16.

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Gemma. —Ándele señorita, tiene que cenar. No almorzó y apenas se comió una manzana en la tarde. El señor se va a enojar si usted se enferma como la vez pasada— una de las muchachas de servicio me incitaba a comer. —Es que no tengo hambre— le dije negándome a comer. —Señorita, se ha pasado el día pegada a esa laptop desde que llegó. Cene— aun así, me dejó la bandeja sobre el escritorio. Suspiré cansada. Había enviado unas cuantas solicitudes de empleo a unas universidades cercanas. Ansiaba volver a dar clases. Adoraba el ambiente universitario cuando no era yo una alumna. Me gustaba enseñar, interactuar con mis estudiantes, escucharlos decirme que soy muy joven para ser su maestra, que me enamoraran descaradamente y me lanzaran piropos creyendo que por eso les subiría su calificac

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