No sé cuántas llamadas he atendido en lo que va de la mañana. El teléfono a mi lado ha sonado al menos cada veinte minutos. Y mientras atiendo esas llamadas, tengo también mis ojos frente a la pantalla de la laptop leyendo todo lo que Miranda me ha estado enviando para organizar yo en el iPad la agenda de este mes. No sé cómo trabajaban las antiguas asistentes de Cedric o las pocas que han logrado pasar de los tres meses, pero en lo que a mí respecta, me gusta organizar las agendas con al menos un mes de anticipación. Si por razones externas algún compromiso no pueda ser cumplido para la fecha pautada, yo puedo buscar algún espacio en su tiempo y sus ocupaciones, pero de no poderse, tengo el mes siguiente para reprogramar ese compromiso. Antes era muy desorganizada, pero aprendí a ser or