Merlín llegó cansado del trabajo. Ese día había ocurrido un accidente múltiple en una de las principales autopistas de Londres, así que tuvo que realizar varias cirugías de emergencia, y su turno de medio tiempo se había extendido puesto que tuvo que amputar una pierna, lamentablemente. Abrió las puertas de la mansión, se quitó los zapatos (una costumbre con la que había quedado desde la pandemia) y Bigotes corrió hacia él para saludarlo. El gato se le enroscó en una pierna, y con un fuerte “miau” saludó a su papá. De igual manera Arquímedes, que voló desde su casa del árbol hasta el interior de la mansión para posarse en el hombro de su amo. La única mascota que no llegó a saludarlo fue Kira, que ya estaba geriátrica. La loba siberiana ya tenía 14 años..., los mismos años que Merlín