Si Riley antes se sentía custodiado, ahora era peor, desde que se despertaba al abrir la puerta había alguien ahí, entre Kail, Tayler incluso Mijaíl pasaban el día viendo su estado y buscando la forma de ayudarlo a hacer sus deberes, aún con reclamos se levantaba temprano para poder ayudar a Klaus a arreglarse para ir a la escuela, Kalia estaba ahí y aunque no le dirigía la palabra, ayudaba al pequeño a cambiarse con las órdenes que él le daba, él se despedía cuando Kalia lo iba a dejar, las madres seguían observando a Kalia de lejos, no se atrevían a dirigirle la palabra, eso no había pasado antes de que Riley llegará. Esa mañana la niña Dasha corrió hacia Klaus con un abrazo, a Laika no le quedó otra opción más que saludar a la frívola mujer. –Buenos días, soy Laika Chekova. –Buenos