Capítulo 6

1365 Words
Había pasado más de una semana desde que Riley había llegado a la casa, se encargaba de Klaus desde muy temprano, se levantaba con ayuda de su alarma, preparaba al niño para ir a estudiar, bajaban a compartir el desayuno con Kalia que escuchaba todo lo que Klaus tenía que contarle sobre sus actividades relevantes del día anterior, el pequeño hablaba con tanta velocidad que apenas si se le lograba entender algo, se despedía de su madre para ir al escuela con un beso, al igual que Riley; el chico ya le había encontrado el gusto a ese tentador roce de labios de todas las mañanas, Riley tenía cuatro horas libres que aprovechaba para leer y aprender cosas nuevas, se había rendido con el limitado acceso a la tecnología y decidió pedirle unos libros a Mijaíl, algo en que mantener ocupada su mente, el resto de la tarde se dividía entre tareas de la escuela y actividades para la edad de Klaus, un baño y una cena hasta que la hora de dormir llegaba, algunos días se quedaba dormido con el pequeño y otras se levantaba y se iba a su habitación, todo dependía de que tan cansado estuviera; cuidar a un niño era más difícil de lo que se esperaba. Cuando Klaus se quedó dormido, Riley se levantó, lo cubrió con la sábana y salió de la habitación. –¿Ya se durmió? El chico disimuló el susto que obtuvo cuando Kalia habló detrás de él, no sabía que ya había llegado y era tan sigilosa que te dabas un susto cuando aparecía de pronto. –Hace unos minutos, fue día de deportes en la escuela así que está cansado –respondió Riley. –Hay una piscina en el ala izquierda, pídele a Tay que los llevé, a Klaus le gusta el agua. –Gracias, lo llevaré –sonrió, observó que ella llevaba la misma ropa de esta mañana, el vestido azul marino seguía impecable aunque sus ojos claros se veían cansados; habían pequeños detalles que él comenzaba a conocer y podía distinguir el agotamiento. –He venido porque mañana Mijaíl y yo saldremos de viaje, si todo sale bien estaremos aquí el lunes. –¿A dónde van? –preguntó él como un reflejo. –No tienes que saber –contestó –. Te lo digo para que te encargues de Klaus, seguramente preguntará por mí. Riley descartó la idea de una llamada o mensaje en todo el fin de semana para el pequeño, seguramente se encargaría de algo peligroso, no le agrado la idea de dejarla ir, sintió una impotencia confusa que lo hizo dar un paso al frente, Kalia frunció las cejas cuando lo vio demasiado cerca, pero era tarde para reaccionar cuando sintió los labios de Riley sobre los suyos, contuvo el aliento cuando la mano firme se deslizó por su cintura apretando su cuerpo con el suyo, Riley succionó su labio inferior, ella abrió la boca y él aprovechó para invadirla con su lengua, todo se desvaneció a su alrededor mientras se deleitaba con esa seductora y bendita boca que lo tentaba cada día, todas las mañanas había resistido comérsela a besos frente a todos, un segundo de cordura llegó a su mente o tal vez fue la falta de oxígeno que lo obligó a separarse, no había abierto los ojos cuando sintió el ardor en su mejilla provocado por la mano de Kalia, él la vio a los ojos que parecían arder en furia, esperaba una lista de reclamos, pero ella solo se dió la vuelta y se alejó del lugar, disfruto de la vista de su cu.lo cuando se fue, seguramente ella estaba furiosa, pero él a parte de obtener una erec.ción tuvo esa sensación increíble en el pecho, porque aunque le hubiera dado la cachetada, le había correspondido el beso y eso significaba que tenía una posibilidad con ella. Al día siguiente Riley arregló a Klaus como todas las mañanas, los dos bajaron a comer, Kalia se encontraba con un pantalón rojo y una blusa de seda color ne.gro, bebía su café esperando a que ellos bajarán, Klaus tomó el lugar a su lado y comenzó a hablar como todas las mañanas, Riley se sentía incómodo al recordar lo que había hecho el día anterior, después del pequeño derroche de valentía, el razonamiento entro a su mente y la cobardía se apodero de su cuerpo, sentía que ella lo iba a sacar de la casa en cualquier momento. –Klaus, debo hacer un viaje y no estaré estos días en casa –mencionó ella al finalizar el desayuno. El niño vio a su madre y luego a Riley. –¿Papi también tiene que irse? –No, él cuidará de ti. –¿Vas a venir pronto? –El lunes, hijo –respondió ella naturalmente como si solo fuera a hacer un viaje de negocios –. Me das un beso antes de que te vayas al escuela. Klaus se bajó de la silla y fue con Kalia para despedirse con un beso, luego vio a Riley esperando a que él hiciera lo mismo, así que el chico tuvo que hacerlo también, estaba confundido, no sabía si la tranquilidad de Kalia era un comportamiento positivo o negativo, a punto de vomitar el corazón se levantó para darle el beso de todas las mañanas, ella no se veia afectada en nada, después salió con Klaus al auto, Mijaíl estaba cerca y Riley se acercó. –¿A dónde van? –preguntó. –Lo único que tienes que saber, es que regresamos el lunes. –¿Será algo peligroso? –Será mejor que no insistas, chico –contestó Mijaíl –. Se ve extraño que preguntes esas cosas, tu trabajo es cuidar del señorito Klaus. Él entendió que iba a ser inutil seguir preguntando. –Vayan con cuidado –murmuró al despedirse. Fue a dejar a Klaus y cuando regreso, ellos ya se habían ido, está vez camino un rato por la casa acompañado de Tayler, era un hombre robusto de cabello n***o, se veía mayor que Riley, la mayoría lo eran, quiso preguntar sobre Kalia o Mijaíl, pero no lo hizo, terminó en la cocina donde encontró a Larissa. –¿Quieres que te prepare algo? –Le preguntó con una sonrisa. –En realidad no –murmuró, vio que Tayler estaba lejos de ellos, seguramente no podría escucharlos, se acercó a la chica –. ¿Sabes a dónde fueron? Ella abrió sus expresivos ojos al escuchar su pregunta y movió la cabeza negando a la pregunta, él volvió a su lugar desanimado. –¿Para qué quieres saber? –No es que quiera saber –aclaró –. Es que algo me dice que van a estar en peligro y no quiero que nada malo les pase. Ella caminó al refrigerador, sirvió helado de chocolate en un plato y se lo entregó. –Es mejor no saberlo –comentó –. Prefiero imaginar que papá está en un viaje de negocios y tengo la certeza que regresará el lunes. –Supongo que es lo mejor –murmuró él. Continuó jugando con su helado, no tenía muchas ganas de comer, pero al sentir el increíble sabor en su paladar algo de satisfacción llegó a su inconsciente. –¿Tú hiciste esto? –Si –respondió ella guardando el recipiente en el refrigerador. –Dejame adivinar, Mijaíl te enseñó a hacerlo –comentó, ella sonrió afirmando lo que decía –. Aún no puedo tener una imagen de él en la cocina, suena demasiado raro. Ella quería contarle de cómo su padre le enseñó todo desde niña y enseñarle algunas fotos que le tenía en su teléfono, sin embargo recordó las palabras de Kalia, no sabían nada del chico, pero ya llevaba varios días en la casa y ella lo había observado, no parecía mala persona, trataba muy bien a Klaus incluso como si de verdad fuera su hijo y ella misma había ido con Mijaíl y los chicos a comprarle los dichosos libros que principalmente incluían juegos y aprendizaje para niños, tal vez solo tenía que darle una oportunidad y buscar la forma de conocerlo mejor.
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