Salgo de la habitación, esa que por años compartí con ella. Cierro la puerta avanzando por el corredor. Su olor se hace presente en el ambiente, aunque no esté. Su presencia en todo este lugar, por mucho que no esté aquí, se siente. Todo grita a ella y es lo que me tiene en un bucle.
«¿Por qué tuve que enterarme de todo así? ¿Qué le costaba buscarme?»
Yo no sabía de ella, no tenía memoria de ella y lo que conocía, lo que me fue presentado fue a beneficio propio. Pero ella siempre supo de mí, siempre estuvo consciente de mi presencia, ¿Por qué se dejó? Si tanto me amaba, ¿Por qué no luchó?
Yo era su esposo, y si me baso en sus verdades, ella estaba en todo el maldito derecho en imponerse, en no dejarse y echarlos a un lado.
Más fácil fue soltarme. Por mucho que me haya gritado lo que vi
