Mis ojos son dos dagas filosas, las cuales van directo a Cedric Reed.
«¿Cómo se le ocurre amarrarme? ¡¿En serio lo hizo?!»
Yo solo quería que no fuera aún vuelo tenso. Yo nada más quería que me explicara qué es lo que le sucede, porque desde ayer en la oficina, luego de que su esposa se fuera y yo le cortara su barato discurso con mis palabras debido a mis notorios celos y ego dañado a causa a las palabras de esa mujer, toda la tarde fue un infierno.
Él estaba obstinado, cabreado, comportándose como un imbécil, siendo cruel con sus palabras y actos, cuando se supone que la que debería de haber estado así, era yo. ¡Pero no!
Yo lo soporté, me mordí la lengua en más de una ocasión, apreté mis dientes y me esforcé en no llorar solo para no verme débil, ¿y él es quien me amarra a mí?
Esto
