Abigail es una borracha mala y yo soy su objetivo favorito. Estoy acostumbrado a esto de ella, pero las risas que provoca cada vez que usa mi cuerpo como remate nunca dejan de dejar una cicatriz. Mis curvas han sido la pesadilla de mi existencia desde que tenía doce años. —Oh, cariño—, imita Sasha, haciendo un espectáculo mostrándole el pájaro. —¿Qué tal si te vas ahora mismo?— —Aww, vamos—, gime Abigail con una burlona voz de bebé. —Maurem-Maurem sabe que solo estoy bromeando—. Ella enfatiza su declaración tocando mi estómago como si fuera una maldita Pillsbury Doughgirl. —Mantenemos en nuestros pensamientos la caída del cabello, Abs—. Tengo que morderme el labio inferior para dejar de reírme ante la respuesta de Sasha. Ella sabe que me desintegro en medio del conflicto y nunca rehuye