Cherry Olsen. Decir que los besos robados de Cédric no ocasionaron nada en mis sentidos, sería mentir. No puedo negar que, cuando amenazó con besarme en el jardín, evidentemente lo dejé hacerlo, sentí que mi cuerpo se puso a su disposición y que, con esa ferviente mirada me desconectó de mis pensamientos razonables. El tacto de sus labios y la forma tan protectora que me sujetaba era totalmente embriagante, me sentía perdida a sus acciones y lo dejé profanar mi boca con la suya. Era una situación que, honestamente solo pensé que en sueños se suscitaría. –Cherry, me gustaría saber sí… alguien te ha invitado al baile de graduación. –Me cuestionó Benedict entrando a mi habitación, sacándome de la ensoñación del recuerdo de esos roces con Cédric. Se notaba preocupado, pero tiene que dejar