Dos segundos después, estaba afuera del despacho, intenté no verme obvio, pero con mi personalidad alborotada eso era imposible, ladeé la mirada hacia todas partes y salí de la mansión, en el transcurso, me había topado con alguien del servicio a quien de prisa le pregunté por mi hermosa hada. Entonces pasó… me quedé un segundo preso de su encanto. Justamente se encontraba en el jardín, se mecía sobre un columpio de madera que estaba colgado de un árbol el cual estaba lleno de enredaderas, alrededor, había diversas flores de vivos colores, desearía poder decirles que tipo de hermosas flores eran, pero… ciertamente soy un maldito ignorante en ese tema. Llevaba un lindo vestido color crema y unas sandalias que se enredaban en sus níveas pantorrillas. –Titania…–susurré levemente. Últimam