Capítulo 1

1050 Words
–¡Riley! ¡Al fin llegas! –Lamento el retraso –murmuró el chico. –Como sea, toma una bandeja y comienza a servir. Riley, un chico de veintiún años que se había mudado de México a Rusia para tener mejores oportunidades, no se encontraba en su mejor momento. Su recién ex novia se había encargado de llevarse todo su dinero y todo lo valioso del departamento donde vivían incluyendo su amor. Sin embargo ahora no podía quedarse a llorar en casa porque se quedaría sin dinero y no tendría que comer. Ese día el servicio de catering de la empresa donde trabajaba solicitó sus servicios para la escuela más prestigiosa del país, eso significaba unas buenas propinas parte del pago por el servicio. Riley tomó un delantal y lo coloco sobre su camisa blanca y pantalón n***o, busco una bandeja y comenzo a trabajar, el lugar era sofisticado y exclusivo, los padres llegaron con sus hijos, familias adineradas en su mayoría, luciendo joyas y ropa de marca, Riley les dió su mejor sonrisa a pesar de sus exigencias, era un chico carismático y sonriente, ignoro las actividades al frente para darle su mejor atención a los invitados. La actividad fluyó con tranquilidad y alegría, parecía ir muy bien para todos, Riley, sirvió en las últimas mesas y al entrar de nuevo al edificio, se encontró con un pequeño niño que estaba solo en un pasillo. –Hola pequeño, ¿Estás solo? ¿Dónde está tu mami? Los penetrantes ojos azules del pequeño lo vieron, parpadeo dos veces, asumió que no debía tener más de cinco años y tocó su cabeza con una sonrisa. –¿Papi? Riley le sonrió al escuchar sus palabras, parece que tenía un hijo que no sabía, se burló de sí mismo, decidió seguirle el juego para no asustarlo. –Por supuesto, hijo –le sonrió –. Vamos a buscar a tu mami. Sin embargo, el niño se le lanzó a los brazos para sostenerse de él. –Quiero estar con mi papi. –Si, está bien –se preocupó, desató su delantal e improvisó una cangurera para sostener al pequeño contra su cuerpo, ayudaba que el niño estaba sujetándose con fuerza. –¿Qué haces, Riley? –dudó una de sus compañeras –. Secuestrarás a ese niño. –Muy gracioso –bufó –. Piensa que soy su padre, seguramente lo está buscando, iré a ver de quién es. –Busca a una maestra, esa no es nuestra obligación. –Eres tan desconsiderada. –Yo no le ando diciendo a los pequeños que soy su padre –se burló –. Y no sé si lo sabes, pero aquí lo que estás haciendo se considera secuestro. –No si encuentro a sus padres antes. No podía evitarlo, a Riley le gustaba ayudar, dejó la bandeja en la cocina y regresó al jardín abierto para buscar a los padres del niño. –¿Cómo es tu mami? –Quiero quedarme con papi –se quejó el niño. –Si, aquí estoy, pero tu mami debe estar preocupada, vamos a ver cómo está. El niño se sujeto a Riley con más fuerza, asumió que su madre lo debió haber regañado y escapó, estaba por salir del pasillo cuando escuchó un grito que lo detuvo. –¡Alto ahí! ¡Devuelva a ese niño!  Cuando se dió la vuelta, un hombre alto y musculoso le apuntaba con un arma, levantó las manos horrorizado. –No hay necesidad de llegar a eso, el niño estaba perdido y busco a sus padres. El hombre ignoró a Riley y fijó sus ojos en el pequeño sujeto a su cuerpo. –¡Suelte al niño! ¡Ahora! –Bien, bien, tranquilo, pero baje el arma que solo está asustando más al niño y eso es peligroso. Riley no pensaba en entregar al niño a un desconocido con un arma, en el momento que se descuidara correría hacia el otro lado, el hombre hizo lo que esperaba, bajo el arma y Riley se dió la vuelta, pero cuando iba a correr otro hombre apareció del otro lado con un traje n***o que lo detuvo. –¿Qué pasa?  –Este chico quiere secuestrar al señorito Klaus. El otro hombre sacó su arma del traje y apunto hacia Riley. –¡Yo no quiero secuestrar a nadie! –exclamó –. Les daré al niño, aquí está. Riley entendió que ellos conocían al niño y posiblemente eran sus guardaespalda, se inclinó desatando su delantal, pero el niño no lo soltó. –Pequeño Klaus, ya vinieron por ti. –No, yo me quedo contigo. Los dos hombres cruzaron miradas antes de bajar sus armas e inclinarse con una sonrisa. –Señorito Klaus, lo llevaremos con su madre, vamos. –Yo quiero estar con papi. –Por favor señorito –parecía una súplica –. Debemos llevarlo con su madre antes de que se de cuenta que no está y nos mate. –Yo me quedo con papi. –Oye, Klaus, ve con ellos y yo llego después –mintió Riley asustado al escuchar las palabras del último hombre.  ¡No quería morir! Fue demasiado tarde porque en ese momento una mujer alta de piernas largas y cabello castaño entró al pasillo. –¿Qué sucede aquí? Incluso los hombres de traje se horrorizaron al escuchar la voz. –Jefa, es que el señorito Klaus se resiste a venir con nosotros. Ella no se molestó en ver al hombre que le hablaba y sus ojos grises se fijaron en Riley abrazado por su hijo. –Klaus, vamos a casa –ordenó. –¡No quiero! ¡Yo me quedo con papi! La mujer frunció el ceño y su gesto frío fue hacia Riley. –¿Tu padre? –Perdoné señora –titubeo Riley, tragó saliva e intentó corregirse –. Se… se… señorita, jefa, es que lo encontré y me abrazo, me llamo papi, creí que era un juego, en mi país bromeamos así, pero no lo tengo secuestrado, aquí está, es su hijo. Ella ignoró las palabras de Riley, se dió cuenta que sería peor si se llevaba a Klaus a la fuerza y llamaría la atención de todos, así que solo le quedó una solución. –Llevense a los dos.
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