —No mucho... Me gusta acá. —¿De verdad?. —sus ojos brillan cuando nos miramos—. ¿Te gustaría quedarte?. —Si... Me gustaría. —miro el cielo mientras la brisa me despeina—. Estoy esperando una respuesta de la base que hay a una hora. —le sonrío cuando me mira sorprendido—. Por ahí me quedo en el pueblo que sigue. —¡Ah!. —de nuevo se hace el silencio infernal pero me pongo de los pelos cuando veo un caballo. —Por Dios ¿Volvamos si?. —Es irracional tu miedo Meli. —No me importa, me quiero ir. —me agarra de los brazos y me mira a los ojos. —¿Qué pasó para que le tengas miedo?. —Uno me tiró y me quebré una pierna. —Bueno. —me acaricia la cara calmandome—. Ese caballo no esta acá, no todos son alterados. —No. —digo cuando leo su intensión. —Tengo un caballo que es muy tranquilo... Vamos y al menos tócalo. —No... No no no. —lo empujo por la cintura alejándome—. Me aterra Daniel, no. —¿Confías en mi?. —asiento casi llorando—. No llores nena... Necesitas sacarte ese miedo si quieres vivir por estos lados. —Yo... —siento que la respiración se me corta—. ¿Si me tira? ¿Si me patea?. —Yo voy a estar ahí. Vamos hacia el establo en donde escondo mi cara en su pecho cuando entramos y escucho los resoplidos, me abraza sin decir nada, cuando dejamos de caminar veo como saca a un caballo marrón claro, me voy para atrás tropezándome y cayendo de culo, el caballo relincha y yo grito gateando para alejarme. —Meli... Meli no. —NOOOOO... No quiero. —me agarra de la cintura y yo niego sin parar—. Me quiero ir... Me quiero ir. —Por favor Melissa. —no sé como estamos los dos en el suelo y yo en sus brazos llorando—. Perdón, no quería presionarte. —Perdón. —hipo sin parar—. De verdad que tengo miedo. —Lo sé nena... Perdón, no tendría que haberte traído. —Quiero tocarlo. —me limpia las lágrimas con calma. —Ya es mucho por hoy. —Puedes encerrarlo y desde el otro lado lo toco. —mira mis labios sin parar—. Tienes razón en que tengo que sacar ese miedo si quiero vivir en el campo. —¿Estas segura?. —Si. —asiente y nos paramos. —Acércate. Una vez que esta encerrado y atado me acerco, me paro al lado de él en donde no estoy cerca de su boca, aprieto su mano y escondo mi cara en su hombro cuando agarra mi mano llevándola hacia el lomo del caballo, cuando lo toco me doy cuenta que estoy temblando, hace que lo acaricie con movimientos cortos y rápidos. —No estés nerviosa porque lo pones a él así. —trago duro dejando de esconder mi cara. —Estoy temblando. —digo nerviosa. —Lo sé, ¿A qué edad te caíste?. —A los catorce. —no me suelta la mano para nada. —¿Cómo fue?. —Era un caballo de mis abuelos. —empiezo a recordar ese momento que me traumó la vida—. Fue todo muy de golpe, se paró en dos patas y me tiró, cuando caí me pisó la pierna y ahí me la quebró... Luego mi abuelo se paró delante porque quería seguir pisándome. —Lo sacrificaron. —dice afirmando. —Si. —bajo la cabeza porque eso es lo que mas me duele—. Mi abuelo lo amaba, lo dejó un tiempo pero estaba endemoniado, lastimaba a los otros y nadie podía siquiera tocarlo. —Es muy raro. —Si... Siempre lo montaba, no sé que le habrá pasado. —saca su mano y lo sigo acariciando—. Es hermoso. —Era de mi hermana. —¿Brisa?. —Mi otra hermana. —lo miro sin entender. —¿Tienes otra hermana? No sabia, creí que Brisa no mas. —Esta muerta. —meti la pata y no sé que hacer—. Cuando murió me lo traje... Es muy manso. —La verdad que si ¿Cómo se llama?. —Cuyen... Significa Luna. —Es muy lindo. —El caballo de Brisa se llama Luna. —se ríe a carcajadas—. Las dos le pusieron el mismo nombre pero en distintos idiomas. —lo acaricia en el hocico con mucha confianza—. ¿Tienes una hermana no?. —Si —ahí se me fue todo el alivio, estrujo mis manos incómoda. —¿Cómo es?. —lo miro a los ojos. —Todo lo opuesto a mi... Si quieres un día divertirte te la presento. —camino fuera del establo—. Me tengo que ir. —Esta bien... Hasta mañana. —Chao. ***** Daniel. Hoy tengo la revisión con el médico del ejercito, me van a hacer una resonancia y un chequeo general, cosa que me tiene de los pelos porque me va a