—Eh.— Me crucé de brazos, sin saber si el ruido que hice en respuesta fue una risa o una burla. Honestamente, no podía decir si este tipo me ofendió, me encantó o me excitó por completo, pero me inclinaba por todo lo anterior. —Sí, bueno... Tampoco esperaba que al salir del baño encontrara a un tipo parado allí sin camisa—, respondí. —Estoy bastante segura de que este es un baño de mujeres—.
—Es un baño de empleados unisex—, corrigió, su mirada recorriendo tranquilamente mis piernas. —Y estoy bastante seguro de que no eres un empleado—.
—¿Cómo sabes eso con seguridad?— Lo desafié.
—Porque me habría acordado de ti—, respondió mientras sus ojos se posaban en mí.
Uf, bien .
Me había estado reprimiendo hasta este punto, pero joder, finalmente solté mi sonrisa. Estaba oficialmente encantada, mi corazón dio un vuelco mientras observaba los ojos azul lago del extraño caer suavemente sobre mi boca. Cuando volvió a mirarme, un ceño curioso le pellizcó la frente.
—¿Cómo te llamas?— preguntó.
—Evie—, mentí.
—Evie—, repitió.
Su mirada todavía estaba pegada a mí mientras la mía recorría la vena que serpenteaba desde su tríceps hasta su grueso antebrazo. Me imaginé esa vena temblando mientras hacía de todo, desde abrir frascos hasta arremangarse y levantar pesas gigantes en el gimnasio. También podría haberme imaginado esos antebrazos flexionándose mientras levantaba a las chicas por la parte posterior de los muslos y las sujetaba contra la pared, pero esa fantasía fue fugaz.
Y por fugaz, quiero decir que lo saqué de mi cabeza porque si mis bragas se mojaban un poco, es muy posible que se deslizaran fuera de mi cuerpo.
—Ey.— Había una risa en su voz. —¿Aún conmigo?—
Mis ojos se agitaron ante su pregunta, y sólo entonces me di cuenta de que había estado hablando conmigo durante todo el tiempo que me comía con los ojos.
—Lo siento, ¿qué?— Pregunté apresuradamente.
—Nada, solo estaba preguntando qué te trajo finalmente a este club esta noche—, se rió entre dientes. —Nada urgente, solo tu charla trivial para ocultar el hecho de que no puedo dejar de mirarte—.
Ah . Saqué mi pequeña sonrisa entre mis dientes mientras nuestros ojos brillaban como malditas estrellas el uno al otro. Dios, ¿qué estaba pasando? Conocía a este chico desde hacía doce segundos, pero la tensión s****l estaba por las nubes. Prácticamente podía oír la chispa de electricidad entre nosotros. No era nada que hubiera sentido antes.
Por otra parte, está sin camisa y es hermoso . Razoné conmigo misma. Y su primera mirada hacia mi implicó un agarre extremo de las tetas, así que, por supuesto, ambos estamos pensando en sexo. Sexo sucio... sudoroso... que le muerdes el hombro y le arañas la espalda. Considerando todo, es totalmente esperado, pero por el amor de Dios, cambiemos ya de tema.
Mi mente se aceleró mientras rebobinaba la conversación hasta su pregunta mundana sobre qué me había traído al club esta noche.
—Tengo insomnio—, espeté, viendo al chico levantar una ceja. —Y bailar es una de las dos cosas que me cansan muchísimo—.
Inclinó la cabeza hacia un lado.
Me sonrojé.
—Tlengo insomnio y una cosa bastante importante en el trabajo mañana por la mañana que implica tomarme una foto, así que básicamente necesito dormir y esta noche estoy prácticamente aquí para poder cansarme. —Expliqué, esperando esa risa sexy, para que él se burlara de mí o me ridiculizara.
Pero él no reaccionó.
En cambio, me estudió, dejando que el silencio llenara la habitación durante varios segundos antes de mostrar una sonrisa.
—Podría cansarte—, dijo.
La voz ronca de su voz fue directa a mi clítoris.
Tranquila , le supliqué a mi imaginación. Realmente no necesitaba más imágenes mentales de cómo se veía este tipo desnudo e inmovilizándome en su cama. Un poco más de retorcerse o sonrojarse y él sabría que me había tentado, y no podía permitir eso. No podía simplemente conectarme con un chico cualquiera en un club. A pesar de lo increíblemente sexy que estaba, y de lo increíblemente caliente que me había puesto en unos tres segundos, simplemente no es normal.
—Lo siento.— Una sonrisa irónica torció mis labios. —Pero creo que tengo que rechazarlo—.
