—Con una copa de champán en mi mano –la cual casi no he probado–, espero sentada en el sofá junto a Caroline a que mi madre salga al fin de mi habitación para que nos muestre cómo le queda su vestido de novia. Lleva al menos veinte minutos ahí dentro y no sé si ya no desea salir o que está teniendo una crisis de novia.
Justo cuando estoy por levantarme del sofá para saber si está todo bien, jadeo al verla salir del corredor y aparecer frente a ambas con su precioso vestido blanco de novia. Camina lento, con una gran sonrisa en sus labios, yo dejo la copa sobre la mesa para no hacer una estupidez debido a mi emoción y con mis manos en mi boca, me acerco a ella sintiendo que mis ojos se cristalizan, pero por la felicidad de verla tan radiante, tan hermosa; perfecta.
—¡Mamá! —exclamo, pero