comer todo el puto día ahí dentro ya que ya estoy acostumbrado a esos chequeos, y cuando nos lo hacen nos dan el día libre. Bajo las escaleras y la veo riendo y haciéndole caras a un perro, me divierto un buen rato al verla así, no está ni enterada de que estoy mirándola. —Meli. —se gira aun riendo. —¿Listo?. —Si. —me mira entero haciéndome reir—. ¿Qué hacías con el perro?. —Estábamos conversando ¿por?. —Por nada. —salimos y ella va adelante haciéndome gozar de su culo. —Sube... Vamos en mi auto. —Vamos en mi camioneta mejor. —¿Me vas a dejar manejarla?. —Voy a manejar yo. —Eso si que no... No te pueden ver manejar, dale sube. —Mmmjjjjjj. —subo al asiento del acompañante y por dentro el auto es un lujo—. Huele rico. —Se llama desodorante amigo. Pone música y vamos al lugar, maneja bastante bien, es tranquila y observadora, eso me hace sentir seguro de ir de acompañante, no la juzgo por ser mujer, sino que no soy muy de que me lleven, entonces me pone nervioso. Cuando llegamos a la base mira para todos lados ya que me dijo que no conocía aun enviando currículum, entramos al área medica para ir directo al mostrador. —¿En qué lo puedo ayudar?. —Soy el coronel Melillan Daniel. —Justo lo estábamos esperando señor. —Bien. —Sígame... El doctor lo va a revisar por acá. —la sigo por el pasillo—. Usted no puede ingresar señora... Solo personal autorizado. —Esta bien. —me sonrie alzando una mano—. Te espero acá. —Si. —ingreso a la sala y hay varios médicos—. Buenos días. —Buenos días coronel. Hablan de muchas cosas pero no estoy del todo concentrado ya que pienso en Meli que quedó afuera, alcanzo a entender que si mi recuperación va bien en dos meses me puedo presentar a la base a empezar con mis obligaciones. Me hacen estudios de todo tipo, que se sienten como una eternidad, una vez que terminan todo volvemos al consultorio. —¿Su quinesiologo lo acompaña señor?. —Si... Esta afuera esperando. —Bien. —mira a la secretaria—. Pídale que entre. —mira las placas que sacó. —Permiso. —todos la miran de arriba abajo—. Soy Melissa. —¿Usted es?. —La quinesiologa. —Un gusto señorita... Tome asiento por favor. —me mira nerviosa pero sonriendo—. Ya hicimos todos los controles pertinentes. —¿Y? ¿cómo está?. —La verdad que excelente... Un muy buen trabajo esta haciendo señorita. —le agarro la mano apretándola—. Sus músculos están como nuevos ¿En qué están trabajando?. —Seguimos con los masajes y hace un mes y medio aproximadamente empezamos con las caminatas y movimientos básicos para que el cuerpo vuelva a estar en movimiento. —Excelente... Se nota que trabaja con eficacia. —ella sonríe asintiendo—. Bien... ¿Puede empezar con los ejercicios? En mes y medio mas o menos nos volvemos a ver. —Bien... Gracias. —No hay de que. —salimos y ya el sol se esta poniendo. —¿Comiste algo?. —No... Estaba pendiente por si me llamaban. —¿Desde la mañana que no comes?. —Un muchacho me dio un sándwich al mediodía. —¿Qué muchacho?. —El de la limpieza. —miro buscándolo pero no veo a nadie—. ¿Qué pasa?. —Nada... Vamos a ir a comer que estoy cagado de hambre. —¿A dónde vamos? No conozco acá. —¿Y te quieres venir a vivir?. —En el otro pueblo tampoco conozco mucho pero sin embargo estoy ahí. —Yo manejo. —Como quieras. Voy a un shopping que hay, es un pueblo mas grande por ende hay mas cosas que en el que vivo. Pido cuatro hamburguesas completas junto con papas, ella las mira y solo come una, al final me como el resto, después de comer recorremos los locales para poder viajar tranquilos. —¡Ay mira!. —sale corriendo y veo hacia donde— ¿QUÉ HACEN?. —empuja a unos pendejos que golpean a un perro—. DEJENLO MALDITOSSSSS. —¿Qué te pasa loca?. —Váyanse... Déjenlo. —golpea a uno que no deja de golpear al pobre perro—. TE DIJE QUE LO DEJES. —Carajo. —levanta la mano para golpearla y se la agarro torciéndola toda— AAAGGGGGG. —Rajen ya de acá o los hago mierda a todos. —los cuatro corren lejos. —No... No tranquilo. —se agacha y con cuidado estira la mano. —Te va a morder Melissa. —No. —pone su mano delante del hocico—. No te voy a lastimar, te