¿Qué puedo decirle? ¿Qué su hijo me acaba de dar un orgasmo? Uno que él jamás estará cerca de darme, porque primero muero antes de dejar que me toque. ¿Qué con Atlas siento que mi cuerpo despierta y a su lado siento que me marchito con cada día que pasa? ¿Qué, mientras Atlas despierta en mí el deseo, él despierta repulsión? No, definitivamente no puedo. Kostas arquea la ceja esperando una respuesta de mi parte y me aclaro la garganta. —En realidad, solo estoy feliz de que en el taller todo esté en orden —respondo al fin manteniendo una expresión serena. Entrecierra sus ojos unos segundos antes de asentir y dar un paso al frente hasta quedar a centímetros de mí. —Por supuesto que todo está en su sitio, ¿piensas que dejaría que algo le sucediera nuevamente a tu taller? Aprieto los dient
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