Capítulo 1

2663 Words
Después de tan terrible pandemia que azotó a la humanidad, tres años después ya las cosas parecían estar de nuevo en la normalidad. Sí, murieron muchas personas, pero una vez más la especie humana demostró que nada la puede destruir, y han resurgido de nuevo como sociedad.  Aun con las vacunas, las medidas sanitarias se levantaron completamente hasta hace seis meses, cuando se confirmó por parte de la OMS que toda la población estaba vacunada y que ya no había ningún riesgo.  Y solo hasta ahora fue que la ONU se pudo reunir, con sus nuevos integrantes, para reconocer a Israel como un Estado Monárquico. Si bien había sido el mismo pueblo israelí quien por medio de un plebiscito* decidió reformar la constitución política para que se permitiera por los mecanismos legales que pasaran a ser un Estado monárquico, no fue un proceso del todo fácil. Los organismos internacionales y en especial los que siempre han estado en contra de Israel como un Estado, exigieron que mediante los diferentes avances científicos en genética se confirmara que Wood en serio tiene antepasados israelitas.  Fue entonces que, solo para esa ocasión, Raquiel hizo que su ADN se dejara leer, pero solo para lo que necesitaban. Fue así que le hicieron la prueba de ancestralidad, y en efecto los científicos confirmaron que Raquiel proviene de una familia israelí muy antigua.  Y fue por esa situación política que Raquiel estaba de nuevo en su tierra de nacimiento, Nueva York, que aun hoy sigue siendo la sede de las Naciones Unidas. Y claro, Sariel lo estaba acompañando. No pensaba dejarlo solo en esto, y después de todo, ella también es la reina de Israel, aunque por obvias razones no pueda quedarse en el mundo mortal para ejercer tal cargo junto a su gemelo.  Antes de la importante sesión de la ONU, ambos hermanos se pasaron por el cementerio Woodlawn, el más grande de Nueva York y en el que estaba enterrada su madre. Sí, Monder había tenido el gran gesto de enterrar a su esposa en la tierra que la vio nacer.  Sariel dejó el gran ramo de flores en la lápida de su madre, mientras que Raquiel echaba un vistazo rápido al gran esquema de seguridad que tenían. Cerca de cincuenta escoltas los estaban rodeando, y prácticamente cerraron el cementerio solo para ellos. Como cualquier jefe de Estado, debe andar custodiado, por más estúpido que parezca que unos simples mortales custodien a un semi ángel.  —Ella estaría muy orgullosa de ti —dijo Sariel, apoyando la cabeza en el hombro de su hermano mientras le tomaba la mano, entrelazando sus dedos —.  De todos.  —¿Caminamos un rato? —propuso él, no queriendo estar de a mucho frente a la lápida de su madre, ya que todo lo que tuviera que ver con ella le causaba tristeza.  —Claro —dijo Sariel en una melancólica sonrisa, y caminaron por la vasta extensión del cementerio.  El cementerio Woodlawn no es un cementerio como los que suelen mostrar en las películas de terror. Sus oleadas de hierba pulcra y punteada dulcemente por los túmulos y las estelas de piedra, incita a que las personas quieran permanecer ahí un buen rato e incluso hacer un picnic.   Fue así que ambos hermanos caminaron, seguidos obviamente por los escoltas. Dos de estos se habían ofrecido a llevarles las sombrillas para el sol, pero los gemelos se negaron, recordándoles que ellos tienen manos y pueden protegerse ellos mismos del inclemente sol veraniego.  —¿Cuánto falta la asamblea? —preguntó Sariel, y su hermano miró su iWatch.  —Hora y media.  —¿Podemos pasarnos por un almacén de Victoria’s Secret? Debo comprar algunas cosas.  —Cosas para usar con tu marido —dijo Raquiel, mirándola con diversión, y Sariel rodó los ojos.  —A ver si tú también te compras algo que valga la pena mostrarle a Vlad.  —¿Existen calzoncillos de lencería? —preguntó él, y ella le dio un codazo.  —Idiota.  —No las entiendo a ustedes las mujeres... ¿Para qué ponerse algo que de todas formas les van a quitar?  Raquiel y Vlad habían regresado hace más o menos un año, no supieron en qué momento exactamente. Simplemente dejaron que las cosas fluyeran. Una vez que Raquiel se instaló en su pent-house en Jerusalén, Vlad lo visitaba al menos una vez por semana, volviendo a los viejos tiempos en los que se veían para jugar videojuegos, ver películas, comer o simplemente hablar. No se dieron cuenta en qué momento volvieron a su vieja adicción de las fusiones mentales, pero no se tocaron hasta que hace un año, en sus cumpleaños número 30, las cosas se calentaron en el club El Edén. Mientras Jelena y Sariel bailaban sensualmente, toqueteándose entre ellas, ellos también se animaron a bailar juntos, y terminaron follando en una de las habitaciones privadas de la sección de “El fruto prohibido”.   Se podría decir que entonces ese fue el día en que habían vuelto oficialmente, y ahora que faltaba una semana para que cumplieran los 31, cumplirían también de paso su primer año como pareja.  —Puedes aprovechar y comprarle algo, tanto de cumpleaños como de aniversario —propuso Sariel mientras iban en la camioneta blindada que los llevaría al centro de Manhattan a hacer las compras.  —¿Qué crees que le pueda gustar? —preguntó Raquiel, siendo pésimo en eso de dar regalos.  —Un anillo de compromiso no estaría mal —dijo Sariel, haciendo cara de niña inocente, pero Raquiel rodó los ojos —¿Qué? ¿No piensan casarse algún día?  —No hemos...hablado de eso —dijo Raquiel, siendo eso cierto.  Por supuesto que Raquiel quisiera casarse con Vlad y tener una familia, algún día. Ese es su mayor anhelo, pero fue precisamente por ese anhelo que Vlad le había terminado, creyendo que Raquiel podría lograr eso con Bea.   Raquiel sabía que estando con Vlad, deberían mantener su relación en secreto por...prácticamente toda la eternidad. Sabía que se causaría todo un revuelo en el Tercer Cielo si se llegara a saber que ambos están juntos. Suficiente escandalo ya había causado Merlín. Sí, ya todo el Tercer Cielo y el mundo mágico sabía que el fiel servidor de Jehová tiene un amante varón, y que junto con su pequeñita Isabella forman una familia homoparental, y como fue de esperarse, fue todo un escándalo, pero a Merlín no le importó. Después de tantos siglos el mago se sentía feliz y dichoso, con un novio que lo ama incondicionalmente y una hija que es la luz de sus vidas, así que no le prestaba atención a los comentarios malintencionados de los que veían aquello como una aberración. Aunque bueno..., la cuestión de Merlín fue lo que ayudó a mejorar la imagen de Jelena, que aunque los ángeles y los seres mágicos antes no la bajaban de “adultera”, ahora le hallaban la razón en haber dejado a Merlín, creyendo que él ya había tenido esa “desviación” desde antes y la había estado engañando. Ahora, el que tenía una mala imagen era el mago.  Pero a Raquiel no le importaba que debiera mantener su relación con Vlad en secreto. Ya había sufrido lo suficiente cuando terminaron, y ahora se sentía inmensamente feliz. Sabía que no era sano sentir que su felicidad estaba en una persona, pero le importaba una mierda. Vlad es su todo, y no permitiría que nada ni nadie los separara de nuevo.  Llegaron al gran local de Victoria’s Secret en Manhattan, el cual tuvieron que cerrar exclusivamente para los dos reyes de Israel. Sí, Sariel ahora también es conocida en el mundo mortal, en parte porque había dejado su vieja cuenta de i********: abierta, y las fans de Raquiel lo habían stalkeado tanto, que dieron con la cuenta de su hermosa hermana.   Mientras Sariel escogía varios conjuntos de lencería, Raquiel se sentó en unos de los sofás, sacó su celular y miró el fondo de pantalla. Aparecía con Vlad, ambos sonrientes, con unas caras de enamoramiento que los hacía parecer idiotas. Unos idiotas felices y enamorados.   —¡Hola! —saludó Sariel a la chica que estaba en la caja, la cual por supuesto aún estaba procesando el hecho de que estaba atendiendo a dos de los celestiales —¿No aceptarás monedas de oro, o sí? —dijo Sariel, que por supuesto no cargaba con dinero de este mundo, sino con los saquitos de monedas de oro que Marco le daba cada semana para lo que necesitase.  —Yo p**o —dijo Raquiel, sacando su tarjeta de crédito —. Le tendré que decir a mi cuñado que gracias a mi puede disfrutar de un buen espectáculo visual —. Sariel rueda los ojos y le da otro codazo. Por supuesto que estaban hablando en idioma angelical para que la cajera no les entendiera —. Supongo que esa es una de las cosas que nos perdemos los que no tenemos como pareja a una mujer, la dichosa lencería...  —Tu eres el idiota que no se ha querido acostar con Jelena, cuando Alec y Vlad lo aprueban —dijo Sariel, ya más abierta al tema tabú de que a algunas personas les excite que su pareja tenga sexo con otra persona —, hasta yo lo haría con ella...  —Vaya ¿En dónde quedó la Sariel mojigata que yo conocía? —preguntó él, mirándola gatunamente.  —Creció, maduró y desarrolló nuevos...gustos —dijo ella, tomando las cinco bolsas rosas que le entregó la empleada de la tienda —¿Nos vamos?  Había cientos de personas afuera esperándolos, todos emocionados por estar viendo a dos de los cuatro celestiales, con los celulares grabando y tomando fotos, mientras gritaban sus nombres. Algunos, los más religiosos, querían tan solo tocarlos para ver si así se hacía un milagro en sus vidas.   Los gemelos Wood ya se habían acostumbrado a ese tipo de atención, así que sonrieron y saludaron mientras sus escoltas los hacían pasar en medio del tumulto de gente hacia la camioneta que los llevaría por fin a la sede de la ONU.  Llegaron al edificio de la sede en la Primera Avenida. Edificio que tuvo que ser reconstruido porque una horda de infectados lo incendió durante la pandemia. Allí ya los estaba esperando Dylan, que como el asesor político de Raquiel lo acompañaba a todos lados. Por supuesto que los ojos del politólogo brillaron al ver a Sariel.  —Hola Dylan —lo saludó la rubia, dándole un beso en la mejilla y un fuerte abrazo —¿Cómo están la esposa y los hijos?  —Se han quedado en Jerusalén, no los quise traer a que vieran lo que espero no sea un desastre político —respondió el mortal, con la tablet en su mano, checando por milésima vez el discurso que le había preparado a Raquiel —¿Quieres ver una foto de Lisa y Tae?   —¡Claro! —dijo Sariel, y entonces su amigo le mostró el fondo de pantalla de su celular.  Los niños coreanos habían crecido mucho en cuestión de tres años, estaban gigantes y ella no pudo evitar enternecerse. Y Raquiel, bueno..., se lamentó una vez más no haberlos adoptado él. Podría haberlo hecho, pero..., no quería pasar por lo que Jelena y Merlín pasarían en un futuro, y eso sería enterrar a sus mortales hijos. Vlad también se lamentó, él se había encariñado con los hermanos coreanos.  La sesión inició unos minutos después. Raquiel dio un largo discurso sobre las ventajas de que la monarquía regresara a Israel, discurso que por supuesto preparó Dylan, porque él aún tenía mucho que aprender sobre hablar como un gobernante.  —La monarquía representa la pluralidad de identidad y la constante renovación dentro de la continuidad, y por supuesto, es un sistema más moderno —habló Raquiel ante los representantes de todos los Estados miembros. Se soltó un poco el nudo de la corbata de su elegante traje Gucci, el cual lo estaba sofocando estando en pleno verano —. La monarquía es un sistema más natural que permite la independencia, el rey no puede ser utilizado por políticos, como sí sucede en los sistemas democráticos, ya que debe su condición a la naturaleza; está designado desde que nace y la nación lo conoce como tal, anulando luchas por el poder en la cúpula.   >>En una época racionalista como la nuestra, puede parecer anacrónico el principio hereditario, se basa en la parte física del hombre que el racionalismo e idealismo desprecian y que nuestra sociedad cultiva sin medida; pero en realidad el cuerpo es tan humano como el espíritu, y la herencia, que en mi caso es del linaje davídico, la única forma de designación de jefe de Estado que no es manipulable, lo que inviste al rey de independencia, la condición más importante en su función —hace una pausa para beber un sorbo de agua, algo simple, pero que le recordaba a los demás que es tan humano como todos en este mundo —. La condición humana es impredecible. La historia de todas las monarquías que en el mundo hay o hubo ha generado buenos y malos soberanos, y con frecuencia no han sido los peores los que estaban en el trono en el momento de un cambio de régimen. Pero la monarquía ha evolucionado con el concepto de soberanía nacional, y hoy en día, en occidente, forma parte de regímenes constitucionales. En un sistema constitucional como el español, las potestas de la que dispone un rey está muy limitada, y les aseguro que en mi mandato será igual, no pasaré por encima de las instituciones y respetaré la democracia.  >>No es el sistema perfecto, pero sí el mejor posible. Si es relativamente fácil diferenciar entre los políticos que piensan siempre en las próximas elecciones y los que piensan en las próximas generaciones, cabe afirmar, a priori, que de natural, el político —con el respeto de los que están aquí—, sometido a las urnas tiene que pensar en las próximas elecciones mientras que para el Príncipe es más fácil pensar siempre en las próximas generaciones. Porque el rey es el diputado de todos: los que votan a unos, los que votan a otros y los que no votan. El hombre es capaz de entender los principios universales, y como consecuencia, a veces, piensa que existen en el mundo creado, lo cual es un grave error, pueden habitar su entendimiento, impulsar su voluntad, pero no son aplicables porque son entes de razón.  —Está hablando como si..., como si fuera a tener herederos —le susurró Sariel a Dylan, que estaban sentados muy atrás, en la sección de invitados.  —Él fue el que me dijo que acomodara así el discurso —dijo el politólogo.  —Respetaré la decisión que se tome en esta tarde, porque lo que menos quiero es continuar en el poder ilegítimamente —continuó Raquiel, mirando con seguridad a cada representante de los Estados parte y a las cámaras que estaban transmitiendo su discurso a todo el mundo —, y aunque para mí la legitimidad estuvo en la decisión del pueblo israelí con el plebiscito celebrado hace dos años, respetaré también lo que se decida por parte de ustedes, los representantes de la comunidad internacional —hace una picara sonrisa que dejó sin aliento a muchos y toma su tablet para retirarse —. Bendiciones para todos.  La decisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas fue unánime. No hubo ningún Estado que se abstuviera o votara negativo contra la decisión de reconocer a Israel como un Estado Monárquico. Incluso Estados en conflicto con Israel como Arabia Saudita votaron positivamente. ¿Cómo decirle que no a un semi ángel?             *Plebiscito es un procedimiento jurídico por el que se somete a votación popular una ley o un asunto de especial importancia para el Estado.   
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