voy a cuidar. —lo toca y el perro cierra sus ojos—. Te voy a llevar conmigo y te voy a cuidar... Nadie mas te va a lastimar. —se saca la campera y lo tapa alzándolo, cuando me mira esta llorando—. ¿Dónde hay un veterinario?. —A la vuelta. —Vamos... Es mejor que lo revisen. —Si. El veterinario lo revisa y vacuna, dice que es una cachorra callejera, Melissa pide que la vacunen y cure para poder llevarla a su casa que la va a adoptar. Miro mi reloj y son las tres de la mañana, se hizo tardísimo y nos cobró un ojo de la cara por atender de guardia, corri con más de la mitad de los gastos porque no me dejó correr con todo, lo hice porque está realmente mal por lo que le hacían a la pobre. Manejo a la casa y ella va abrazando a la perra que esta muy tranquila, lleva muchas cosas para ella, sus medicamentos y cosas de curación ya que la lastimaron mucho, también alimentos y juguetes. De reojo veo que la acaricia mientras suelta lágrimas, le pegó ver eso, si hubiera estado en condiciones lo mataba a golpes a los cuatro juntos. —Ya llegamos. —Al parecer todos saben en donde vivo. —eso me deja sorprendido. —¿Todos quienes?. —Mario me dijo que lo sabia, también dijo que todos en el pueblo ya que soy la nueva. —Eso no me gusta. —Créeme que a mi tampoco. —bajo las cosas del auto mientras abre la puerta—. Pasa sin problema. —Bien. —entro y esta todo sumamente limpio y con olor fresco—. ¿Dónde dejo las cosas?. —En el sillón. —se arrodilla en el suelo y saca una almohada que le compró—. Mira lo que te compré Rosita. —¿Eh? ¿Rosita le pusiste?. —Si... Me gusta, ¿no te parece lindo?. —Si, es lindo. —riendo miro toda la casa analizandola, las casas dicen mucho de las personas—. Voy a dormir contigo. —¿Qué?. —me mira levantando las cejas. —Si... Es tarde para volver a mi casa a no ser que quieras dormir allá. —No... En mi cama estoy bien. —Yo voy a estar mejor parece. —me saco las zapatillas dejándola asombrada. —¿De verdad te vas a quedar?. —Si... Yo no miento ni juego Melissa... Cuando quiero algo siempre hablo en serio... Y lo consigo. —Pero tengo una sola cama en toda la casa. —Ya dije que vamos a dormir juntos... Por mas que hallas tenido otra no la iba a usar. —Bien bien... Estoy muy cansada como para pelear por eso dormimos juntos y listo. —Asi me gusta... Sin quejas. —Idiota. —le da de comer y luego la agarra en brazos. —¿Qué vas a hacer?. —Subirla al cuarto... No la voy a dejar sola, se puede asustar. —Es un perro Melissa. —Y tienen sentimientos. —sube y yo atrás con las cosas—. Ponlo ahí en ese rincón. —Si jefa. —Y bien acomodado. —se divierte mandándome. —Listo... Acuesta a Rosita de una vez. —Si te quieres cambiar de ropa en el último cajón tengo ropa de hombre. —no sé como reaccionar. —¿Y qué haces con ropa de hombre?. —Me gusta dormir con ropa de hombre. —levanta un hombro y va hacia la cajonera—. Esta es mi favorita pero si quieres puedes usarla... También unos pantalones y creo que hasta un bóxer... A sí... Acá. —Duermo en bóxer y con el mío. —me mira fijo mientras me desnudo—. ¿Te gusta la vista?. —Si. —se muerde los labios mirándome entero—. De hecho si. —A mi me gustaría mas si también te sacas la ropa. —¿Yo?. —se mira analizándose sola—. No creo que la vista sea agradable como la tuya. —Eso lo decido yo. —me acerco y ella retrocede un paso—. No tengas miedo Meli. —Eres... Eres muy grande Daniel. —agacha la mirada y yo me rio. —¿Y eso no les gusta a las mujeres?. —Las que tienen experiencia seguro que si. —en dos segundos entiendo lo que quiere decir. —¿Confías en mi?. —Si. —me mira a los ojos y veo el miedo que tiene aunque es corajuda—. Lo hago. —Entonces. —acaricio su labio tembloroso—. No importa si soy grande y tú virgen... Va a funcionar porque no te voy a lastimar. —¿Lo prometes?. —No soy violento ni presiono... Puedo ser tierno cuando quiero. —¿Lo vas a ser ahora?. —me pego bien a ella hasta rozarla con mi aliento. —No te voy a lastimar. —beso su mejilla y cierra los ojos suspirando—. ¿Confía en mi si?. —Si. . .
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD