Abrí la puerta del apartamento de Viviano y entre, el estaba con los brazos cruzados con mala cara, yo puse los ojos en blanco, siempre con esa cara de amargado.
— ¡Es la una de la madrugada! ¿Acaso estás loca? — Me regaño.
— ¡Es tu culpa por no contestarme! —Le dije.
— Que bueno que mañana te vas de aquí, yo mi me voy a aguantar tus berrinches — Yo levante la ceja sin comprender.
— ¿De que estás hablando? mi apartamento aún no lo han arreglado — Le dije.
— Luciano se hará cargo de ti — Yo negué con la cabeza de inmediato.
— ¡Claro que no! Mi hermano te lo pidió a ti — Viviano se rió.
— No me importa, pero se que estarás mejor con Luciano, el tiene dos hijos y medio, él sabrá cómo lidiar contigo — Abrí la boca de par a par, como se atrevía a decirme niña.
— ¿Tanto miedo te da tenerme cerca? — Le pregunté.
— No es miedo, es molestia —
Yo me calme y le sonreí un poco.
— No te preocupes, cuando mi apartamento esté listo me lárgare de aquí, así que solo espera un par de días más — Viviano nego con la cabeza.
— No puedo esperar tanto, a primera hora yo te llevaré a casa de Luciano —
Me acerque a el y lo empuje con fuerza.
— ¡No! Tu no puedes obligarme a irme de aquí, y yo no conozco bien a tu hermano Luciano — Viviano me agarró del brazo y me acerco a él, mi pecho se estrelló contra el suyo.
— Deja de ser un dolor de cabeza en mi vida, ¿por qué no puedes molestar a otra persona? — Me preguntó con rabia.
— Por qué yo solo te quiero a ti, y tú eres tan testarudo de no tomarlo enserio —
Él me soltó y dió un paso atrás.
— Soy 15 años mayor que tu, soy el mejor amigo de tu hermano, y tú solo tienes un capricho hacía mi — Yo negué con la cabeza de inmediato.
— Tu no puedes saber lo que yo siento — Me acerque a él, me puse de puntillas y lo bese, nunca pensé que nuestro primer beso iba a ser en medio de una discusión, pero que bien se sentía.
Viviano me acerco más a su cuerpo, podía sentir su calidez. envolví los brazos en su cuello, para aprisionarlo.
La lengua de Viviano entro en mi boca, yo le conteste con la mia, su lengua luchaba con la mia de una manera maravillosa.
Viviano me apartó de él y se limpio la boca rápidamente.
— Ya tuviste lo que querías, ahora deja de molestarme y ve a dormir —
Mi corazón empezó a latir con fuerza, ¡esto era algo que no se lo iba a perdonar nunca!
Le di una patada en los huevos, Viviano se derrumbó poco a poco, hasta quedar hecho un ovillo en el suelo.
— La próxima vez que pienses en hacer algo como lo que me hiciste, piénsalo dos veces, te recuerdo que yo practicaba taekwondo —
Viviano me miró y apretó la mandíbula con fuerza.
— Y no me voy a ir, ¡así que te aguantas! — Le dije y pase sobre él, estaba tan furiosa, ¡como se atrevía a hacerle esto!
Cerré la puerta de mi habitación con fuerza, dando un portazo.
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Me arrastre a la cocina como pude, la patada que me dió esa niña, bien pudo dejarme infértil.
Saque unos cubos de hielo de la heladera y los puse sobre un paño, después me senté y puse el paño sobre mis pelotas.
— Perdón — Yo levanté la cabeza para mirar a ese pequeño diablillo.
— Es que me hiciste sentir mal — Apreté el paño más contra mis pelotas.
— Casi me revientas un huevo — Le dije con molestia.
— Perdón — Me dijo.
Ella batió sus largas pestañas y me miró con falsa inocencia.
— No volverá a ocurrir — Mire a otro lado, no quería verla.
— ¿Me perdonas? — Me preguntó.
Ella se acercó a mí, se arrodilló y me quito la mano del paño, entonces ella puso su mano y presiono un poco.
— Te juro que no volveré a golpearte —
Verla así, con su mano sobre mi p*lla solo me hacía pensar una cosa.
Alargue la mano y metí mi dedo pulgar entre sus gruesos y rosados labios.
Bárbara saco la lengua y lamió mi dedo, una electricidad recorrió mi cuerpo, terminando en mi traicionera p*lla.
— Yo no puedo cuidarte — Le dije mientras introducia más mi dedo en su cálida boca.
Bárbara quito el paño y empezó a acariciar mi p*lla sobre mis pantalones de pijama.
Saque el dedo de su boca y me levanté, necesitaba tener una sana distancia con este diablillo.
— Te gusto Viviano, ya no puedes negarlo —
Me dijo ella levantándose del suelo.
— Hagamos algo, intentemos tener una relación, si no funciona te juro que me iré y no volveré a buscarte nunca más — Me propuso.
Mi cerebro me decía que era una idea terrible, pero mi p*lla estaba más que dispuesta a aceptar.
— ¿Que pasa con Caesar? — Le pregunté.
Ella se acercó a mí, paso su mano por mi pecho bajando lentamente hasta tocar mi p*lla.
— Será un secreto, y yo soy buena para guardarlos —
Esto era una muy, pero muy mala idea.
— dos semanas — Le dije.
Bárbara asintio con la cabeza.
— te juro que la vamos a pasar muy bien — Me dijo y empezó a quitarse la ropa.
— ¡Espera! — Ella se detuvo y me miró.
— Si esto va bien en las dos semanas, estoy dispuesto a hacerlo contigo, para quitarme está extraña atracción que tengo por ti, si veo que es mala idea, cortó esto de raíz — le dije.
Bárbara asintio con la cabeza.
— ¿pero podemos besarnos? — Me pregunto.
— si, pero solo aquí en el apartamento, no quiero ningún tipo de demostración de afecto fuera de este lugar —
Bárbara corrió a mi, y de un brinco se trepó sobre mi cuerpo.
— Te juro que no te vas a arrepentir — Me dijo y empezó a darme besos en la boca.
Yo la agarre con fuerza para que no terminará en el suelo.
— ¿le puedo decir a mis amigas? — Me pregunto.
— ¡No! — Le contesté.
— entonces este será nuestro secreto — me dijo.
Ella me dio un beso, y después mordió un poco mi labio inferior.
— No vuelvas a llegar tan tarde — Le dije.
— No te preocupes mi amor, vendré más temprano, y voy a aprender a cocinar — Me dijo emocionada.
Yo me reí con nerviosismo, esto desde ya no pintaba nada bien, tenia esa extraña sensación de que me iba a llevar el carajo.