—Por supuesto que tienes que hacerlo—, sonrió. —La cuestión es si quieres hacerlo—.
—En ese caso, abogare por no hacerlo —.
—¿Por qué no tomar lo que quieres?— Él rió. —Lo hago todo el tiempo y déjame decirte que es una excelente manera de vivir—.
Resoplé. —Simplemente no voy a casa con extraños—.
Miró hacia un lado. —Bien. Entonces te cansaré sobre el fregadero.
Mierda.
No pude evitar mirar también el fregadero . Una pequeña mirada y ya estaba imaginando su duro pecho presionado contra mi espalda y sus grandes manos llenándose de mis tetas, apretándolas sin descanso hasta que grité. Prácticamente podía escuchar su voz ronca gruñendo suciedad tras suciedad en mi oído mientras agarraba mis caderas y bombeaba dentro de mí por detrás. Sí, definitivamente es enorme , decidí, sin siquiera darme cuenta de que había cerrado los ojos hasta que su voz hizo que se abrieran de nuevo.
—Eso es simplemente seria mala idea—, dijo, serio a pesar de una risa cortante.
Levantando la barbilla, se pasó una mano por su perfecta mandíbula, su rostro era una mezcla de molestia y excitación mientras me miraba por encima de su perfecta nariz. Tragué.
—¿Qué es?—
—Estás poniendo esa carita lujuriosa de 'fóllame' ahora mismo—.
Solté una carcajada. —¿Lo estaba?—
—No sé. Tus mejillas se pusieron bonitas y rosadas y te chupabas el labio como si fuera un caramelo. ¿Es esa la cara que pones cuando quieres que te follen? preguntó, su pregunta inundándome de calor.
—No.— Mentí. —Simplemente hago eso a veces—.
—Bueno, no lo hagas ahora—, murmuró. —No, a menos que quieras que te suba esa faldita por los muslos y te haga correrte sobre mi boca—.
Santo…
Dios....
Me quedé sin palabras mientras él sonreía.
—Lo estás haciendo de nuevo—.
—¿Qué? ¿La cara de fóllame? Me atraganté sin aliento, todo mi cuerpo en llamas. —Lo siento. Realmente no puedo evitarlo cuando estás ahí parado sin camisa y diciéndome que me vas a lamer el coño hasta que me corra.
—Cristo.— Su mandíbula se apretó cuando un gruñido bajo retumbó desde su pecho. —¿Dije esas palabras exactas?— preguntó, con excitación espesa en su voz.
—No—, farfullé con vehemencia, repentinamente avergonzado de haber dejado caer la palabra —coño— justo delante de una extraña. —Pero lo insinuaste. Así lo deduje—.
—Correcto—, sonrió mientras sus cejas se tensaban. —¿Estamos discutiendo, por cierto? Porque si lo estamos, me está poniendo aún más duro que cuando saliste por primera vez exprimiendo esas tetas perfectas. Él se rió mientras me quedé boquiabierta. —¿Qué? ¿Puedes decir coño pero yo no puedo decir tetas?
—Ahora sólo estás tratando de irritarme—.
—No, has estado irritada. Simplemente estás tratando de fingir lo contrario porque no quieres creer que un extraño en un club en realidad te está tentando a romper cualquier regla que tengas sobre las aventuras de una noche—.
Miré su sonrisa de satisfacción, dejando que el silencio se extendiera entre nosotros hasta que se sintió casi ensordecedor. Lo rompió con una carcajada.
—Por cierto, quería preguntar: ¿qué era la otra cosa?— preguntó.
—¿Qué?—
—Dijiste que bailar era una de las dos cosas que realmente te cansaban. ¿Cuál es la otra cosa?
Joder, maldije, nuestras miradas se fijaron mientras me chupaba el labio inferior. El sexo es la otra cosa, respondí en silencio mientras él soltaba esa risita baja. Sexo loco y sudoroso.
No estaba segura de cómo, pero él ya sabía la maldita respuesta, así que en lugar de decirla, simplemente me tragué el nudo en la garganta. Sosteniendo mi cabello lejos de mi nuca, traté de reconciliar el hecho de que estaba a punto de hacer algo loco.
—Puedo hacer que mi conductor salga en un minuto si quieres salir de aquí—, murmuró, con los ojos brillando hacia mí.
Todavía estaba mordiéndome el labio y me tomó unos momentos encontrar mis palabras. Pero cuando lo hice, salieron sin el menor temblor.
—Bien. Llama a tu conductor ahora—.